Policía, atleta y madre: la historia de Carmen Merino Blatnik y su “lucha contra un muro”
Esta agente sevillana compagina su trabajo con el entrenamiento y la crianza de tres hijos. “Cuando haces lo que te gusta, sacas tiempo de donde sea y no te cuesta”, aunque sea a costa de “renunciar” en un mundo en el que “todavía tenemos que demostrar mucho las mujeres”
Cuando Carmen Merino Blatnik sale de trabajar, se cambia el uniforme de la Policía Nacional por la ropa de deporte. Lo que no cambia en ningún caso es su rol de madre. Ese es, para ella, el pilar “principal” de los tres que definen la vida de esta sevillana de 42 años: el trabajo, el atletismo y, “ante todo”, la maternidad, que lleva adelante en solitario. Y aunque sostiene, “no me cuesta nada compaginar” obligaciones laborales con vida personal porque “hago lo que me gusta”, reconoce que “no es nada fácil”. Tanto que la conciliación implica “renunciar” a sus ambiciones profesionales.
De hecho, en la actualidad trabaja en la oficina del Cuerpo Nacional de Policía cuando a ella lo que le apasiona es “la calle”. “Son las facilidades que me dan para conciliar”, explica la agente después de expresar que se siente “afortunada” de tener una profesión que permite a hombres y mujeres acogerse a medidas de conciliación. Al margen de las consecuencias que ha tenido que “aceptar” por ser madre, siente que como mujer “todavía hay que demostrar mucho” en un mundo que se sigue asociando a la masculinidad.
En el terreno profesional, su mayor aspiración ha sido siempre pertenecer al Grupo Especial de Operaciones (GEO), la unidad de élite de la Policía Nacional, cuyas pruebas de acceso exigen las mismas marcas para ambos sexos. Carmen era consciente de la complejidad y, aún así, con 30 años afrontó el reto de prepararse por primera vez para entrar en un cuerpo en el que todavía no ejerce ninguna mujer desde que se convocó en 1977. Pese a haber superado las pruebas físicas, las esperanzas se desvanecen en la fase de entrevista. “Es como luchar contra un muro”, lamenta ahora sin descartar volverlo a intentar cuando se recupere definitivamente del embarazo de su tercer hijo.
Atletismo como estilo de vida
Hoy la agente recuerda esa etapa como “la más dura” de su trayectoria, porque se embarcó en una exigente preparación con dos niños pequeños “tirando completamente sola”. Con todo, el empeño sirvió para llamar la atención de veteranos entrenadores de atletas que, al ver sus ganas y condición física, le propusieron acompañarla en el camino del atletismo. A partir de ese momento, la agente hizo del deporte “un estilo de vida” y comenzó a perfeccionar su técnica, prosperando en las pruebas de velocidad y medio fondo.
Los resultados se hicieron notar pronto y se constataron en el momento en que empezó a alcanzar los primeros puestos en los campeonatos en los que fue participando, tanto en el circuito federativo como en las competiciones nacionales e internacionales de policías y bomberos. De todas las medallas que conforman su palmarés, Carmen considera que el mayor reconocimiento a su esfuerzo llegó en 2018, cuando el Cuerpo Nacional de Policía le condecoró con la Cruz con distintivo Blanco por los méritos deportivos como agente, tras su paso por la XVII edición de los Juegos Mundiales de Policías y Bomberos que se celebró en Los Ángeles, de donde regresó la sevillana con cinco medallas de oro y una de bronce en pruebas de velocidad.
A los 42 años sigue compitiendo y sumando logros. El último, este pasado fin de semana en el Campeonato de España de Atletismo que se ha celebrado en Antequera, donde ha quedado primera por equipos junto al club Nutrisport Atletismo Biznaga de Málaga al que pertenece en estos momentos. Actualmente, por las tardes, además de dedicar tiempo a su entrenamiento personal, la atleta asesora y guía en su preparación para la Policía a un grupo de jóvenes opositores que ven a Carmen como “un referente”.
Más allá de los éxitos que ha ido cosechando sobre la pista, para esta sevillana su mayor triunfo son sus tres hijos de 18 y 14 años, y el pequeño de 8 meses. “Me encanta ser madre, todo lo he hecho con ellos”, reconoce con el rostro iluminado al contar que la han acompañado en sus entrenamientos y competiciones. Ahora los mayores “son también deportistas” gracias a haber crecido en un “ambiente sano” y rodeado de “valores”. “El parque del niño es este”, sonríe señalando la pista de atletismo del polideportivo San Pablo, donde acude por las tardes a entrenar después del trabajo con su bebé, al que pasea por la pista a modo de calentamiento.
“¿Cómo lo hago? No lo sé”
La luz que irradia Carmen cuando habla de maternidad contrasta con la imagen que desprende cuando se pone el uniforme. “Me transformo”, admite entre risas, afirmando que “me sale solo”. Sin embargo, es consciente de que forma parte del “papel” que todavía se ven obligadas a hacer las mujeres para ganarse el respeto de los compañeros. “Si no, te comen”. A modo de ejemplo, explica que “si estás en la calle, no es algo descarado, pero a lo mejor ponen el pecho delante y muchas veces he tenido que ponerlo yo como para decir que yo también puedo protegerlos a ellos, que yo también estoy en primera línea”, apunta la agente.
Esa fortaleza que tiene que demostrar durante su ejercicio profesional la ha llevado en su vida personal a no querer “dejar mis responsabilidades a nadie”. Por eso, mientras se preparaba las pruebas de los GEO sentía que le correspondía a ella cuidar de sus hijos y no pedía ayuda a ningún familiar. “Ahora es diferente”, comenta. Sus dos hijos mayores son casi independientes y entiende que sus padres también quieren disfrutar de su faceta de abuelos, así que deja al pequeño con ellos más a menudo. En cualquier caso, asevera que “nunca” ha vivido la maternidad como “un problema”, aunque haya tenido que “renunciar siempre a todo”. “Además, de madre soltera, que es todo más complicado”, admite Carmen antes de añadir: “Pero, al final, cuando haces lo que te gusta, sacas tiempo de donde sea y no te cuesta”.
Para ella, los hijos “son mi motivación”, “disfruto mucho siendo policía” y el deporte es su desconexión. De modo que aun sintiendo “frustración” en algunos momentos, se siente agradecida de poder levantarse a diario para ir a trabajar, de poder disfrutar de sus hijos en los ratos libres y de ayudar a otros jóvenes a lograr sus objetivos. Al repasar su día a día, ella misma confiesa que a veces se pregunta “cómo lo haces”. Y no sabe qué responder. “Pero lo hago”. Sin olvidarse de sí misma: “No me falta un día libre a la semana solo para mí”.
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