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La factura ambiental de una autopista eléctrica: 182 kilómetros de torretas a través de zonas protegidas

Todas las infraestructuras imponen una factura ecológica. En el caso del proyecto de línea de alta tensión con el que Red Eléctrica Española planea atravesar la provincia de Granada, se extiende por más de 12 espacios con protección ambiental. La empresa calificó su impacto como poco significativo. 

Esta autopista eléctrica se prolongará por 182 kilómetros y levantará 362 torres de, entre 40 y 82 metros. El trazado cruza desde parques naturales a humedales reconocidos por la convención internacional Ramsar. También pasa por los valles de la Alpujarra y el Lecrín, ahora en trámites para ser declarados Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

La infraestructura, cuyo presupuesto asciende a 105 millones de euros, fue considerada de interés general por el Gobierno de Mariano Rajoy en 2015. Las torres ocuparán parte del Entorno Natural de Sierra Nevada y el Parque Natural de Sierra Tejeda Almijara y Alhama además de un humedal de especial importancia como el de Padul y decenas de Zonas de Especial Protección de Aves, Lugares de Interés Comunitario y monumentos naturales. El tendido tiene a la Alpujarra en alta tensión.

Solo en el humedal de Padul, a casi mil metros de altitud, más de 120 especies de aves catalogadas viven, descansan o encuentran su refugio, como la garcilla bueyera, la garza real, el avetorillo, la cerceta común, el ánade real, el pato cuchara, el porrón común, la polla de agua, la focha común. Desde un punto de vista ecológico, que los tendidos discurran por kilómetros y kilómetros de áreas valiosas para las aves no es un detalle menor: las líneas eléctricas y la avifauna tienen mala combinación.  “Aproximadamente 30.000 aves mueren cada año por colisión o electrocución a causa de torres de alta tensión, lo que supone la primera causa no natural de muerte”, denuncian en Ecologistas en Acción.

El estudio ambiental presentado por REE concluyó que la línea tendría un impacto “no significativo”. En las alegaciones presentadas al proyecto puede observarse que la construcción implica, también, la tala de árboles y desbroce de matorral autóctono. Los trabajos implican, no solo dejar pelada la superficie por donde pasan las líneas, sino también un perímetro de seguridad que se ensancha 75 metros a cada lado del trazado. En total, se arrancará vegetación en 378 hectáreas de árboles y arbustos, incluida las que ocupa el espacio protegido del Bosque Isla.

Según la web de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, “los bosques isla juegan un papel fundamental para la conservación de la biodiversidad (suponen un 0,5 % de la superficie de Andalucía, pero concentran el 40 % de toda la flora vascular). Su principal amenaza es la fragmentación. El plan de REE corta en tres tramos el bosque isla del término municipal granadino de Lanjarón.

La empresa aduce razones, precisamente, medioambientales para justificar su plan: “Tenemos el compromiso de avanzar hacia una economía descarbonizada, por lo que es necesaria nueva instalación para atender un mayor consumo de energía proveniente de fuentes renovables” explica Miguel González, delegado regional de Red Eléctrica. Aunque González admite que ahora mismo hay 100 GW de potencia instalada, que es más del doble del pico máximo de demanda alcanzada nunca, añade que deben pensar a 10 o 15 años vista, cuando el coche eléctrico, entre otras necesidades requerirán una red mucho más robusta.

En los 23 pueblos blancos de la Alpujarra Alta y Media ni en los 15 del contiguo valle de Lecrín comparten esta visión. Sin embargo, el hecho de que se considere un proyecto de interés general hace que no requiera “ninguna autorización municipal, y corresponde a la administración autonómica su autorización administrativa a efectos de construcción y permisos ambientales”, como explica la empresa. La plataforma ciudadana de protesta que se opone al tendido ha entregado más de 4.000 alegaciones contra el proyecto en la sede de la Junta de Andalucía. 

“Nosotros estamos totalmente a favor del uso de energía renovable, pero no con este modelo que solo busca perpetuar el beneficio económico de las eléctricas mientras se penaliza el autoabastecimiento ciudadano y se le niega un papel activo en la planificación energética. No necesitamos más torres, sino más autonomía”, explica Braulio Estévez, técnico medioambiental que colabora en la protesta ciudadana.  La Junta de Andalucía no ha querido aportar su versión .

Impacto económico

¿Tiene la belleza del paisaje un valor económico? Daniel Arias, catedrático de economía en la Universidad de Granada, no solo piensa que sí sino también que las líneas eléctricas de alta tensión que se quieren instalar “pueden causar un daño extremo e irreversible a la economía de la región”.  

Basa su análisis en las mediciones que ha realizado sobre el impacto en el negocio de turismo rural y el precio de los inmuebles de estas infraestructuras. La  desvalorización calculada del stock inmobiliario –solo en el valle de Lecrín– llega a 398 millones de euros, dice. Se calcula que el impacto sobre el turismo rural, en caso de que la desocupación llegara al 30%, sería de 16.millones anuales. 

Miguel González no se cree un solo dato: “Es falso que las líneas afecten al valor de los inmuebles ni al turismo rural. Al revés, revalorizan la zona. Tenemos estudios que lo demuestran”. Solicitados estos estudios, no han sido finalmente facilitados. REE no ha publicado nunca en ninguno de sus proyectos de alta tensión un solo análisis de impacto ambiental que incluya la huella económica que dejan las líneas de alta tensión.