París, 1 sep (EFE).- Vuelta al cole y vuelta, al menos, a una parte de la normalidad. Los más de 12 millones de niños que regresan este martes a las aulas en Francia lo hacen con mascarillas pero con ganas, mientras profesores y padres se muestran optimistas y aliviados de que sus hijos recuperen el entorno escolar.
“No diría que es una vuelta normal pero bueno, la vuelta al cole siempre es especial. La niña necesita volver, ha sido muy largo”, dice Benjamin Mironer, cuya hija de 11 años empieza este martes en un nuevo colegio de enseñanza secundaria en el norte de París.
El escenario es el mismo pero el decorado cambia ligeramente: niños con grandes mochilas se precipitan a la entrada de los colegios, donde sus profesores van llamándolos para entrar por clases. Todos llevan mascarillas, sin excepción.
Su uso será obligatorio para los mayores de 11 años y para todos los profesores, coincidiendo además con la nueva normativa que impone su uso en todas las empresas del país. Pero convertido en un accesorio diario desde hace varios meses, los padres están de acuerdo: “Ya están más que acostumbrados”.
Noe, de 12 años, se lo toma con filosofía: “No pasa nada por llevarla, si queremos volver al cole hay que tener mascarillas, no me importa nada llevarla”, comenta.
“HAY QUE SEGUIR VIVIENDO”
El ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer, aseguró este martes en la cadena “BFM TV” que todos los colegios del país reabren hoy.
“Todaslas escuelas e institutos abren hoy. No hay excepciones. En los días que vienen es posible que tomemos decisiones de cierre de una clase o de un colegio pero para esta vuelta no es el caso”, dijo Blanquer, que insistió en el carácter “fundamental” de la escuela y la educación.
El ministro explicó que cualquier confinamiento por casos de coronavirus será “parcial” y que los niños solo pasarán el diagnóstico cuando haya síntomas, no de “forma aleatoria”.
En una escuela de infantil del centro de París, los padres hacen cola con sus hijos para dejarlos en clase. Los niños, sin mascarilla y ajenos a la polémica, no han conocido otra cosa.
“Este es su primer contacto con la escuela y como ella no ha visto otra cosa creemos que irá bien. De todas formas, los niños no tienen formas grave, lo más preocupante es la transmisión a los padres pero el colegio forma parte de sus vidas y hay que seguir viviendo”, dice Aude, madre de una niña de tres años. En su caso, solo los profesores deberán llevar mascarillas.
RESPETO A LOS PROTOCOLOS
Desde los tres hasta los 18 años, si en algo están de acuerdo los padres es en la sensación de alivio.
Gwanelle Berger, residente en Burdeos, ríe al teléfono cuando confiesa en el “gran desahogo” que supone que su hijo, de 17 años, vuelva a clase, en un instituto privado a las afueras de la ciudad suroeste de Francia).
“Para un adolescente es esencial tener un marco estructurado, con horarios, una agenda, interacción con sus profesores y compañeros. Es el último año y es muy importante para su orientación profesional que pueda estar acompañado”, opina Berger.
Además, recuerda, su hijo lleva cuatro meses, desde el fin del confinamiento, haciendo vida normal y viendo a sus amigos durante el verano. “No veo más riesgo en volver al colegio que en salir con sus amigos”, dice, confiada en los protocolos de la institución.
Las normas impuestas por el ministerio de Educación son especialmente rígidas en cuanto al uso de la mascarilla, pero además piden que se respeten las distancias físicas cuando sea posible, tarea complicada en zonas urbanas y de mayor densidad, pero que no preocupa a las zonas rurales.
Amandine Dupont, nombre ficticio que prefiere dar una profesora de un pueblo mediano al noroeste de Francia, asegura que sus compañeros y ella se muestran “optimistas” en este regreso.
“Los niños tienen que volver a las clases”, coincide, después de haber visto entre sus alumnos varios ataques de ansiedad durante el confinamiento.
En su caso, han decidido que cada curso tendrá un aula de la que los niños no se moverán, y serán los profesores quienes vayan turnándose. En el recreo, la consigna es jugar solamente con niños de su mismo curso, y en el comedor hay varios turnos para evitar contactos.
En su colegio, han recomendado a los padres que los abuelos no recojan a los niños en un primer momento y esperan poder cambiar la petición a finales de septiembre.
“Espero que los niños recuperen los buenos hábitos y que puedan trabajar en condiciones satisfactorias. Hay que ser optimista y hay que retomar el ritmo de la vida, aunque sea con prudencia”, dice la enseñante.
María D. Valderrama