España empieza a dejar atrás la pandemia. Asturias ha sido la primera comunidad en situarse por debajo de los 25 casos de incidencia, el umbral asociado a la nueva normalidad en el semáforo COVID de Sanidad, pendiente de actualizarse. El Gobierno navarro, con el doble, considera que se ha puesto punto y final a la circulación epidémica del virus para dejar paso a la incorporación “probable” del coronavirus en la lista de infecciones que se transmiten de forma endémica. Es el escenario que, según los expertos consultados, se va a ir dando en las próximas semanas en todo el territorio español.
Epidemiólogos e inmunólogos descartan la inmunidad de grupo con la evidencia científica disponible sobre el comportamiento del virus. La novedad es que coinciden en que no será necesaria para volver a una vida normal. “Conseguir una inmunidad suficiente para ir a la eliminación de la enfermedad no es factible con lo que sabemos, lo cual no quiere decir que con una población altamente vacunada se consiga una inmunidad de barrera que permita que la transmisión se mantenga a niveles bajos”, expone Pere Godoy, presidente de la Sociedad Española de Epidemiología. La cobertura vacunal ya supera el 75% en España.
La inmunidad de grupo o de rebaño es un término que se popularizó a medida que la vacunación fue avanzando. Se contempló, al principio, como un objetivo posible. Se alcanzaría, fijó entonces el criterio científico –que va evolucionando también con el avance de la pandemia–, con el 70% de la población inoculada. El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, afirmó el 10 de mayo que España estaba a “100 días” de conseguirla. Entonces esta situación se vinculaba con el fin del virus.
La base teórica del concepto surgió en una discusión sobre el sarampión a principios del siglo XX, pero la definición precisa fue establecida en los años 70. “Es un punto a partir del cual hay tanta población inmunizada que la posibilidad de que alguien contagie a una persona a su alrededor es muy baja”, explica el epidemiólogo Pedro Gullón.
El concepto clásico, tal y como lo definió Fox, continúa Gullón, implica cuatro requisitos: que el reservorio único sea el ser humano, que la transmisión ocurra por contacto directo, que la vacuna dé una inmunidad sólida y que la distribución se dé al azar. “Sabemos al menos que dos de estas características –el reservorio y el azar– no se cumplen. La inmunidad no la tenemos clara, sabemos que la enfermedad reduce su gravedad, pero puede seguir transmitiendo. No se corta”, añade.
Alfredo Corell, presidente de la Sociedad Española de Inmunología va más allá. “Aunque se vacunara al 100% de la población el virus no desaparecería”, asegura en conversación con elDiario.es. “Los innegables logros en la cobertura de vacunación nos han librado de un mayor colapso asistencial, de episodios de la enfermedad más severos y de una mortalidad más pronunciada, pero [...] no son suficientes para generar una inmunidad de grupo, cada vez más improbable dadas las características de la enfermedad y la naturaleza de las vacunas”, indicaba este artículo de Daniel López Acuña y José María Olmos publicado en elDiario.es en agosto. Los expertos aseveraban entonces que la inmunidad de grupo vinculada a una cobertura vacunal del 70% de la población con pauta completa era “ilusoria”.
¿Por qué se estableció entonces el umbral en el 70% de la cobertura vacunal? ¿Por qué después se aumentó al 90%? Los cálculos se hicieron pensando en que la inmunidad sería duradera, según los expertos. La fórmula se hizo teniendo en cuenta que R –el potencial de propagación del virus– sería igual a 0. En el caso del 90% se introdujeron en el cálculo las nuevas variantes.
La recomendación de los epidemiólogos es evitar pensar que habrá un momento en el que no vaya a existir transmisión. “Igual se da porque sea tan sumamente pequeña que... pero es tremendamente complicado. No hay que dar falsas esperanzas en que no va a haber casos. Tocará ir vigilando, considerando que el aumento de transmisión no irá acompañado necesariamente de un aumento de las restricciones”, profundiza Gullón.
La Ponencia de Alertas del Ministerio de Sanidad está inmersa en la actualización del semáforo COVID, aprobado hace un año, para establecer los diferentes niveles de riesgo y una serie de recomendaciones asociadas a cada uno. El escenario epidemiológico de aquel momento era radicalmente distinto al de ahora. La Dirección General de Salud Pública de Cantabria ha anunciado que se plantea hacer un cambio en los parámetros que utiliza para marcar las restricciones frente al coronavirus para considerar más los ingresos hospitalarios en lugar de la incidencia acumulada, ya que se seguirán dando contagios aunque la población esté vacunada y sus efectos serán menores. Todas las comunidades continúan, unas más rápido que otras, levantando limitaciones.