Ella suele ir todo el año disfrazada de Joker pero todas las noches de Halloween (de Todos los Muertos, como a ella le gusta llamar a tan entrañable velada) elige un disfraz muy especial.
A la Alcaldesa sin cabeza le gusta vestirse todos los años de Sleepy Hollow.
Nadie ha podido convencerla de que tal nombre hace referencia al valle donde se desarrollan el famoso cuento y película, no, no, ella quiere ir de Sleepy “Botella” Hollow. Dice que el disfraz de amazona decapitada le va como anillo al dedo. Y los sastres de la corte se afanan por complacerla.
Cuenta la leyenda (¡niñas y niños, tapáos los oídos!) que Ana baja todas las noches de Halloween desde su chalet de Boadilla el Monte escondida tras su disfraz de caballera oscura. Le gusta recorrer la ciudad en busca de víctimas propiciatorias: un presupuesto de cultura, ¡zas!, una sala de conciertos, ¡zas!, una guardería pública, ¡zas!, un teatro municipal, ¡zas!, (Florentino Pérez, al otro lado, va recogiendo con una mano las cabezas cortadas y con la otra haciendo caja), un centro de prevención de violencia machista, ¡zas!, una plaza sin terrazas ni nada, unos servicios de limpieza sin impuestos extra, ¡zas!...
Suele acabar en un after para corruptos que hay en los bajos de Génova, rodeada de todo tipo de especímenes de su partido (sin disfrazar). A tope sin drogas. La impunidad, que sube mazo.
Así que si salís esta noche y tenéis la mala suerte de encontraros con ella, sacad las uvas y disimulad. Sleepy “Botella” Hollow ya ha desmostrado su sanguinaría habilidad para acabar con todo lo que toca.
¡Tengan cuidado ahí fuera...!
La ciudad está oscura y ella campa a sus anchas... Y sin cabeza.
Ella suele ir todo el año disfrazada de Joker pero todas las noches de Halloween (de Todos los Muertos, como a ella le gusta llamar a tan entrañable velada) elige un disfraz muy especial.
A la Alcaldesa sin cabeza le gusta vestirse todos los años de Sleepy Hollow.