“Sí, sí... Los periodistas vienen por aquí cuando empieza la campaña de frío y, sobre todo, en Navidades, para saber qué menú se sirve el 25 de diciembre en el centro”. Son palabras de Sonia Morán, trabajadora social y directora de la Unidad Municipal de Emergencias Sociales y Exclusión Social de Sevilla (UMIES), durante una visita realizada por eldiario.es Andalucía al Centro de Acogida Municipal.
Las palabras de Sonia invitan a la reflezión. ¿Es cierto que el interés por el sinhogarismo se circunscribe a unas fechas concretas? ¿Sólo nos acordamos de que hay personas que no tienen un lugar donde vivir cuando se acerca el frío? ¿La ciudadanía tiene interés en saber el menú navideño que se sirve en los albergues para personas sin hogar?
Esa afirmación de Sonia ronda durante toda la visita que hacemos al Centro de Acogida Municipal, en la que nos acompañan también el jefe de Sección de Emergencia Social y Personas sin Hogar del Ayuntamiento, el psicólogo Pablo Real Heredia, y el coordinador de la Unidad de Acogida del UMIES, Ignacio Osuna, también trabajador social.
El Centro de Acogida municipal es uno de los recursos que compone la oferta de alojamiento de la capital andaluza para evitar que haya personas sin hogar y en situación de exclusión social que se vean obligadas a pernoctar en la calle ahora que llega el invierno. Allí nos explican de qué manera trabajan desde la Unidad Municipal de Emergencias Sociales y Exclusión Social de Sevilla en la denominada 'Campaña de frío'.
Un vínculo de confianza
Lo hacen, por un lado, a través de equipos de calle (formados por trabajadores sociales, monitores y psicólogos) que 'barren' todos los distritos de la ciudad, a través de rutas programadas, con el objetivo de que las personas que lo necesiten accedan a alguna de las plazas que ofrece la red municipal para no dormir en la calle. “Es un trabajo que se hace en la calle con estas personas, con las que se establece un vínculo para que acaben accediendo al recurso”, explica Pablo Real.
Se trata de un trabajo continuado y perseverante porque estos profesionales se relacionan con personas que viven en la más completa exclusión, que en muchos casos han perdido la noción del tiempo, de lo que significa cualquier tipo de norma y que tienen algún tipo de adicción, dependencia o de problema de salud mental. “Hay que ir poco a poco fraguando un vínculo de confianza”, explica Sonia, que nos cuenta que en muchas ocasiones la campaña de frío sirve de “enganche”, como un primer escalón de acceso, para que personas que viven de manera crónica en la calle accedan a programas de atención social más sistemáticos y personalizados.
Formas de activar los recursos
Tomando como referencia el número de 370 usuarios y usuarias en seguimiento por parte del equipo de trabajo de calle del UMIES, se contabilizan un total de 73 personas con perfiles cronificados, de larga trayectoria en la calle, lo que implica un porcentaje cercano al 20% del total, según los datos facilitados a este diario por el Consistorio hispalense.
“Lo importante es que primero confíen en los profesionales para charlar”, lo que implica que, en algunas ocasiones, aunque estos trabajadores normalmente van uniformados, prescindan de su atuendo habitual, cuando se considera que puede ser un obstáculo para el desempeño exitoso de sus misión. “Hay algunos que han tardado cuatro o cinco meses en saludarte y decirte buenos días o buenas tardes”, dice Pablo.
“Por nuestra parte, es importante que respetemos sus tiempos y, por ejemplo, que respetemos su sueño, porque son personas”, dice el responsable de la Sección de Emergencia Social municipal, que explica que si, durante sus rutas, los equipos municipales encuentran a personas que están durmiendo en el momento en el que van a realizar su intervención, vuelven en otro momento para hacer su trabajo.
Otra de las formas de activar los recursos de la campaña de frío es a través del Equipo de Emergencias, que se pone en marcha cuando hay alguna petición de la ciudadanía o del 112, Policía Local, Bomberos y Protección Civil, cuando detectan personas necesitadas en situaciones de emergencia social. La tercera vía por la que se activa la constituye el propio albergue municipal en sí mismo, cuando las personas llegan directamente a sus puertas solicitando un recurso de este tipo.
“No se puede obligar a nadie”
Por zonas, los Distritos Casco Antiguo, Triana y Macarena concentran la mayor parte de las personas sin hogar de la ciudad, según nos indican estos profesionales. Asimismo, el perfil de estas personas es muy variado y va desde personas en tránsito, desubicadas, que por alguna circunstancia han recalado en Sevilla y no han podido marcharse, temporeros, personas con problemas de adicciones, con problemas de salud mental, parados de larga duración y personas que no cuentan con una red de apoyo socio familiar.
Sólo el 25% de las personas usuarias del Centro de Acogida Municipal son mujeres. Es decir: sólo una de cada cuatro. Se trata de una cifra llamativa que se debe, explican los trabajadores, a que la presencia en la calle de las mujeres es mucho menor, y que “la exclusión femenina tiene otras caras”, otras formas de manifestarse.
La voluntad de la persona a acceder al sistema que les posibilita no dormir en la calle es primordial, porque no se le puede dar un recurso a una persona que no quiere recibirlo, dicen. En ello insisten una y otra vez. “No se puede obligar a nadie”. Y la cuestión es que, en muchas ocasiones, la propia voluntad de la persona que se halla en una situación exclusión extrema se encuentra cercenada debido a su propia incapacidad para decidir, ni siquiera para aceptar el recurso, para decir sí.
“Nadie está en la calle porque quiere”
“Nadie está en la calle porque quiere”, subrayan estos profesionales, que indican que para que una persona se vea en este tipo de circunstancias hay un proceso largo y complejo en el que confluyen multitud de factores.
Situado en el Barrio de la Macarena de Sevilla, el Centro de Acogida Municipal es uno de los dispositivos municipales destinados a atender a personas sin hogar cuando llegan los meses de bajas temperaturas, al igual que el Centro Miguel de Mañara, colindante al anterior y que dirige la comunidad vicenciana. Subvencionado por el Consistorio, cuenta también con plazas para la denominada Campaña de Frío. Visitamos también este centro, que está dirigido por religiosas de las Hijas de la Caridad. Durante nuestro recorrido nos acompañan sor Magdalena, sor Margarita, y Auxi y Mariluz, psicóloga y trabajadora social, respectivamente.
El Centro Miguel de Mañara está destinado al colectivo de personas sin hogar de especial vulnerabilidad y convalecencia por enfermedad física y psíquica y cuidados en situaciones terminales. En un clima hogareño se propician hábitos saludables de alimentación, higiene y cuidado personal y se trabaja en la inserción laboral mediante actividades formativas (tienen un taller de informática y otro de encuadernación). Las personas beneficiarias deben respetar una normas estrictas para su mantenimiento.
El puchero del Miguel de Mañara
Es casi mediodía y lo primero que nos llama la atención es el rico olor a puchero casero. “En esta época, a partir de que empieza el frío, no nos falta un buen puchero”, nos cuenta sor Magdalena, que nos explica que las personas residentes aprecian mucho que las hermanas de la comunidad que dirigen la institución vivan en el mismo centro, bajo el mismo techo que las personas usuarias de la casa.
Nos muestran el módulo efímero que instalan, como cada año, para dar cobijo a personas que, si no dispusieran de estas plazas, dormirían en la calle. “Firme en el fin y flexible en los medios”, es una frase que sor Magdalena atribuye a San Vicente y que bien podría ser el lema de esta institución. La anterior ha sido la primera noche de la campaña de frío y se ha desarrollado con total normalidad. En este periodo, se debe compaginar la labor que desarrolla este centro con los residentes que tienen acogidos en programas personalizados, con las personas que acuden y se alojan en él por motivo de las bajas temperaturas.
En conjunto, entre recursos municipales, aportados mediante convenios con entidades sociales y religiosas y pisos tutelados, la cifra de plazas para dar respuesta a las personas sin hogar alcanza las 498, frente a las 450 del año pasado, según asegura el Ayuntamiento hispalense, que tiene activada desde el pasado día 11 de noviembre la Campaña de Frío 2019, si bien los trabajos preparatorios comenzaron una semana antes con la localización de las personas o grupos de éstas que pueden necesitar ayuda cuando bajan los termómetros porque viven en la calle.
El debate sobre si los recursos que se habilitan desde los poderes públicos son suficientes para hacer frente al fenómeno del sinhogarismo está abierto y se reaviva cada año con la llegada del frío.
Lo que no se nombra no existe
Pero, lo cierto es que el fenómeno está ahí siempre, con independencia de la temperatura que haya. Precisamente para visibilizarlo, bajo el lema “Somos lo que no ves”, se ha desarrollado hasta el 28 de noviembre la Semana de las Personas sin Hogar, organizada por el Ayuntamiento de Sevilla y las Entidades de la Mesa Estratégica de Personas sin Hogar.
Lo que no se nombra, no existe. Y del mismo modo que las palabras ayudan a visibilizar determinadas situaciones, como ha ocurrido, por ejemplo, con el recientemente acuñado término “aporofobia”, puede que el desarrollo de esta semana haya servido para concienciar sobre este problema y hacerlo visible más allá de cuando llega el frío a nuestras ciudades o la Navidad a nuestros hogares.