Es la hora de los enfermos crónicos. A los grupos considerados con “condiciones de muy alto riesgo” por sus patologías se les vacunará contra la COVID-19 en España, si no les ha tocado antes por su edad o profesión, “en simultáneo” a las personas de entre 70 y 79 años. Hasta ahora quedaban a la cola, pero con casi el 100% de los mayores de 80 con al menos una dosis, les toca. Casi todas las comunidades están ya citándoles esta semana, incluso a pesar del retraso de Janssen. La lista decidida por la Ponencia de Vacunas del Ministerio de Sanidad, con la colaboración de la Federación de Asociaciones Científico-Médicas y participación de las Comunidades Autónomas, la forman apenas unas 365.000 personas. Es el mínimo, explican los especialistas: se ha priorizado en una primera fase a las que corren el peligro más extremo, como las personas en quimioterapia, y la previsión es que se extienda en el futuro a otras que también llevan toda la pandemia considerándose de riesgo. Varias asociaciones de pacientes llevan semanas en comunicaciones con el Ministerio para que esa ampliación se haga cuanto antes, pero la respuesta que tienen es que las dosis por ahora siguen siendo limitadas.
La clasificación deja fuera, por ejemplo, a los enfermos de EPOC (enfermedad pulmonar obstructiva crónica), que sí están incluidos como prioritarios en Reino Unido o Portugal, y que suponen en España unas 2,9 millones de personas. Tampoco los de diabetes, unos 6 millones en total, aunque entre ellos hay enfermos de muy distinto grado y riesgo de COVID-19 grave. Los que sí están incluidos son: aquellos que tienen hecho un trasplante o están en lista para ello; en diálisis; con cáncer de sangre o de órgano sólido o de pulmón en quimioterapia; con inmunodeficiencia grave primaria; con VIH e inmunodeprimidos; y también las personas con Síndrome de Down mayores de 40 años. A los enfermos crónicos se les puede dar cualquiera de las vacunas disponibles. Se recomienda, si se puede, las dos de ARNm (Moderna y Pfizer), aunque desde el Ministerio aseguran que la Ponencia de Vacunas sigue definiendo este extremo.
Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología y firmante de la estrategia nacional de vacunación, explica que “fundamentalmente se ha incorporado en una primera fase a las personas con las patologías con las que el SARS-CoV-2 es más lesivo. Pero es una primera fase, poco a poco se irán incorporando más cuando haya más disponibilidad de vacunas”. Para ello desarrollan “perfiles de mortalidad” pero también “criterios poblacionales”. García Rojas señalaba, además, que era más difícil agrupar a estas personas que a los diferentes grupos de edad, porque el registro es más complejo. El documento del Ministerio especifica que la edad “es el principal factor de riesgo alto de enfermedad grave y muerte, seguida por ciertas condiciones”, y se cita un estudio de Nature que, aunque presenta problemas de salud como la obesidad como factores, sí apunta a la edad avanzada como lo más relacionado con la mortalidad. Además de eso, argumentan que se ha tenido en cuenta “la accesibilidad y factibilidad y el número de personas total que supone cada uno de los diferentes grupos de muy alto riesgo”.
José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Enfermería y Vacunas, considera que, aunque “se podría haber incluido a otros grupos”, lo que han hecho los profesionales responsables del plan ha sido “priorizar a los más graves” ante la imposibilidad de incluirlos a todos. Pere Godoy, de la Sociedad Española de Epidemiología, sí cree que hay “evidencia clara de que hay grupos muy numerosos que evitarían hospitalizaciones y UCI de estar vacunados, como los que tienen EPOC. Confío en que se vaya corrigiendo”.
Los pacientes, presionando y en un “embudo”
Una de las organizaciones que lleva reuniéndose con el Ministerio por este asunto meses, desde el pasado otoño, es la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP). En febrero, cuando la mayoría de países europeos ya habían definido sus grupos y España todavía no lo había hecho, emitieron un informe repasando opciones, e incluían como prioritarios a los pacientes de enfermedades neurológicas o de corazón. Los grupos se definieron finalmente el 12 de marzo y “se quedó todo bastante corto”, en palabras de su presidenta, Carina Escobar. Escobar comprende el argumento de que las dosis no son infinitas, pero “cuando esto se aprueba, había menos vacunas que ahora en abril”, cuando Pfizer ya ha aumentado sus remesas a más de un millón semanales. No compra, sin embargo, el argumento de que sea más complicado llamarles a ellos que hacerlo por edades: “Cada hospital tiene una lista con sus pacientes y sería sencillo”.
“La realidad –sigue Escobar – es que tenemos más vacunas que en febrero, pero hay un montón de gente vacunada por su profesión esencial [con AstraZeneca, por la primera limitación a menores de 55 años] a la vez que se ha generado un embudo de personas sin vacunar con riesgo por enfermedad y por estar en exposición constante, al tener que ir mucho al hospital. Los que se han vacunado han sido por edad, pero hay muchos de 50 años”. La POP, propone añadir sí o sí la inmunodeficiencia grave por cualquier motivo, es decir, no solo la “primaria” que está contemplada y que se da por motivos genéticos, sino también la generada por cosas como estar en tratamiento con corticoides. Siguen reuniéndose regularmente con el Ministerio y afirman que lo que les dicen es que las patologías que barajan añadir en las próximas semanas son “la inmunodeficiencia grave –como les piden de forma urgente–, la fibrosis quística, enfermedades respiratorias, y cardiopatías”.
Otro órgano que se ha reunido a menudo con el Ministerio es la Federación Española de Diabetes. Uno de sus directivos, José Antonio Saz, explica que no piden que se incluya a los seis millones de diabéticos que calculan que hay en España, porque no todos tienen el mismo riesgo y hay personas más urgentes de vacunar que alguien joven con diabetes pero en buen estado de salud. También ven complicado de definir por grupos qué es una “diabetes descontrolada”, que sí puede implicar más peligro. Así que indica que su propuesta es que se incluya a “personas con diabetes que tengan esa enfermedad y otro tipo de complicaciones. Ya sea porque tengan comorbilidades, edad u otras patologías, o que estén expuestas”. Es decir, por ejemplo, que una persona de 65 con diabetes vaya antes que una persona de 65 sana.
En una comunicación del 23 de marzo que ha podido leer elDiario.es, el Ministerio les dice que “se tendrá en cuenta su demanda”, pero alegan que están pendientes de que se incremente el suministro e insisten en que priman “siempre el factor edad, que es el que más influye en la morbimortalidad”.
Otras propuestas, pero también a la espera de dosis
Más instituciones han elaborado documentos en estos meses de campaña histórica. La Sociedad Española de Salud Pública e Higiene (SEMPSPH) emitió uno en febrero, antes de la decisión oficial. Incluían en riesgo muy alto, con evidencia “fuerte y bien demostrada”, tener tres o más comorbilidades, y la obesidad mórbida, entre otras como el Síndrome de Down (que sí está contemplado). Y con evidencia “clara pero no tan directamente proporcional”, la diabetes mal controlada o las enfermedades hepáticas. El doctor José Luis Barranco, uno de los firmantes, entiende que el documento fue “de ayuda en la toma de decisiones”, pero “por desgracia, no se puede llegar a todo, aunque obviamente a nosotros nos gustaría, pero hay que tener en cuenta la cantidad de gente y la accesibilidad. El documento describe una situación ideal”.
Otro similar lo emitió FACME (Federación de Asociaciones Científico-Médicas) antes de que finalizase la elaboración de la versión de la estrategia nacional en la que colaboraron. En su caso, como pedían en la POP, incluyendo inmunodeficiencias por cualquier motivo. El doctor Marcos López Hoyos, presidente de la Sociedad Española de Inmunología y como tal parte de la FACME, también achaca las limitaciones a la “disponibilidad y previsión de dosis”, aunque cree que deberían haber ido antes algunas de estas personas que los profesionales esenciales jóvenes.
En la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, también parte de FACME, insisten en que se incluya a pacientes con EPOC, los más evidentes, pero no solo; también los que tienen fibrosis pulmonar, “deberían ser prioritarios”, según el doctor Felipe Villar, jefe asociado del Servicio de Neumología del Hospital Universitario Fundación Jiménez Díaz. Aunque también, con grados complejos de definir: “Hay gente con ventilación mecánica, otros mucho más leves”. Villar destaca que además es necesaria una tarea en las consultas para conseguir “que ninguno de estos pacientes tenga miedo a vacunarse”.