“La ciudadanía tiene que ser capaz de entender que la situación en la que estamos no se va a resolver por la fuerza, sino encontrando las fisuras a nuestro propio Estado de Derecho para conseguir lo que por ley es imposible: que se pueda resolver la situación de la luz”. Agustín Rodríguez Teso es, desde hace dos décadas, párroco de Santo Domingo de la Calzada, la parroquia de La Cañada Real. Tras más de cien días sin luz, azotados por el coronavirus, arrasados por la borrasca Filomena, los vecinos siguen exigiendo una solución a la empresa Naturgy y las administraciones para que los sectores 5 y 6 de este rincón olvidado de Madrid vuelva a tener luz. La vida, y el futuro, de centenares de niños, está en juego.
El cura, que ha abierto la parroquia durante el temporal, sigue luchando, aunque no es optimista: “Vamos a tener una situación de fracaso escolar generalizado que no sé si alguien podrá colocar en una estadística, pero va a ser un dato atroz. Y un dato atroz de fracaso compartido”. ¿La solución? No la hay, o consiste en “tener el arrojo suficiente para ir al límite y ponerse en la tesitura de tener que transgredir la ley”.
Cien días después, ¿cuál es la situación en La Cañada Real?
Cien días después y una nevada después y una Covid-19 después… Tengo la sensación de que hay un cierto horizonte de plagas bíblicas. ¿Qué puede empeorar hoy? La situación es algo peor, porque la resistencia de las personas tiene su límite, y en los límites uno reacciona de una forma que quizá no siempre es la mejor.
Me preocupan mucho los niños. Todo este descontrol, falta de estabilidad, falta de medios y recursos para mantener al día sus estudios… Son casi cuatro meses, eso es prácticamente un curso. Vamos a tener una situación de fracaso escolar generalizado. Hay un fracaso radical por parte de todos los actores.
Y la otra gran pérdida es la de la confianza. Habíamos ido trazando un itinerario de resolución, un horizonte de futuro basado en la confianza. Después de cuatro meses sin luz, se ha perdido la confianza de los vecinos en las administraciones, en las empresas, entre sí. Y una pérdida de confianza en la capacidad de resolver los grandes problemas. Tenemos un problemón con el tema de la luz y todo el mundo ha demostrado ser absolutamente incompetente. Hemos perdido nuestra capacidad de construir juntos un horizonte. La situación en la Cañada Real nos retrotrae a lo que yo recuerdo que había hace diez años.
¿Es tan difícil restablecer la luz en los sectores 5 y 6? ¿Por qué no se hace?
Es difícil, es muy difícil, porque lo que está ocurriendo no solo es cosa de la luz. El problema es que la legislación no está pensada para resolver los problemas de los pobres. Explores lo que quieras, siempre te topas con un ‘Eso no se puede hacer porque la ley lo impide’. Y además vivimos en un contexto de crispación, donde saltarse la ley solo está al alcance de unos cuantos: de los mafiosos que ahora mismo nos tienen secuestrados.
Porque esta situación tiene unos culpables y unos responsables. Los culpables son los que se dedican a plantar marihuana: yo creo en la versión de las plantaciones, y pienso que ellos son los auténticos culpables, que se están yendo de rositas. Pero también hay responsables, que no son capaces de resolver esto, porque aducen el marco de lo legal. ¿Cómo es posible que la Policía no pueda hacer nada si todo el mundo sabe que…? Vivimos presos de una situación en la que nadie es capaz de tener el arrojo suficiente para ir al límite y ponerse en la tesitura de tener que transgredir la ley. La policía no se va a arriesgar a hacer intervenciones que no se vean absolutamente ratificadas después por un juez, ni lo va a hacer la comunidad de Madrid, ni los ayuntamientos. Naturgy tampoco…
¿Y qué se puede hacer?
Que sea la propia sociedad civil quien provoque a los responsables políticos para que se pongan al límite, que vayan a la frontera de la legalidad… La ciudadanía tiene que ser capaz de entender que la situación en la que estamos no se va a resolver por la fuerza, sino encontrando las fisuras a nuestro propio Estado de Derecho para conseguir lo que por ley es imposible: que se pueda resolver la situación de la luz.
¿Qué puede hacer la Iglesia en este conflicto? ¿Qué está haciendo?
La Iglesia tiene un doble papel: evangelizar y pontificar. Anunciar el Reino es anunciar el Evangelio, anunciarlo con palabras y, sobre todo, con hechos. Nuestra función como Iglesia es la de reconocer la dignidad de las familias en medio de esta crisis.
No se puede tratar a los pobres para satisfacer nuestras propias necesidades. En estos días en La Cañada está habiendo profusión de gente que, de repente, le da por hacer de todo, pero sin orden, sin concierto, reparten cosas que acaban generando problemas entre las mismas familias. Si la gente se puede organizar, no la organices tú. Si la gente puede hacer cosas por sí misma, no se las hagas tú.
Por otro lado, pontificar, tender puentes. Porque de esta salimos juntos, o es muy difícil que se pueda. El papel de la Iglesia tiene que ser, entre otras cosas, intentar que los puentes no terminen de romperse. Están dañados, están muy dañados, pero tendremos que seguir intentando, por todos los medios, que sigan existiendo los puentes que permitan el diálogo, el encuentro y soluciones conjuntas.
Hace una semana, se envió una carta abierta al papa Francisco para que intercediera por las familias. ¿Cree que le llegará?
No lo sé. No tengo ni idea de cómo funciona el correo vaticano. Creo que Francisco siempre es capaz de sorprendernos, y es un hombre discreto y sabe hacer las cosas. Si le llega, él es sensible a esta historia. Pero es un dignatario de otro estado que no creo que tenga mucha competencia sobre lo que ocurra en la Comunidad de Madrid. Pero este hombre nunca deja de sorprenderme.
¿Cómo es tu día a día en La Cañada? ¿Cómo os ha afectado ‘Filomena’?
Ya me gustaría saberlo a mí. Es una absoluta locura desde hace cuatro meses. Estamos todos agotados, con la sensación de que tiene que volver la luz cuanto antes, es tan acuciante, que otros problemas se te olvidan. Tengo que hacer un esfuerzo para recordar que estamos en plena pandemia de covid, para recordar la situación tan dramática de esta tercera ola.
La situación nos tiene desbordados, y es que ‘Filomena’ nos ha puesto más al límite de lo que estábamos. Creo que la historia nos ha vuelto a dar otro revolcón. Cuando uno salía de 2020 pensando que 2021 lo tenía fácil… Ha empezado de una forma… En la parroquia hemos habilitado los espacios que tenemos (es una pequeña nave) para que la gente pueda pernoctar en estos días. Y eso ha paliado en algo el frío. Hemos cedido el local, estamos satisfechos con el uso que se ha hecho de la parroquia. Filomena nos ha dado no sé si la puntilla, pero sí un buen puyazo que ha vuelto a resquebrajarnos y reconocer nuestro dolor. Otra vez.
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