San José del Guaviare (Colombia), 21 may (EFE).- Casi un centenar de indígenas que conocen bien la selva unirán sus conocimientos y su ayuda a la búsqueda de los cuatro hermanos menores perdidos desde hace 21 días tras un accidente aéreo en el sur de Colombia, donde fallecieron también tres adultos.
A primera hora del domingo salió acompañando a las fuerzas militares un primer grupo de 10 indígenas nukak, los pobladores originales de la zona selvática donde se estrelló el avión Cessna 206 el pasado 1 de mayo, cuando realizaba la ruta desde el resguardo indígena de Araracuara y San José del Guaviare.
Pero se espera que se unan hasta 85 indígenas “que tienen experiencia en la selva, en la búsqueda de personas que se pierden, en su rescate”, explicó este domingo a EFE la directora de la Unidad de Víctimas, Patricia Tobón, en San José del Guaviare, desde donde se está dirigiendo la búsqueda y se ha realizado un ritual antes de que los grupos subieran al helicóptero.
“La selva no es fácil, en la selva no todo el mundo puede habitar, pero los pueblos indígenas tienen conocimiento y esto puede ayudar a que la operación de rescate sea mucho más efectiva”, dijo Tobón, quien explicó que ahora mismo son los mejores para ayudar a seguir los indicios que se han encontrado sobre el paradero de los cuatro niños.
Lesly Mukutuy, de 11 años; Soleiny Mukutuy, de 9 años; Tien Noriel Ronoque Mukutuy, de 4 años, y el bebé de 11 meses Cristin Neruman Ranoque están desde el pasado 1 de mayo perdidos en esta vasta y selva virgen y los equipos de rescate han intensificado las labores de búsqueda desde que el pasado martes con los cuerpos de los tres adultos que viajaban con ellos: su mamá, Magdalena Mukutuy; el líder indígena Hermán Mendoza y el piloto de la aeronave, Hernando Murcia.
APOYAR CON CONOCIMIENTO
Las misiones de indígenas acompañarán de esa forma a los 150 integrantes de la fuerza pública, que siguen avanzando con tecnología por aire y tierra, pero donde los indígenas aportan sus conocimientos ancestrales del territorio y tradiciones espirituales y también pueden mediar con las comunidades no contactadas en esta vasta selva.
“Es un territorio donde hay pueblos indígenas no contactados. Es la zona de conservación del Chiribiquete, que es una selva que sigue siendo una selva virgen”, explicó Tobón, que no descarta que precisamente los niños puedan haber llegado a alguna de estas remotas comunidades nukak.
Así se refuerza la llamada “Operación Esperanza” que busca “ubicar lo más pronto posible a los cuatro menores”, según las Fuerzas Militares, que no quieren descansar hasta ubicar a los menores.
El avión Cessna 206 se estrelló en medio de una frondosa parte de la selva virgen del Caquetá, cuando realizaba la ruta desde Araracuara y San José del Guaviare, y era el primer vuelo que la familia, procedente de una comunidad indígena uitoto, tomaba y lo hacían para ir a visitar al padre de dos de los niños.
LA AERONAVE NO FUE MANIPULADA
La Aeronáutica Civil (Aerocivil), que coordina las misiones de búsqueda junto a las Fuerzas Militares, informó también que tres investigadores ya han estado en la zona del accidente.
El avión, de la compañía de vuelos privados Avianline Charter's, ya había sufrido un accidente en el pasado, cuando fungía de avión-ambulancia.
“Hay claridad que la aeronave no fue manipulada”, dijo a medios en San José del Guaviare el director de Aerocivil, Sergio París, quien considera que el piloto, fallecido en el accidente, “hizo una operación de arborizaje perfecta”.
“La aeronave no fue manipulada y eso es una certeza que será dada en la medida que la investigación avance”, apuntó París.
Irene Escudero