Tras el freno obligado por la pandemia de Covid-19, los cazadores han retomado el pulso. En 2021 batieron su récord al matar 744.000 piezas de caza mayor, es decir, jabalíes, venados, cabras o corzos, los animales considerados trofeos cinegéticos.
Este volumen de animales abatidos supone un incremento del 27% respecto a 2020, según el registro oficial del Ministerio de Agricultura, pero también es la cifra más alta desde que hay datos en la Estadística Anual de Caza (2005).
En 2021 los rifles y escopetas cazaron 18,8 millones de animales de todo tipo. Está algo por debajo de la media de los últimos diez años, que se coloca por encima de los 20 millones anuales. Por un lado los animales de caza menor muertos son menos que en otros años. Por ejemplo, cayeron 5,7 millones de conejos en doce meses (en 2010, 2013, 2016 se superaron los seis millones).
En el mismo año se cazaron 11 millones de aves que es la cifra más baja desde 2008 si no se tiene en cuenta el año de la pandemia. Justo en 2021 se activó una tregua para las tórtolas europeas tras el expediente sancionador abierto contra España por la Comisión Europea. Eso evitó que cientos de miles de ejemplares fueran abatidos cada curso: entre 2015 y 2019 (cuando no operaba ninguna restricción aún) se mataron 3,5 millones de tórtolas, una media anual de más de 700.000. En 2020 fueron algo más de 400.000.
Pero, al mismo tiempo, la ganas de hacerse con un trofeo de caza mayor han crecido. Se matan más. ¿Qué implica la idea trofeo de caza? Pues que estos grandes animales, cuyas cifras no paran de ascender, son los que la normativa cinegética denominan trofeos que pueden ser luego homologados. Los que, tras una montería, se lucen una vez preparados colgados en paredes.
La descripción oficial de Castilla y León, por ejemplo, es la siguiente: “Son considerado trofeos de caza las cuernas adheridas al cráneo del ciervo, del corzo y del gamo, los cuernos adheridos al cráneo del rebeco, de la cabra montés, del muflón y del arruí, los colmillos y las amoladeras del jabalí y el cráneo completo del lobo”.
La especie mayor más cazada en los cotos españoles es el jabalí. En 2021 se superaron por primera vez los 400.000 abatidos. En diez años, se ha duplicado la cantidad de ejemplares matados. En el caso de los jabalíes, su población ha crecido notablemente en este periodo.
Pero los incrementos no se limitan a este cerdo silvestre. Los corzos abatidos han pasado de 31.000 en 2011 a más de 78.500 en 2021 (un 152% más). Si las cabras montesas cazadas hace diez años sumaron 3.900 piezas, la última estadística recoge 10.900 (+176%). El pico de montesas se tocó en 2017 cuando se cazaron 12.900. Los muflones han subido de 9.800 a 16.000 (+63%) en el mismo tiempo. Los venados pasaron de 148.000 ejemplares a 162.000 –aunque sus años récord estuvieron entre 2016 y 2018–.
Y todo este volumen se acumula mientras las licencias de caza se mantienen en niveles mínimos. En 2021 se expidieron 681.000 licencias. Son un 0,4% más que el año de la pandemia de Covid-19 que marcó el nivel más bajo. Pero 2021 certifica la acusada tendencia a la baja. De hecho, el número de permisos de caza tramitados fue un 32% menos que en 2002.
Sin embargo, año tras año, en España hay más armas largas utilizadas para la caza mayor. A 31 de diciembre de 2022 (último dato oficial), había 380.500 de estas armas amparadas por una licencia, según el Anuario Estadístico del Ministerio del Interior. Son un 18% más que en 2013.
Así que el panorama queda dibujado así: cada vez hay menos cazadores, pero más armas para caza mayor (rifles) que matan, y también cada vez más piezas abatidas de esta categoría cinegética.
Estos trofeos de caza están sujetos a homologación y puntuación si el propietario lo desea. Existen unos baremos en función del tamaño de los cuernos o los colmillos para otorgar puntos y de esta manera quedar calificados como medallas de oro, plata o bronce. Una Junta Nacional de Homologación de Trofeos de Caza (presidida actualmente por Alonso Álvarez de Toledo, marqués de Villanueva de Valdueza) es “el organismo encargado del control y medición”, según la orden ministerial que la regula.