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Entrevista Coordinadora nacional de la Campaña Euromelanoma

Ángeles Flórez, dermatóloga: “Antes de los 20 años recibimos gran parte de la radiación solar de toda nuestra vida”

David Noriega

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En España se diagnostican cada año más de 78.000 nuevos casos de cáncer de piel. Esta patología ha aumentado un 40% en Europa en los últimos cuatro años y, aunque no se puede cambiar la predisposición genética, el principal factor de riesgo sí se puede prevenir: la exposición al sol, que está detrás de los tipos más comunes, pero también del melanoma, el más agresivo. La doctora Ángeles Flórez es la coordinadora nacional de la Campaña Euromelanoma, que busca concienciar a la población sobre estos tumores en medio centenar de países.

Flórez, que es miembro de la Academia Española de Dermatología y Venereología, insiste en que la crema solar es importante, pero no la única medida de prevención. Este año, la campaña paneuropea se centra en los adolescentes y los adultos jóvenes, pero hace hincapié en la importancia de la educación desde la infancia: buena parte de la exposición al sol a lo largo de la vida se produce antes de cumplir los 20 años.

La incidencia del cáncer de piel está al alza en España. ¿Nos tomamos en serio la salud de la piel?

Cada vez más. De eso se trata el trabajo que hacemos para concienciar a la población de la importancia de la prevención primaria, que consiste en exponerse a la luz del sol de la forma más inteligente y saludable posible, y la secundaria, con autoexploraciones para detectar lesiones cambiantes en la piel. Todo es mejorable, pero creo que hemos avanzado positivamente en esa línea.

¿Cuánta exposición al sol se considera saludable?

Es muy difícil de medir. Va a depender muchísimo de tu genética, tu fototipo, si tu tendencia es hacia el bronceado o hacia la quemadura y de factores como la latitud, la altitud, la estación, la hora del día o la reflexión de la superficie en la que te encuentres. Hay un índice ultravioleta, que es una estimación promedio y que se puede consultar en la AEMET. Es una herramienta que podemos utilizar, pero no hay una dosis genérica que sirva para todo el mundo en todos los contextos. Como en todo en la vida, la clave es el sentido común.

¿Qué otros factores debemos tener en cuenta para tener una piel sana?

Es necesaria una hidratación adecuada, una nutrición variada y adecuada para la edad de la persona y estar atentos a los posibles cambios que puedan ocurrir para detectar precozmente patologías que puedan necesitar un tratamiento.

¿Cómo podemos identificar esas lesiones?

La clave está en si cambian de forma rápida. De color, de forma, de tamaño o si tienen síntomas asociados, como el sangrado. La parte positiva es que son visibles, así que hay que concienciar sobre la autoexploración periódica de la piel y recordar que el cáncer cutáneo puede presentarse en zonas no expuestas a la luz. La radiación ultravioleta es un carcinógeno reconocido por la Organización Mundial de la Salud y la exposición inadecuada es el factor de riesgo modificable principal para desarrollarlo, pero hay otros. 

¿Qué tipos de cáncer de piel existen?

Es un capítulo complejo, porque hay distintos subtipos. Simplificando, los dividimos en dos grandes grupos: melanoma y no melanoma. El cáncer cutáneo no melanoma se divide, a su vez, en el carcinoma basocelular y el carcinoma espinocelular. El primero es el más prevalente en las poblaciones de piel blanca y se relaciona, fundamentalmente, con la exposición aguda intermitente a las quemaduras del sol, mientras el espinocelular lo hace más con una exposición crónica. El melanoma, aunque menos frecuente, es potencialmente más agresivo. Algunas formas se relacionan con la quemadura solar, otras con una exposición acumulada y otras no se relacionan con la exposición a la luz. Evidentemente, a día de hoy no podemos cambiar nuestra genética, pero sí podemos trabajar sobre esos factores modificables. 

Como dermatóloga experta en cáncer cutáneo, ¿qué piensa cuando ve imágenes de playas o piscinas abarrotadas?

No hay que demonizar las actividades al aire libre, el ocio y la exposición solar, pero tenemos que hacerlo de la forma más saludable posible, sin buscar activamente el bronceado, haciendo exposiciones solares lentamente progresivas y utilizando las medidas físicas, que son muy eficaces, como sombreros de ala ancha, gafas de sol adecuadas, la ropa y la crema solar. Me gusta mucho recalcar que los fotoprotectores son importantes, pero no son la única herramienta, sino una pieza más del puzle. La playa en concreto es una superficie en la que la arena hace efecto espejo, los rayos de sol se reflejan en la piel y es habitual que se expongan partes amplias que no habían estado expuestas en los meses previos, por lo que el riesgo de quemadura es superior. Pero si hacemos las cosas bien, evitando las horas centrales del día y seguimos unas normas básicas, no hay por qué dejar de ir a la playa. Los dermatólogos tenemos mala fama, pero defendemos que se puede disfrutar del ocio y de las actividades al aire libre, que pueden ser muy sanas y saludables.

¿En qué tenemos que fijarnos a la hora de comprar una crema solar?

Lo ideal es utilizar una fotoprotectora que sea de amplio espectro, que proteja frente a radiación ultravioleta UVB y UVA. Para que nos aporte esa capacidad de filtrado que viene indicada en el etiquetado, tenemos que aplicarla en la cantidad necesaria y reaplicarla con la periodicidad necesaria, sin olvidarnos de algunas localizaciones que habitualmente se pasan por alto o son difíciles, como las orejas. Eso es lo básico. También tenemos que tener en cuenta que la crema tenga una galénica adecuada para cada tipo de piel y cada zona. Por ejemplo, evitaremos las de excipiente graso en la cara para los adolescentes, porque pueden favorecer la aparición del acné, y utilizaremos los de aplicación cómoda para niños.

Hay cierta asociación entre un color de piel más pálido un peor estado de salud. A estar moreno se le llama tener “buen color”. ¿Juega en contra de la prevención del cáncer de piel?

Las sociedades occidentales buscan el bronceado de forma activa, porque está muy vinculado a la belleza, el descanso, el veraneo y el éxito social, a diferencia de lo que ocurría hace 100 años, cuando lo que se buscaba era la piel blanca. Está claro que asociar bronceado con belleza y con descanso es un error. Desde la campaña Euromelanoma y la sociedad científica intentamos trabajar sobre eso. Además el bronceado va a depender mucho del fototipo: los bajos van a tener dificultades para broncearse y se quemarán. Y el uso de los fotoprotectores no evita el bronceado, que depende mucho de la genética y de la dosis, evidentemente. Pero uno puede alcanzar el bronceado usando el fotoprotector.

Holanda ha instalado dispensadores de crema solar en algunas zonas, ¿cómo valora la medida?

Probablemente haya algunos colectivos con determinadas patologías o ciertos escenarios donde podría ser interesante, pero recordemos que la protección es un conjunto de medidas. Hay que concienciar a la población de que no se trata de poner un dispensador en la playa para estar al sol a las dos de la tarde.

Tenemos más o menos asumido que hay que protegerse cuando vamos a la playa o a la piscina, pero ¿deberíamos echarnos crema también al salir de casa?

La fotoprotección se asocia mucho con exposiciones en la playa y la piscina, pero puede ser necesario utilizar crema en muchas otras actividades, como el senderismo, paseos prolongados al aire libre o otro tipo de deporte, en las que uno puede estar mucho tiempo expuesto a la luz en las horas centrales del día, pero no es necesario que una persona sana e inmunocompetente se la ponga para ir de casa al trabajo a las ocho de la mañana.

Este año, la campaña Euromelanoma se ha centrado en adolescentes y adultos jóvenes. ¿Son los más descuidados en cuanto a protección?

Hay que trabajar desde la infancia porque un gran capital solar (la cantidad de radiación solar que se va a recibir a lo largo de la vida) se consume antes de los 20. Cada año, la campaña tiene un lema y una población diana. Este, nos hemos ido a los adolescentes y a los adultos jóvenes porque los estudios sociológicos confirman que, en general, están bastante preocupados por unos hábitos de vida saludables en lo que se refiere al consumo de alcohol, tabaco, dieta sana o hacer ejercicio de forma regular, pero buscan el bronceado de forma activa y se siguen quemando.

Esto está muy relacionado con lo que comentábamos antes: están preocupados por la belleza. Por eso, es una población sobre al que se debe seguir actuando en el capítulo de la prevención primaria, con mucha educación, porque las quemaduras en la infancia y la adolescencia son un factor de riesgo en sí mismo y ese daño es muy difícil de revertir. Aparte, ven el cáncer cutáneo como algo muy lejano, aunque son muy receptivos. He estado dando charlas en institutos y cuando te acercas a ellos les interesa el tema, pero la presión social por el bronceado es muy fuerte. 

Se dice que la piel tiene tiene memoria. ¿Hay alguna forma de revertir los efectos de la exposición al sol?

Existen algunos fotoprotectores con cierta capacidad reparadora, pero poner el contador a cero es muy difícil.