La culpa, según los obispos, es de la pandemia. Y de “la inestabilidad vertida sobre la clase de Religión” en la LOMLOE, que quiere poner coto a los privilegios de una materia blindada por los Acuerdos Iglesia-Estado, cuyo currículo es impartido por profesores elegidos por el obispo (pero pagados por las Administraciones públicas), con materiales aprobados por la Conferencia Episcopal (pero impartidos en horario escolar, y dentro de las aulas), evaluable y, por el momento, computable para la nota media. Pero lo cierto es que, por primera vez desde que se tienen datos, los alumnos no universitarios que optan por la Religión Católica están en el borde de la barrera del 60%. Una mayoría, es cierto, pero cada vez menos. Y, en algunas etapas educativas, como Bachillerato, ya son más los alumnos que dicen 'No' a la Religión en la escuela.
Según los datos aportados por la Comisión Episcopal de Educación, en el presente curso 3,2 millones de alumnos españoles eligen recibir clases de Religión católica en los centros públicos, pero también en los concertados y privados, en su mayor parte de inspiración e ideario católicos. Un 60,59%, tres puntos menos que el curso anterior, y muy lejos de las cifras que se daban hace una década, cuando tres de cada cuatro escolares daban clase de Religión en la escuela.
“No se trata de una encuesta, sino de una compilación de datos reales obtenidos por las 69 delegaciones diocesanas de Enseñanza”, asegura la propia Conferencia Episcopal, que recoge en su informe los datos de 15.029 centros públicos, concertados y privados.
La situación es especialmente preocupante para los obispos en los centros públicos, en los que ya no se alcanza la mitad (un 48%), y sólo en Primaria logra la mayoría (52%), mientras que en Bachillerato apenas un tercio optan por la materia. Los centros concertados (mayoritariamente católicos) son el bastión de resistencia y cosechan un 90% de alumnos para esa clase.
El desglose por etapas educativas tampoco ofrece buenas noticias para los obispos. Así, el alumnado de Religión aguanta el tipo en Infantil (61%) y Primaria (63%), mientas que desciende en Secundaria hasta el 59%. En Bachillerato, apenas se llega al 48%.
En su valoración, los obispos achacan el descenso a “la situación de excepcionalidad en la que concluyó el curso anterior, y ha comenzado el actual”, que ha obligado a “reorganizar espacios y distribuir al alumnado”. “También podría haber influido en este descenso la incertidumbre generada al inicio de curso por el debate mediático sobre la LOMLOE y la inestabilidad vertida sobre la clase de Religión”, sostiene la Conferencia Episcopal, que agradece el trabajo de las Administraciones, centros y profesionales en “un contexto de dificultad” y crisis sanitaria. “Han realizado un enorme esfuerzo en su tarea educativa y en el acompañamiento a los alumnos y sus familias en tiempos poco fáciles”.
Pese al descenso, los obispos valoran el dato “muy elevado” de alumnos que eligen libremente la clase de Religión “en el marco de una sociedad plural de creciente diversidad cultural y religiosa”, al tiempo que invitan a las familias a “mantener su compromiso, como primeras responsables de la educación de sus hijos e hijas, solicitando la enseñanza de la religión como parte de su educación integral”. En un momento en que el futuro de la clase de Religión en la escuela pública está más discutido que nunca, las cifras comienzan a dejar de dar la razón a los obispos.
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