¿Puede dejarnos algo bueno la pandemia de COVID-19? Muchos en la comunidad científica creen que sí. Que después de tanta destrucción puede lograr que durante lo que queda de década de 2020, la salud y la sanidad pública se tomen en serio y se coloquen en el centro. El Ministerio de Sanidad tiene prevista una reforma total del sistema en esa dirección, para que sea “puntero”. Está incluida en el Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia para recibir los fondos europeos, que ya tiene el visto bueno de Bruselas. La joya de la corona es la creación de un Centro Estatal de Salud Pública. Se trataría de un centro concebido como una institución autónoma, pero vinculada a Sanidad, con participación de las comunidades. Para gestionar, pero también para el análisis, estudio y asesoramiento de políticas sanitarias. Aún resta por acordarse sus características.
El Gobierno reserva unos 80 millones de euros del dinero europeo para el “aumento de las capacidades del sistema sanitario”. Dentro de eso hay muchas partidas (por ejemplo, un nuevo hospital en Melilla, o la evaluación independiente de la pandemia que se prepara). El refuerzo del sistema de salud público tiene tres patas principales. Por un lado, el desarrollo de una estrategia de salud pública, que ya estaba incluida en la Ley de Salud Pública de 2011, que se elaboró tras la pandemia de gripe A de 2009 pero que apenas tuvo recorrido. Por otro, el impulso a la red de vigilancia epidemiológica. Y por último, la creación del Centro Estatal. De este último se lleva hablando un año, desde los tiempos en los que era Salvador Illa quien capitaneaba el Ministerio. La intención, según fuentes próximas al desarrollo, es que su normativa esté lista este 2021, aunque quizá entre en funcionamiento en 2022. De los 80 millones que van a estas políticas, en un principio se habló de cinco millones para el Centro.
Meses de trabajos previos
La Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) lleva meses trabajando en diseños, y se reúne con el Ministerio regularmente por este asunto. Su propia propuesta terminada la presentarán en septiembre. “Todos los organismos, en Estados Unidos, en Europa, estamos dándole vueltas a esto. Porque históricamente, la salud pública ha sido la Cenicienta de la biomedicina. Esto debería cambiar por dos cosas: porque queremos estar mejor preparados para la siguiente crisis; y porque vamos entendiendo que la salud incluye protección, prevención y tratamiento”, explica Manuel Franco, experto de la SESPAS.
Franco amplía que la prevención es un valor que había estado un tanto olvidado: “El tratamiento es lo más caro, hay que hacerlo cuando ya hay enfermedad, y es cuando ya se ha pasado por el hospital. Si se invierte en salud pública y atención primaria, tenemos protección y prevención. Parte de lo que nos ha pasado en España es porque pensábamos que cualquier problema de salud pública se podía arreglar con sanidad, con hospitales”, resume.
Las características no solo dependerán del Ministerio de Sanidad ni de los expertos. “Veremos hasta dónde conseguimos influir, y luego esto tiene que pasar por Economía, Presidencia…”, comenta Ildefonso Hernández, también portavoz de SESPAS y que fue director general de Salud Pública de 2009 a 2011. En España ya existe una Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica, que pertenece al Instituto de Salud Carlos III (Ministerio de Ciencia y Ministerio de Sanidad) y que sobre todo, antes de la COVID, funcionaba para el control de la gripe estacional. La Red se dedica también a la investigación científica, lo apropiado sería impulsar su lado epidemiológico, dicen desde SESPAS. También existe el Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, el que dirige Fernando Simón. No desaparecería, sería complementario.
“Un centro como el que se quiere crear busca aunar toda la inteligencia de salud pública. No solo de enfermedades transmisibles, que es lo que detecta el CCAES en sus alertas, sino de todos los problemas de salud y sus determinantes. Desde infecciosas, que es lo del CCAES, hasta por ejemplo analizar la obesidad infantil”, sintetiza Hernández. “Busca engrasar y reforzar cosas que ya se hacen. Pero se tiene que modernizar y ser más ágil”, sintetiza Manuel Franco. Ejemplos hay varios, algunos de los más mencionados, el Instituto Robert Koch de Alemania, el Departamento de Salud Pública de Georgia (EEUU), y, para partes más específicas, la agencia UKSHA de Reino Unido, sobre seguridad sanitaria; el Nice, un órgano consultivo; o incluso el propio Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedades (ECDC). “Cada uno tiene características aprovechables”.
¿Cuánta gente, y dónde?
La idea que se extrae del Ministerio y de los expertos es que el Centro sea también un punto de enlace con los centros e instituciones de la Unión Europea, especialmente con el ECDC, y también con la Organización Mundial de la Salud. Y una institución con tantas vertientes también es un generador de puestos de trabajo. ¿Cuánta gente debería trabajar ahí? Es algo también por definir. “El centro alemán tiene a más de 1.000 personas”, apunta Ildefonso Hernández, “pero es una especie de Instituto de Salud Carlos III, con una parte muy grande de investigación científica”. Lo que se proyecta para aquí está a mitad de camino entre algo tan grande y algo tan pequeño como el CCAES, que apenas lo conforman una veintena de funcionarios. Tiene que tener además un papel fundamental en la formación de nuevos epidemiólogos y expertos en salud pública, destacan todos.
Y por último, ¿dónde? Los expertos en conversaciones con el Ministerio creen que este va a ser el punto más conflictivo, en el que más discrepancias puede haber con Sanidad. “La idea es que sea un centro en red, con muchas competencias y capacidades distribuidas por todo el Estado –según Ildefonso Hernández– así que no tiene por qué estar en Madrid. De hecho, mejor que la sede coordinadora no esté en Madrid, creemos que es bueno por varios motivos: para que los territorios se sientan parte de la red, por políticas de sostenibilidad, por la problemática de la España vaciada… las comunidades tienen aquí que decir su parte”. Eso implicaría que esté también fuera del Ministerio físicamente. El CCAES se ubica en la cuarta planta del Ministerio, en el paseo del Prado de Madrid. Alejarse de ahí podría dar una imagen de más independencia, piensan desde SESPAS.