Espadas porta por última vez la espada en el rito medieval que proclama quién es el alcalde de Sevilla
Próximo el momento de dejar la Alcaldía, Juan Espadas cumple en la Catedral con el ritual del día de San Clemente, en el que el regidor porta el acero cogiéndolo al revés para darle forma de cruz. De esta manera se conmemora la capitulación de la Isbilia musulmana a Fernando III en 1248, en un año que ha coincidido con los ocho siglos del nacimiento de Alfonso X
Si la Policía Local forma en uniforme de gala en Sevilla es que toca evento importante, pero si además aparecen los maceros es que el asunto es solemne y antiguo. Pues de este segundo calibre, con sus agentes de gala y sus maceros, era el acto que este martes acogía la Catedral hispalense como cada 23 de noviembre, día de San Clemente, en el que se conmemora la rendición de la Isbilia musulmana a las huestes de Fernando III. La celebración tiene mero carácter oficial y protocolario, no es un día que el sevillano tenga precisamente subrayado en rojo en el calendario, y si es algo más conocida es porque al alcalde le toca portar la espada del rey santo al revés, cogiéndola por la hoja para darle forma de cruz. ¿Qué hacía entonces especial la ocasión esta vez? Pues que era la última que Juan Espadas participaba en el ritual por aquello de que deja la Alcaldía.
Desde 2015, cuando el ahora secretario general del PSOE andaluz asumió la condición de alcalde, es difícil resistirse al ingeniosísimo juego de palabras de Espadas con la espada, pero es lo que hay. Cumplido el trámite inevitable de transitar por este inteligentísimo tópico verbal, esta vez el interés estaba más en asistir al que era su último ceremonial bajo las imponentes bóvedas catedralicias y comprobar quién se dejaba ver y quién no, entre el runrún de un acuerdo presupuestario a punto de caramelo que le abre la puerta a dejar ya el cargo previa designación de su sucesor, que es otra tarea todavía pendiente.
El caso es que el alcalde porta a dos manos el acero en una pequeña procesión en la que le acompañan representantes de todos los grupos políticos de la corporación municipal, con la tradicional ausencia en este tipo de eventos de las formaciones más a la izquierda, Podemos e IU. Vaya por delante que no apareció el llamado a sucederle en la Alcaldía, Antonio Muñoz, nunca dado a unos ceremoniales religiosos en los que se estrenó recientemente, con el traslado del Gran Poder a Los Pajaritos, cuando encabezó la representación municipal porque Espadas estaba en el congreso federal del PSOE.
Los acompañantes del alcalde
Así que escoltaron al alcalde un concejal que quería ser alcalde pero no ha podido, Juan Carlos Cabrera, y una edil que podía haber sido alcaldesa pero no ha querido –o no la han dejado querer–, Sonia Gaya, que como segunda en la lista socialista en las municipales de 2019 es la que legalmente hereda el cargo por vía directa. Eso se traduce en que, llegado el momento, tendrá que renunciar de manera expresa a asumir la Alcaldía para que corra el turno.
Con estos mimbres se tejió el cesto del ritual anual por San Clemente, instituido desde 1254 merced a un privilegio real que el rey Alfonso X, hijo de Fernando III, firmó en Burgos. La figura del rey sabio está además muy relacionada con esta celebración por otras cuestiones, empezando porque la leyenda apunta a que Fernando III hizo coincidir la capitulación de Sevilla con el cumpleaños del hijo que le acompañaba en esta campaña militar, natalicio del que este miércoles se cumplían 800 años. Para rematar, la tumba de Alfonso X está en la Capilla Real de la Catedral sevillana, a la que el alcalde accede con el bastón de mando municipal para salir portando el acero del rey santo, la Lobera, que se convierte en algo así como la espada de mando municipal.
Una procesión con sabor muy añejo
La comitiva municipal es la que cierra el pequeño cortejo, en el que le anteceden miembros de la Casa de Castilla y León en Sevilla, el Cabildo de Alfonso X, la Orden de San Clemente y San Fernando y el Cabildo Catedral. Además de la Lobera, en esta procesión de sabor muy, pero que muy añejo se exhiben una reliquia de San Clemente y el pendón de Fernando III, que porta el concejal más joven, en esta ocasión el concejal del PP José Luis García porque la edil a la que en realidad le correspondía por edad, Amelia Velázquez (Cs), está de baja maternal.
El cortejo se adentra en la Capilla Real, en la que con motivo del día se exhibe el cuerpo de San Fernando en una urna de cristal y donde un canónigo exhorta a los presentes a devolver “sin daño alguno” espada y pendón, so pena de que caigan sobre ellos las leyes de Castilla “si faltan a su palabra”. Todo huele a rito antiguo, incluido que en tres puertas del templo metropolitano se somete a un baño de incienso al acero del rey santo, del que por cierto este año se cumplen 350 años de su canonización.
“Convertíos en modelo del rebaño”
El ceremonial se completó con una homilía que ofició en el Altar Mayor el canónigo magistral y de la que incluso se pueden extraer claves políticas empezando por la lectura de esa carta del apóstol Pedro, un nombre que a oídos de todo un secretario general del PSOE seguro que tiene que evocar muchas cosas. “Pastorea el rebaño que tenéis a vuestro cargo” y “convertíos en modelo del rebaño” son dos frases que bien puede entender un político que van dirigidas a él, aunque más directa fue la afirmación de que “los cristianos y los gobernantes no pueden actuar por autoritarismo”.
Total, que el que quiso tuvo más de una ocasión para darse por aludido, aunque a buen seguro que no era esa la intención del canónigo magistral. Tras unas preces que incluyeron ruegos para que acabe la sequía y para que el volcán le dé un respiro a los vecinos de La Palma, el cortejo volvió a formar rumbo de nuevo a la Capilla Real para devolver pendón y espada. El alcalde agarró por última vez el acero que dice quién es el que manda en Sevilla, pero lo tuvo que soltar como hará en breve con el cargo. “Habéis cumplido vuestra palabra”, tronó la voz del canónigo, pero se refería a que las insignias del rey santo habían sido devueltas en perfectas condiciones, así que todos pudieron irse sin que cayera sobre nadie el peso de las leyes de Castilla… incluido un Espadas que le dijo así adiós a una espada de mando municipal que el año que viene agarrarán otras manos.
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