- “Queremos comprobar cómo influye el lugar en el que vives en la salud cardiovascular y tomar medidas de prevención para mejorarla”, explica el líder de la investigación a eldiario.es.
“Me quedó una foto por hacer, la foto imposible, la de un vecino en el supermercado que no puede pagar todos los productos que ha elegido y tiene que devolver la mitad de su cesta”. Jose Luis es un vecino del barrio San Cristóbal, uno de los más pobres de Madrid. Este mecánico ferroviario ha participado como voluntario en un proyecto científico del Consejo Europeo de Investigación, en el que han colaborado otros vecinos del distrito de Villaverde, como Encarna, una pensionista de 59 años o Juani, un ama de casa de 46. Son solo tres de los 24 voluntarios que han participado en la acción Fotovoz, una iniciativa en colaboración con Madrid Salud que forma parte del proyecto Barrios cardiosaludables, que trata de analizar cómo afecta cada barrio a la salud de sus habitantes.
El proyecto, dotado con 1,5 millones de euros, está dirigido por el epidemiólogo Manuel Franco, profesor de Salud Pública en las universidades de Alcalá de Henares y Johns Hopkins (EE.UU.). Este investigador lleva años estudiando las desigualdades en salud existentes entre distintos barrios de una misma ciudad. La relación entre el estatus socioeconómico y la mortalidad cardiovascular es algo que ya ha sido tratado en la literatura científica, pero ¿cómo influyen las infraestructuras del barrio a la salud de sus habitantes?
“Queremos comprobar cómo influye el lugar en el que vives en la salud cardiovascular y tomar medidas de prevención para mejorarla”, explica Franco a eldiario.es. Puede parecer evidente que la riqueza de un barrio tenga relación directa con su nivel de salud, pero también puede afectar la cantidad de alimentos saludables disponibles en la zona o la distribución de las infraestructuras.
“Por ejemplo, existen ciudades con rentas altas en las que la disposición los comercios hace que siempre haya que coger el coche, lo que hace que se hagan menos trayectos a pie”, explica Franco. Según este investigador, “esto puede tener consecuencias importantes para la salud, no solo por la falta de ejercicio físico, sino también porque aquellas personas que no conducen, ya sea por problemas económicos o sociales, están a merced de que otros les traigan la comida”.
Para estudiar esta realidad Franco cuenta con un equipo multidiscilplnar de científicos, entre los que hay enfermeros, biólogos, geógrafos, epidemiólogos, demógrafos, etc. “La idea es abordar el problema desde una perspectiva global”, asegura este investigador. Pero, además de los científicos, el proyecto también se ha apoyado en iniciativas de participación ciudadana, como Fotovoz. “El Fotovoz es una metodología más dentro un proyecto grande”, asegura Franco.
Ciencia ciudadana
La idea consistió en ofrecer cámaras fotográficas a los vecinos del distrito de Villaverde, en Madrid. “Les dimos las cámaras y les dijimos, fotografíe usted todo lo que tiene que ver con alimentación en su barrio”. Tras recibir una serie de indicaciones sobre fotografía y sobre lo que debían recoger con sus cámaras, los vecinos salieron a la calle para retratar bares, mercados, bazares chinos… “El objetivo principal es comprender mejor la relación entre el entorno alimentario y la dieta y la obesidad”, explica Franco, “y para ello hemos querido que sean los vecinos los que nos cuenten la historia de la alimentación de su propio barrio”.
El experimento se realizó en dos barrios diferentes, Los Rosales y San Cristóbal, en Villaverde, un distrito que se encuentra en el sur de Madrid y que presenta algunos de los peores indicadores socioeconómicos y de salud de todo el municipio. En cada barrio se formó un grupo de mujeres y otro de hombres, que se reunían una vez a la semana para debatir y analizar las fotos que realizaron. En total, se hicieron más 160 fotografías, de las que 31 fueron seleccionadas para ser expuestas y formar parte de un fotolibro que será publicado próximamente.
Entre los resultados de este experimento, Franco destaca las recomendaciones que surgieron sobre los bancos de alimentos. “Ahora mismo el ayuntamiento está intentando unificar las bases de datos de los bancos de alimentos, que era una de las primeras recomendaciones que se hicieron en la reunión de ciencia ciudadana”, explica el investigador.
Franco cree que el nuevo equipo de gobierno del ayuntamiento seguirá apoyando el proyecto, ya que “no pedimos demasiado dinero y creo que este ayuntamiento es consciente de que tener un equipo de investigadores estudiando su ciudad es importante y es bueno para todos”. El siguiente paso será repetir el experimento en otros barrios, “especialmente en algunos con alto poder adquisitivo, lo que nos permitirá analizar las diferencias”, explica Franco.
Desde la nueva Alcaldía del Ayuntamiento de Madrid, consideran que el proyecto es una buena forma de acercarse a la realidad de los barrios de la ciudad, ya que, según palabras de la alcaldesa, Manuela Carmena, incluidas en el fotolibro, “son los residentes de nuestros barrios los que mejor que nadie conocen la realidad de su día a día, la realidad de su entorno y la salud de sus gentes”.