Ninguna restricción protege el golfo de Bizkaia ante el uso del combustible tan dañino como el de la última marea negra
Las aguas del golfo de Bizkaia carecen de alguna protección que restringa el uso por sus rutas marítimas de fuel pesado (HFO), el más contaminante y dañino, como el que ha formado una marea negra tras el naufragio del carguero Grande America el pasado 12 de marzo.
El fueloil pesado es el peor combustible fósil tanto por las emisiones de gases que produce como por el riesgo que representa en caso de escapes. Esta realidad ha hecho que se prohíba su uso en el océano Antártico y alrededor las islas noruegas de Svalbard. Además, el Convenio Internacional para prevenir la contaminación de los buques (Marpol) de la ONU tienen reconocidas varias zonas de bajas emisiones –de sulfuro, óxidos de nitrógeno o partículas– que implican en la práctica la limitación en el uso de HFO: las costas de Norteamérica, el Caribe estadounidense, el Mar del Norte y el Báltico. El golfo de Bizkaia es, todavía, zona libre para su utilización.
El Grande America se ha ido a pique con 2.200 toneladas de este combustible a bordo. El pecio ha quedado a más de 4.000 metros de profundidad desde donde libera los hidrocarburos. El fueloil ha formado, al menos, dos grandes manchas tóxicas que cubren un frente superior a los 20 kilómetros de longitud y unos 150 km de superficie. Los grupos ambientalistas temen que comience a aparecer fauna petroleada.
Los mensajes oficiales en España han insistido, hasta el momento, en que las manchas de hidrocarburo no enfilaban hacia las costas vascas. En Francia, las labores de descontaminación también se han centrado en evitar que el fuel toque el oeste del país ya que se desplazan unos 35 kilómetros al día (el barco se hundió a algo más de 300 kilómetros de la costa gala, y a una distancia similar de España).
Sin embargo, un vertido masivo también provoca consecuencias en alta mar. De hecho, el golfo es zona de hibernada de aves marinas migrantes y hábitat para una docena de especies de cetáceos entre ballenas y delfines, según el Consejo Internacional para la Exploración del Mar. Entre ellas, algunas presentan un estado vulnerable como la ballena azul, la ballena franca o la marsopa. Pep Arcos, responsable de la campaña marítima de SEO-Birdlife, advierte que, desde el punto de vista ambiental, “las afecciones pueden ser importantes”.
Arcos explica que, según sus análisis de riesgos y zonas sensibles, en el golfo de Bizkaia “las aves más buceadoras son las que van a estar más en riesgo. Como los fraelecillos, las alcas o los araos que hibernan allí”. Además, aclara que “al estar la mancha lejos de la tierra, muchas aves que mueran se hundirán antes de saber cuál ha sido la dimensión del daño”. Y recuerda que, durante la marea del Prestige, “se recogieron unas 21.000 aves, pero se calculó que había afectado a más de 200.000”.
Producto con menos valor de las refinerías
El fueloil pesado (HFO) es un subproducto de la obtención de combustible más ligero en las refinerías. “Se le llama fueloil residual porque es uno de los productos con menos valor que sale de las refinerías de petróleo”, lo describe la consultora McKinsey. Es utilizado básicamente por el sector marítimo y es responsable del 83% de sus emisiones de carbono negro, uno de los componentes de las micropartículas (PM) que liberan los motores diésel. También liberan porcentajes importantes de óxidos de nitrógeno y sulfuros. La flota mundial consume unos 266 millones de toneladas de combustible de las que cerca del 80% son de este “fuel residual”.
“El peligro de continuar utilizando fueloil pesado está más que advertido desde el episodio del Prestige. Además, el HFO tiene un gran potencial de empeorar el cambio climático”, explica Miriam Zaitegui, coordinadora de Cambio Climático en Ecodes. “Este naufragio debería acelerar los cambios necesario en el transporte marítimo”, insiste.
Los cambios a los que se refiere son básicamente cambiar estos productos por otros más limpios, que emitan menos gases nocivos, compatibles con la tecnología actual. Sin embargo, ante esta perspectiva, IBIA, la patronal mundial del bunkering, –el abastecimiento de combustible a buques– ha asegura que “hay un riesgo real de que ese cambio cause un periodo de grave escasez de productos y precios inflados”.