Situarse en mitad de un campo de fútbol y dirimir el futuro de dos equipos es una misión que tradicionalmente ha estado ligada a los hombres. En un ambiente masculinizado, hacer respetar el reglamento había quedado reducido a un grupo de árbitros entre los que no cabían las mujeres. Ahora, la Federación de Fútbol (RFEF) trata de paliar esta carencia con la apuesta por primera vez en el fútbol masculino por una asistente en Primera División y una colegiada en Segunda B, dos pasos que abren vía a generar referentes en un camino similar al iniciado por las futbolistas. Guadalupe Porras Ayuso y Marta Huerta de Aza serán las encargadas de una transición hacia cifras equitativas que se espera larga. “No creo que podamos ver un número similar de mujeres y hombres a corto plazo, tardaremos décadas porque se está empezando a trabajar en la base”, explica Porras Ayuso a eldiario.es.
Esta colegiada extremeña, de 32 años, formará parte del equipo del árbitro Estrada Fernández la próxima temporada 2019/2020. Será pionera, puesto que nunca antes una mujer había debutado como árbitra en la élite masculina de este deporte. “Soy consciente de que soy un referente por ser la primera”, reconoce. “Pero es una tarea de todas. Las niñas tienen que tenernos como un escaparate para que poco a poco puedan llegar más”.
En esa visibilización es esencial la proyección de su imagen a través de grandes eventos, como se ha visto recientemente en el Mundial de Francia o desde hace dos temporadas en la Liga femenina. Según datos de la propia Federación, solo habrá una árbitra asistente en Primera y otra en Segunda, una árbitra y cinco asistentes en Segunda B y 9 árbitras y 20 asistentes en Tercera. “¿Por qué no somos más en el fútbol nacional? Porque hasta ahora no teníamos dónde mirarnos. Estoy convencida de que en unos años seremos más. Ahora tenemos igualdad de oportunidades”.
Porras Ayuso lo dice también desde la experiencia de la desigualdad en los dos ámbitos que han marcado su vida. Aparte del fútbol, dedicó nueve años al Ejército. “Son dos mundos históricamente masculinos, pero todo es como te lo quieras tomar. He tenido problemas y no todo ha sido bonito, pero esos episodios se transforman en algo positivo que te hacen más fuerte. Aprendes mucho”.
Vida profesional sin recompensa económica
Para ver a una asistente en Primera ha sido necesario el esfuerzo de una generación que en la recta final de su carrera empieza a ver recompensa, pero muy despacio. “Espero que se den prisa porque no me pilla”, bromea Marta Frías. A sus 38 años, la galardonada por el premio Vicente Acevedo como mejor colegiada de la Liga femenina la pasada campaña celebra poder disfrutar de pequeños pasos tras 16 años de carencias. “Vamos en correlación con las futbolistas. Si los equipos y la selección crecen, nosotras también”.
En esa evolución destaca que el ascenso de Porras Ayuso no se produce por el ‘boom’ del fútbol. “Guadalupe llega a Primera porque lleva 16 años haciendo este esfuerzo”. Integrante del equipo de 22 colegiadas a las que la Federación dio la responsabilidad en Primera, suspira cuando tiene que relatar cómo es su día a día. “Compatibilizar el trabajo y esto es una locura”. A las 6:30 acude a su oficina como Project Manager en una empresa de ingeniería de iluminación. Por la tarde, dedica otra jornada laboral a cuidar su cuerpo con entrenamiento, fisioterapeuta, nutricionista… y a aprender inglés para los partidos internacionales.
Una inversión que no se ve recompensada por los 167 euros que recibe por un partido. Los fines de semana no solo viaja, sino que ejerce en Tercera masculina y fútbol base. “No descanso ningún día del año. Es muy sacrificado. Ellos sí pueden cuidarse y entrenar bien. Eso se nota, y más con la edad. Yo con 38 años tengo que cuidarme muchísimo el cuerpo”.
Cuando Frías comenzó hace 16 años, cobraba 1.000 pesetas por partido y recibía una camiseta de algodón de hombre de la talla L. “Ahora nos dan exactamente las mismas cosas que a ellos. Como en todos los entornos masculinizados, tenemos que ir poniendo granitos de arena. Nos tratan igual, lo que cambia es lo que nos pagan, pero eso va en relación a lo que genera el fútbol. Hay un antes y un después, solo hay que tener paciencia. Las futbolistas no tienen ni convenio, así que hay que ir sumando”.
Como las jugadoras, ellas tampoco tienen seguridad. Una lesión de espalda lo puso de manifiesto. La dolencia, producida en el entorno deportivo, le llevó a estar un año de baja que no estaba cubierta por su empleo. Un año sin trabajar, sin ingresos, y teniendo que afrontar económicamente el tratamiento. “¿Qué haces en esos casos? Te planteas dejarlo. No puedes hacer la apuesta porque no te da para vivir, y la vida profesional después se complica, porque no es lo mismo buscar trabajo con 38 que con 25. Ese año lo pasé fatal. Si lo hiciera por dinero ya lo habría dejado”.
La respuesta del público
A Porras Ayuso no le da miedo la primera categoría masculina ni se para a pensar si los insultos que le llegarán desde la grada tendrán que ver con su género. “No puedo estar pendiente de eso. Los árbitros estamos preparados para aislarnos, tomamos muchas decisiones y nos equivocamos, pero la reacción se tiene que dar ahí. No podemos dar importancia a gente cuyo único fin es ofender, y para lo que van a utilizar cualquier cosa. Desgraciadamente todo el mundo tiene opinión”.
En la misma línea se expresa Frías, quien incide en que cada vez escucha menos insultos que tengan que ver con el género. “Al principio pasaba bastante a menudo, pero ahora son casos puntuales. No me cabe en la cabeza cómo hay gente que a estas alturas pueda insultarnos por eso, pero el fútbol todavía está muy masculinizado”.
Loli Martínez Madrona, murciana de 33 años, fue la encargada de dirigir el famoso récord del Wanda Metropolitano, un encuentro entre Atlético y Barça al que asistieron 60.739 personas. Para ella y para su familia fue un día histórico y emotivo. “Estuvimos recordando cuando me tocaba ir a los peores campos, a sitios en los que escuchabas de todo y realmente lo pasabas mal. En días así ves que el esfuerzo merece la pena”.
Martínez Madrona jugaba al fútbol con chicos, pero una fractura de tibia y peroné le hizo dejarlo durante cuatro meses. A su vuelta, por edad, no podía seguir con ellos y a su padre se le ocurrió que iniciara su camino en el arbitraje. “Tuvo una magnífica idea, ha sufrido y ahora se emociona al verme en estos campos”. Sin embargo, pese a protagonizar partidos de tanto impacto como la final de la Copa de la Reina, su vida laboral se centra en la enseñanza.
Maestra de francés en un colegio de Pliego (Murcia), dedica las tardes a cuidar su cuerpo y prepararse de forma profesional para los fines de semana. “Se están dando grandes pasos pero todavía tenemos nuestro trabajo o estudios. Tenemos muchas horas diarias de dedicación. Nosotras siempre hemos estado ahí, y ahora se nos da la oportunidad de superar las mismas pruebas físicas y tener nuestro espacio. Hay mucho esfuerzo detrás y por fin hay un reconocimiento en la élite”.
Después de 18 años, confirma que “resistir” es la única vía para llegar lejos en el fútbol. “Hemos demostrado que esta tarea no es masculina ni femenina. Poco a poco habrá más mujeres en Primera División, es cuestión de tiempo”. Las niñas ahora pueden apostar por esto, pero tienen que prepararse a conciencia. “Las más capacitadas llegarán”.