Jacinto Lara, abogado: “Billy el Niño' ha fallecido bajo el manto protector del Estado español”
La muerte por coronavirus del expolicía acusado de torturas Billy el Niño evidencia un síntoma que aqueja a la democracia española: la impunidad del franquismo. Así lo piensa el abogado de la Coordinadora Estatal de Apoyo a la Querella Argentina (CeAQUA), Jacinto Lara. España “ha protegido, premiado, condecorado y amparado a este criminal”, dice en esta entrevista con eldiario.es el también expresidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España sobre Antonio González Pacheco, uno de los símbolos de la represión de la dictadura de Francisco Franco que ha fallecido con sus medallas y sin ser juzgado.
Billy el Niño ha muerto sin rendir cuentas ante un tribunal.
Lamentablemente. Y eso genera impotencia, frustración y sobre todo un desamparo brutal a todas las personas que sufrieron graves violaciones de los derechos humanos y que padecieron sus crímenes. Pero esto trasciende a cuestiones estrictamente personales porque fallece bajo la protección y amparo de un Estado democrático y, desde este punto de vista, esto es insostenible y execrable.
¿Es una muestra de que la impunidad del franquismo reina en España?
Sí, lo pone una vez más de manifiesto. El Estado en su conjunto ha protegido, premiado, condecorado y amparado a este señor, a este criminal. Con lo cual el Estado español se convierte en cómplice de sus crímenes y de los de otros criminales franquistas. Y eso como consecuencia de una política de impunidad mantenida durante más de 40 años.
Esta situación contrasta con el rechazo social que provocan en gran parte de la sociedad estos criminales y sus crímenes. Pero desde la clase política ha habido una intención de garantizar esta impunidad que ha sido posible desde una coordinación perfecta entre los tres poderes del estado.
¿Y por qué España no ha juzgado su supuesta participación en un crimen sistemático de torturas a presos políticos?
Las claves de la impunidad se desarrollaron como sistema fundamental durante la denominada Transición política. Nuestro país olvidó totalmente a todas aquellas personas que han sufrido graves violaciones de los derechos humanos durante la dictadura franquista. Y este sistema ha sido debidamente desarrollado durante 40 años de democracia. Prueba de ello es que no ha habido en ningún momento una verdadera voluntad política de cambiar esta situación. Esto genera desmemoria y desprotección a todas víctimas.
Ha sido presidente de la Asociación Pro Derechos Humanos de España. ¿Este grado de impunidad que señala es una anomalía en Europa?
En el contexto europeo, por supuesto, somos la excepción. Todos los sistemas dictatoriales que se implantaron en Europa durante los años 30 y 40 fundamentalmente, y sus responsables, fueron juzgados. Con dificultades, pero fueron juzgados y esos aparatos represivos fueron depurados. Aquí, en España, nada. Ni de forma siquiera similar.
En el ámbito internacional, en los estados que han ejercido represión contra su propia población, la impunidad sí ha sido más una norma habitual. Pero sí está Argentina, que ha desarrollado la protección a todas las personas que sufrieron violaciones de los derechos humanos. El caso argentino es un referente. Además porque tuvieron ese viaje de ida y vuelta que ofrece la jurisdicción universal con causas impulsadas desde Madrid y que favorecieron ese cambio en la mentalidad de la sociedad argentina.
¿Qué le falta a España para vivir ese cambio?
Básicamente lo que falta es voluntad política. Existe un movimiento ciudadano muy potente a nivel del Estado y muchas instituciones implicadas. También fortaleza jurídica, nos asiste la razón desde el derecho internacional y los derechos humanos.
¿Cómo soporta una sociedad democrática este olvido impuesto?
Puede haber una parte de la sociedad que esté de acuerdo o no le incomoden estas políticas de olvido y desmemoria que se han desarrollado en democracia. Pero socialmente sí hay una mayor concienciación en este ámbito que se ha ido desarrollando estos últimos años. Las políticas públicas en materia de Memoria Democrática están ahora mismo en la agenda de la práctica totalidad de los grupos políticos, sin contar a la derecha.
La Memoria está en la agenda como elemento principal y esto no sucedía hace unos años. Esto es por este movimiento muy fuerte que reclama la implantación de unas políticas públicas que atiendan los principios básicos de verdad, justicia, reparación y garantías de no repetición.
Participa como abogado en un proceso de querellas de algunas de las víctimas de Billy el Niño. ¿En qué situación se encuentran esas causas?
Desde la CeAQUA hemos venido impulsando desde junio de 2017 la presentación de diferentes querellas en las que se denunciaban delitos por torturas en un contexto de crímenes contra la humanidad. Contra Antonio González Pacheco se han presentado 18 querellas en las que aparecen también otros policías.
Se trata de que él no participaba solo en las torturas. También estaban otros policías de la BPS, algunos identificados y otros no. La justicia debería investigar e identificar a los implicados. Pero todas las querellas presentadas están archivadas, inadmitidas a trámite. Hay presentados recursos de apelación ante la Audiencia Provincial y posteriormente demandas de amparo ante el Tribunal Constitucional (TC). La mayoría están pendientes de resolver, aunque en algunos casos el TC ya ha las ha inadmitido a trámite y se ha presentado reclamación ante el Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas.
¿Cuál es el sentimiento entre las víctimas, en los colectivos de Derechos Humanos? ¿Qué le llega el día que muere Billy el Niño?
Lo que he percibido en las diferentes conversaciones es rabia, impotencia, frustración y muchísima indignación. No podemos perder la perspectiva de que Antonio González Pacheco ha fallecido bajo el manto protector de un estado democrático y esto es difícilmente digerible. Y esto afecta a todo el mundo que ha estado detrás, el equipo de las querellas, las víctimas… a partir de ahí, esta rabia, impotencia y frustración se transformarán en fuerza y nueva energía para seguir haciendo acciones que nos lleven a romper la impunidad del franquismo y garantizar el derecho a la tutela judicial efectiva a todas las personas que sufrieron esas tropelías.
Y al hablar de sus víctimas, en estos momentos aparece la memoria de Chato Galante, que falleció hace muy poco. Vivía cerca de Billy el Niño, que fue su torturador. Y han muerto de la misma enfermedad y con escasos días de diferencia. ¿Qué piensa hoy al acordarse de Chato?
Chato seguirá enfadado. E indignado con la situación. Chato… el aporte de Chato Galante a todo el trabajo desarrollado en el ámbito de la CeAQUA, de La Comuna… es ingente. Un trabajo mantenido y sostenido durante años y que tenía por objeto básicamente revertir esa situación de impunidad y exigir que se respetara ese derecho a la justicia de las personas que sufrieron violaciones de los derechos humanos. Chato siempre será un referente para todas y todos nosotros. Han muerto con la misma enfermedad pero la diferencia entre ellos es abismal. Desde cualquier perspectiva. Chato Galante buscaba justicia social, y como consecuencia de ese objetivo sufrió torturas por parte de personas que estaban integradas en un sanguinario aparato represivo. La distancia entre ellos es la que hay entre una persona está buscando el bien para el conjunto de la sociedad en base a una serie de ideas y otra que se está dedicando a delinquir de la peor manera posible para, haciendo daño a otras personas, favorecer a una dictadura e impedir el desarrollo de unos derechos fundamentales que ahora nos benefician a todos.
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