Regalar ilusión a quien más lo necesita, el origen social de la Cabalgata de Sevilla que continúa en el corazón del Ateneo

Una comitiva encabezada por tres virreyes visitan y reparten juguetes entre los niños acogidos en la Casa Cuna, 1936

Sara Rojas

4 de enero de 2024 06:00 h

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Mucho ha cambiado la Cabalgata de Reyes Magos de Sevilla desde aquel “modesto” cortejo que salió el cinco de enero de 1918 del teatro San Fernando, impulsado por el espíritu solidario de un grupo de ateneístas que soñaron con repartir ilusión entre los niños y niñas que pasaban la noche más mágica del año en hospitales, asilos u orfanatos. Entonces, fue la primera vez que sus majestades los visitaron, “montados a caballo” junto a otros jinetes e infantes con sus séquitos, acompañados de “borriquillos que portaban en sus angarillas los juguetes y dulces” que se iban a repartir entre “los niños desvalidos o enfermos”. Pese a los cambios de cariz técnico, logístico y estético (vinculados a la tracción y al montaje de las carrozas, al tamaño y al esplendor que han ido adquiriendo), esa vocación social que radica en el origen de este proyecto sigue bombeando el corazón del Ateneo de Sevilla, la entidad que organiza desde hace 106 años este evento.

“El Ateneo hoy día no se entiende sin la Cabalgata, pero tampoco sin la acción social”, resume José Antonio Romero, vocal de esta rama en la actual junta directiva de la institución, remarcando así que la labor social sigue siendo un “pilar fundamental” del Ateneo. De hecho, aunque con el tiempo se haya impuesto el carácter festivo y la expectación por los regalos que va a lanzar el cortejo, la acción social sigue latiendo bajo el colorido que se despliega en la ciudad la víspera del Día de Reyes. Tanto es así que el requisito para poder participar en la Cabalgata es contribuir con la donación de alimentos. Como señala José Antonio Romero, a cada una de las carrozas se le asigna un producto determinado (aceite de oliva, chocolate, galletas, mantecados o roscón de reyes) que todos sus integrantes han de aportar en el momento de inscribirse.

Esa es una de las dos campañas que el Ateneo de Sevilla pone en marcha cuando vive su particular “cuaresma” con la llegada de las fiestas navideñas, como lo expresa el vocal de acción social, quien celebra que este año se hayan recaudado 1.500 kilos de alimentos que se repartirán entre familias en riesgo de exclusión social (bien de forma directa o a través de entidades colaboradoras). La otra iniciativa solidaria que vertebra la acción social de esta centenaria organización durante las navidades es la recogida de juguetes nuevos para niños que, de otra manera, no abrirían regalos el Día de Reyes. En esta edición, se han entregado ya unos 6.000 juguetes a las entidades adheridas al convenio de colaboración de acción social, como hermandades, cáritas y unidades de trabajo social municipales.

De la función de los virreyes a la 'segunda cabalgata'

Todo lo anterior atestigua que ese “marcado carácter social que fue la génesis de la Cabalgata se sigue manteniendo igual de vivo en nuestros días”. De ello dejó constancia Rocío Lara como miembro del Ateneo, al afirmar que “si bien las carrozas han evolucionado mucho en su estética, el espíritu de ayuda al necesitado se mantiene igual que antes: la visita a los hospitales, el reparto de alimentos y juguetes a familias que lo demandan sigue siendo la esencia un siglo después de la obra social por excelencia del Ateneo”, tal y como se puede leer en el libro publicado en 2017 con motivo del centenario de la Cabalgata de los Reyes Magos.

En este volumen se recogen algunas de las imágenes que se conservan de esos 100 años de historia, conformando así una especie de guardián de la memoria de las navidades sevillanas. A lo largo de sus páginas, se puede apreciar la evolución que han experimentado las carrozas al compás de las diferentes épocas (de estar tiradas por bueyes y mulas, a remolcadas por vehículos todoterreno), pero también se palpa el latido de esa “misión” social que se sembró en los orígenes de la Cabalgata y ha continuado dando frutos década tras década.

El germen de la labor asistencial del Ateneo lo sitúa Alberto Máximo Pérez Calero –quien fue su presidente durante doce años– en la figura ya extinta de los virreyes. Como delegados de los Reyes Magos, recorrían en vespa la ciudad, deteniéndose en los diversos hospitales y centros de acogida de menores con el cometido de hacer entrega de “dulces y juguetes” a los pequeños más necesitados, en representación de sus majestades.

El doctor Pérez Calero reconoce que a ojos de la sociedad prevalece el aspecto festivo de la Cabalgata, pero recuerda que esta fiesta ha perpetuado el legado de esa vocación social de “estar del lado de los más desfavorecidos” que plantaron sus promotores. Al hilo, comenta que su equipo trató de retomar la labor de los virreyes, pero adaptándola a las circunstancias y a la vida de la propia ciudad. De modo que ante la imposibilidad de dar continuidad a la visita de todos los hospitales dada la cantidad de centros que fueron proliferando, se terminó instaurando la tradición de la llamada entre los ateneístas como 'segunda cabalgata'.

Se trata de un ritual poco conocido en la ciudad que se lleva a cabo una vez que el cortejo oficial se recoge, de acuerdo con la explicación que comparte con SevillaelDiario.es el vocal de acción social del Ateneo. Es en ese momento cuando los tres Reyes Magos, junto a otros personajes de la Cabalgata y miembros de la junta directiva de la entidad organizadora, se dirigen a uno de los centros hospitalarios de la ciudad (este año le toca el turno al Virgen del Rocío) para entregar en persona juguetes a los niños hospitalizados, así como “darles apoyo y ánimo” a sus familiares y al personal sanitario que los está cuidando y “arropando” en fechas tan señaladas para los más pequeños. Esa imagen es precisamente la que protagoniza el cartel de la Cabalgata de este 2024, donde se refleja “la emoción” de quienes viven ese instante de magia e ilusión desde un lugar “caracterizado por la tristeza”.

Repartiendo solidaridad durante todo el año

Si bien la labor benéfica del Ateneo se intensifica en la recta final del año (al igual que las cofradías intensifican su actividad en vísperas a la Semana Santa, por continuar con el símil de José Antonio Romero), la acción social de esta centenaria institución se prolonga durante los 12 meses. “Siempre estamos atentos a las necesidades que van surgiendo en nuestro alrededor”, asegura al respecto el vocal del ramo. Como muestra, menciona la campaña de reparto de ventiladores “cuando llegan las calores a Sevilla” o la movilización de recursos de primera necesidad ante emergencias o catástrofes humanitarias de índole internacional, como la guerra de Ucrania o el último terremoto que azotó Marruecos.

Asimismo, Romero aprovecha para poner el foco en una de las acciones que promueve su entidad y que menos se conoce en la ciudad: “Durante todo el año estamos proporcionando actividades socioeducativas a un grupo de niños del centro de acogida Luis Toribio de Velasco”. Así pues, “al menos una vez al mes”, el Ateneo facilita a estos jóvenes tutelados por la Junta de Andalucía una determinada actividad social, que alterna el carácter educativo con el lúdico, ofreciendo excursiones a la playa o a un parque de atracciones, además de realizar actividades culturales. Estos niños reciben también del Ateneo ayudas para material escolar que se distribuyen igualmente en otras zonas desfavorecidas de la ciudad, como Polígono Norte, Polígono Sur o Los Pajaritos.

De esta forma, el trabajo de los miembros del Ateneo no solo se centra en regalar ilusión a niños y mayores la noche de cada cinco de enero, sino en “atender las necesidades primarias de los más necesitados” durante todo el año. Por eso, después de enumerar las campañas que desempeña su equipo en el área de acción social, José Antonio Romero agrega: “No hacemos nada que no se viniera haciendo ya”. Con esta afirmación, el vocal evidencia que la labor humanitaria de la institución que representa es tan longeva como la Cabalgata que lleva 106 años organizando. Todo gracias a “un equipo de voluntarios que se entrega” con la misión social originaria, movidos todavía por el “espíritu de ayuda” que latía hace un siglo y continúa haciéndolo en el corazón del Ateneo sevillano.

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