La portada de mañana
Acceder
Sánchez rearma la mayoría de Gobierno el día que Feijóo pide una moción de censura
Miguel esprinta para reabrir su inmobiliaria en Catarroja, Nacho cierra su panadería
Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

Las alertas tempranas ante una DANA salvan vidas: “La gente no debería morir por este tipo de fenómenos en España”

Raúl Rejón

30 de octubre de 2024 21:51 h

0

Las alertas tempranas cuando se aproxima un episodio extremo como la DANA que golpea España “salvan vidas”, como lo resume en pocas palabras el secretario general de la ONU, Antonio Guterres.

Un sistema de avisos anticipados se ha hecho imprescindible, ya que el cambio climático conlleva “fenómenos meteorológicos extremos más frecuentes e intensos”, explica la ONU. “Son una forma demostrada, eficaz y rentable de salvar vidas y puestos de trabajo, terrenos e infraestructuras”.

Estas alertas tempranas funcionan porque con ellas se prevén la amenazas, se comprenden cuáles son los riesgos, se difunden los avisos a la población y permiten estar preparados para responder, desgrana la iniciativa 'Alertas tempranas para todos' de la ONU.

Ninguneo

Sin embargo, las alertas o avisos rojos tempranos que ha emitido en los últimos años la Aemet –que significan que el riesgo meteorológico es extremo– han sido incluso ninguneadas por diversos políticos y esfera mediática de la derecha. De hecho, la Aemet ha padecido una campaña de ataques debido a sus pronósticos en los que relaciona eventos como las olas de calor, las sequías o las DANAS con el cambio climático, como muestran las evidencias científicas.

Durante este último episodio extremo, el presidente de la Generalitat valenciana, Carlos Mazón (PP), salió a una rueda de prensa el martes a las 13.00 horas en la que rebajaba la severidad esperable en la Comunitat: “Según la previsión, el temporal se desplaza hacia la Serranía de Cuenca por lo que se espera que en torno a las 18.00 disminuya su intensidad en todo el resto de la Comunitat Valenciana”, afirmó.

La Aemet había lanzado el nivel rojo a las 7.30 para el sur de Valencia y a las 9.41 se había extendido a toda la provincia. A las 17.49 horas se amplió ese nivel de gravedad hasta, al menos, las 20.00 horas. Finalmente, el Gobierno valenciano lanzó el mensaje general de alerta a las 20.12. Ante las críticas por la tardanza en activar los mecanismos de alerta, fuentes del PP valenciano descargaban responsabilidades en el Gobierno central. “No se podían restringir derechos fundamentales (movilidad, trabajo….) porque ”no hay un estado de alarma decretado que le correspondería al gobierno“, argumentaban. Sin embargo, corresponde a las comunidades autónomas lanzar las alertas que recomiendan a los ciudadanos limitar sus movimientos. Catalunya lo ha hecho este miércoles por la tarde ante la previsión de fuertes lluvias.

“La gente no debería morir por este tipo de fenómenos meteorológicos previstos en países que disponen de los recursos necesarios para hacerlo mejor”, analiza para el Science Media Center la catedrática de Riesgos Climáticos y Resiliencia de la Universidad de Reading Liz Stephens. “Aunque se emitió un aviso meteorológico rojo para la región con tiempo suficiente para que la gente se alejara del peligro, un aviso rojo por sí solo no comunica cuál será el impacto y qué debe hacer la gente”, remata.

Aunque se emitió un aviso meteorológico rojo para la región con tiempo suficiente para que la gente se alejara del peligro, un aviso rojo por sí solo no comunica cuál será el impacto y qué debe hacer la gente

Los mensajes generales de alerta, que llegan automáticamente a todos los teléfonos móviles, ya se habían activado anteriormente en la Comunidad de Madrid ante la llegada de una borrasca de gran potencia en septiembre de 2023. Tras las lluvias, el alcalde de Madrid, José Luis Martínez Almeida, se quejó porque la intensidad de la lluvia sobre la ciudad había sido menor a la prevista en la alerta de la Aemet: “Creo y pido que en la medida de la posible la Aemet afine los pronósticos”.

En el mismo sentido, el diario El Mundo publicó una noticia en la que hablaba de “falsa alarma”. El subdirector de ese medio, Jorge Bustos, se quejó públicamente: “¿Qué es ese pitido orwelliano por mucho que llueva? ¿Cuál es el siguiente paso en la intrusión del Estado en la privacidad del ciudadano?”. Luego borró ese tuit.

En ese mismo episodio, el presidente de la Junta de Andalucía, Juan Manuel Moreno Bonilla (PP), fue a la estela de Almeida al declarar: “Hago una llamada a la reflexión: si un organismo público alerta de 'peligro extremo' debe estar muy seguro, porque eso tiene consecuencias sociales y económicas”. En esta ocasión, al ver lo ocurrido en Valéncia, ha activado por “primera vez” el sistema de alerta “para que todos los móviles situados en zona de aviso rojo, en este caso la campiña gaditana, reciban este mensaje: riesgo de inundaciones”.

Desprestigiar a los meteorólogos parece haberse convertido en una de las útimas estrategias de los negacionistas del cambio climático, y las alertas son parte del trabajo de estos meteorólogos. “Nunca habíamos recibido estos insultos”, lamentaba la portavoz de la Aemet, Estrella Gutiérrez, en una conversación con elDiario.es. La nueva secretaria general de la Organización Meteorológica Mundial, Celeste Saulo, resumía así para este medio el tema de los ataques: “Son una oleada acientífica; matar al mensajero no resuelve el cambio climático”.

“Tenemos que tener en cuenta es que los avisos se hacen para zonas relativamente amplias, a nivel de comarca, y luego las consecuencias más extremas son a nivel puntual, a nivel de municipio muchas veces, y eso depende de muchas otras cosas que no tienen que ver con la precipitación”, señala Enrique Rodríguez Camino, meteorólogo del Estado, apunta que , según aclara al SMC. “Entre precipitaciones intensas y su poder destructivo, hay toda una cadena de acciones que también hay que considerar”.

Entre esos otros elementos más relevantes se cuenta el urbanismo descontrolado que ha impermeabilizado el terreno a base de construir edificios e infraestructuras. Un terreno sellado de esta manera “incrementa el riesgo de inundación”, resume la Agencia Europea del Medio Ambiente.