El pasado 24 de enero se cumplieron 13 años de uno de los casos que más atención social y mediática han suscitado en España. La joven sevillana Marta del Castillo desaparecía y era asesinada ese día de 2009. El caso ocupó muchas horas de televisión y desató una enorme reacción social con el objetivo de encontrarla en medio de los numerosos cambios de versión de los acusados. Su familia sigue sin saber dónde está el cuerpo, mientras que el que fuera su novio, Miguel Carcaño, cumple condena en la prisión de Herrera de la Mancha, en Ciudad Real.
Es larga la lista de casos de desapariciones de mujeres y feminicidios que en su día no fueron mediática ni socialmente tratados más allá que como sucesos, casi como si los hechos se hubieran producido simplemente por una cuestión de mala suerte. Pasó en 2018 con la novia del llamado 'rey del cachopo', que finalmente fue una víctima de violencia de género confirmada oficialmente, pero también con las niñas de Alcàsser o Rocío Wanninkhof. El asesinato tras un intento de agresión sexual de Diana Quer en 2017 amplificó la reclamación por parte del feminismo de entender el concepto más allá de la pareja o expareja.
Echar la vista atrás y revisar algunos de estos casos mediáticos desde la perspectiva de género es una práctica que se ha vuelto cada vez más habitual, pero ¿qué pasa con el caso Marta del Castillo? En lo que tiene que ver con lo judicial, todavía hay una línea de investigación abierta en un juzgado de Sevilla, mientras el asesino confeso de la joven acusa ahora a su hermano, que fue absuelto. A día de hoy es el exnovio de la joven el que cumple condena, pero el caso no fue en su momento investigado como violencia de género en el seno de la pareja o expareja, lo que ampara la ley integral aprobada en 2004, cinco años antes de su desaparición.
“El resultado de la sentencia final hubiera sido el mismo, pero Marta del Castillo no integra las estadísticas oficiales de violencia de género y sin duda hoy se incluiría, habría sido tratado así e instruido en un juzgado especializado”, cree la presidenta del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género del Consejo General del Poder Judicial, Ángeles Carmona. Entonces, explica la experta, “se requería por el Tribunal Supremo una estabilidad y duración mínima en la relación de pareja (la suya había durado un mes); en la actualidad, es considerada violencia de género cuando se produce en relaciones esporádicas e incluso online”.
Esta lectura del caso aparece en el documental '¿Dónde está Marta?', que llegó a Netflix el pasado 5 de noviembre y que evidencia los cabos sueltos que quedaron. Apenas profundiza en el tema, pero sí lo nombra y reproduce un programa de televisión de la época en el que se aborda. “Si somos responsables, este tema tiene que empezar a llamarse por su nombre: es un caso de violencia de género claro porque ha puesto fin a la vida de su expareja”, dice una de las colaboradoras. Frente a ella, otro de los presentes la rebate defendiendo que los fiscales “de violencia doméstica” con los que ha hablado “no lo tienen tan claro”, aunque “algunos lo han apuntado”. La familia, por su parte, aparece pidiendo a la prensa que no trate a Miguel como su exnovio porque “una relación de un mes con el asesino no merece ni siquiera ese término”, decía entonces su tío.
“Se habló en el ámbito judicial”
Carmona recuerda que en su momento fue algo “que ni pidió el fiscal, ni la acusación particular ni tampoco se acordó de oficio por el juez”. Los juzgados especializados, que instruyen la violencia de género, ya existían desde 2005, y “se habló en el ámbito judicial de esa posibilidad”, pero finalmente no se produjo la inhibición. “Hay que situarse en el año 2009 y hay que pensar en la enorme evolución que como sociedad hemos experimentado, un cambio social que en el ámbito de la justicia ha supuesto un salto de la jurisprudencia en muchos aspectos”, añade la experta.
En el momento en que la joven desapareció y fue asesinada era delegado del Gobierno contra la Violencia de Género el médico forense Miguel Lorente. “En aquel momento hubo confusión y la investigación no se vinculó a la relación de pareja. La delegación recoge como tal lo que la investigación refleja”, explica. Hoy en día, “sin lugar a dudas”, considera que fue violencia machista incluso aunque fueran ciertas las especulaciones sobre la participación de más autores, que fueron absueltos, cree el experto.
En su momento una de las líneas de investigación fue la posibilidad de que Marta del Castillo hubiera sufrido una agresión sexual, que fue una de las versiones que dio Carcaño y algo a lo que la Fiscalía sí dio validez en su petición de condena. “Una de las características de la violencia de género, no exclusiva pero sí muy típica, es la desproporción en el ataque. El objetivo no es solo agredir, sino también aleccionar, y para imponer la posición se hace de una manera que esa misma agresión sirva de lección”, explica Lorente. Aún así, todas las expertas consultadas hacen referencia a la complejidad del caso al no haber sido hallado el cuerpo y las lagunas que aún permanecen.
13 años después no solo ha evolucionado la jurisprudencia que tiene que ver con el marco de la ley, también hay un mayor consenso en que la violencia machista no es solo la que se da en el ámbito de la pareja o expareja, tal y como reconoce el Convenio de Estambul ratificado por España. Para avanzar en este camino, el Ministerio de Igualdad comenzará desde este año a contabilizar a todas las víctimas de feminicidios, y las estadísticas ya no solo abordarán los asesinatos de mujeres en el marco de una relación sentimental, sino que se desglosarán en función de varias tipologías: familiares, sociales, vicarios o sexuales.
Resignificar los casos pasados
Más allá del ámbito judicial, el caso de Marta del Castillo levantó una enorme reacción social y mediática, llenando horas y horas de televisión y radio y las páginas de los periódicos. “Las coberturas se hicieron como se suelen hacer con estos casos, desde una mirada de sucesos. Apenas se buscaron voces expertas o entidades que explicaran qué elementos estructurales relacionados con la violencia machista podía haber ahí o reflexionar desde este punto de vista. Hemos avanzado mucho en este sentido”, cree Isabel Muntané, periodista y directora del máster de Género y Comunicación de la Universidad Autónoma de Barcelona.
Aún así, el tratamiento de las desapariciones o asesinatos de mujeres sigue tratándose en muchas ocasiones desde la espectacularización, como demostró en 2018 el caso del 'rey del cachopo', y hay voces que apuntan a que algunos productos culturales o periodísticos basados en la revisión de estos casos aún siguen cayendo en algunos errores. Así lo asegura la periodista Andrea Momoitio en este artículo publicado en la revista 'Píkara' sobre el documental ¿Dónde está Marta?, del que asegura que “pierde la oportunidad de hacer un análisis crítico de uno de los asesinatos machistas más mediáticos de las últimas décadas”.
Con todo, la socióloga Esmeralda Ballesteros, profesora de la Universidad Complutense de Madrid, coincide en que hoy sería diferente: “Fue hace más de una década, ahora la visibilización que está teniendo el movimiento feminista ha producido un reclamo, una reafirmación de la lucha por la igualdad y por la necesidad de incorporar esta perspectiva”. La experta considera necesario resignificar desde una lectura feminista los feminicidios pasados. En el caso de Marta del Castillo, reflexiona sobre dos elementos en este sentido: “Por un lado, el poder del silenciamiento que tiene la masculinidad agresora. En su caso han mantenido ese ocultamiento hasta el final, lo que implica un daño añadido, también a sus familiares y amigos. Es un factor que utilizan muchos agresores de género. Por otro lado, destacaría la estrategia de grupo, muy relacionada con la masculinidad”.