Bajada de marcha en la desescalada. Catalunya ha cerrado el ocio nocturno y Castilla y León se plantea recuperar el toque de queda. El panorama epidemiológico ha dado un vuelco en solo dos semanas: el 21 de junio España celebraba haber alcanzado la incidencia más baja desde el verano pasado, con 92 casos por cada 100.000 habitantes, y este lunes se ha multiplicado hasta llegar a 204. La explosión de contagios entre los jóvenes ha dado comienzo a otra fase de la pandemia distinta. Su impacto en ingresos en UCI y muertes es menor por la vacunación, pero tampoco carece de consecuencias.
La Atención Primaria va a recibir el golpe más duro de este repunte a la vez que se enfrenta a un verano con las plantillas bajo mínimos y los ánimos tocados. Cuantos más contagios, mayor es la labor de diagnóstico, rastreo y seguimiento del COVID y menor la atención que se presta a otras patologías que llevan un año y medio relegadas. Aunque la presión asistencial sigue bajo control, algunos hospitales, como los catalanes o los canarios, han notado ya un repunte de pacientes que también reflejan los datos de Sanidad: la cifra de hospitalizados ha pasado de los 2.495 de la semana pasada a los 2.723 de este lunes.
Fernando Simón, director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias, ha dicho que son estos los indicadores que debemos empezar a mirar a partir de ahora. “El que más nos debe preocupar ahora mismo son las vacunas”, ha señalado Simón. El peligro de sobrecarga del sistema sanitario está en Salud Pública, “que no ha dejado en ningún momento, desde enero de 2020, incluso antes del estado de alarma, de trabajar con una intensidad y dedicación enorme”, y en Atención Primaria, “que tiene una presión importantísima desde marzo de 2020 y que, por el tipo de transmisión actual, tiene una presión cada día mayor”. “El verano implica vacaciones, y aunque algunos no se lo crean, los profesionales sanitarios necesitan descansar”, ha espetado el portavoz.
Además, esta subida también ha tenido un efecto inmediato en la imagen de España en el exterior. Alemania ha incluido a Catalunya y Cantabria entre las zonas de riesgo para el turismo. La primera ha sumado más de 21.658 contagios en una semana y la segunda ha triplicado su incidencia. El mapa de la ECDC pinta la mitad de España de rojo y la otra de naranja. Dos colores que no favorecen la percepción de control de la pandemia en pleno inicio de la temporada turística.
Las comunidades deben enfrentarse a un dilema imposible de resolver sin sacrificar algo. La apertura de la economía y la relajación de medidas en ciertos sectores es un reclamo para el turismo, y también un perjuicio para las cifras de la pandemia, que termina repercutiendo en vetos o recomendaciones negativas como las de Alemania. El macrobrote de Baleares, producto de viajes de fin de curso sin apenas restricciones sanitarias, ha sido la prueba. Los focos mediáticos nacionales y extranjeros se han posado sobre una comunidad que vive del turismo y que ha sido el origen de un brote con casi 2.000 contagios de golpe.
“El tema es complejo y lo que demuestra es la falsa dicotomía que todavía existe entre salud y finanzas. La economía del verano está muy centrada en el turismo exterior, pero fue una mala estrategia la de adelantar la relajación brusca de las medidas”, opina Javier Segura, vicepresidente de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMaSaP). El sanitario formó parte el año pasado del comité de desescalada del Ministerio y cree que se están repitiendo algunos errores y tendencias, con la diferencia notable de la vacunación. “El año pasado la situación explotó con los brotes de los temporeros y este año ha sido con los viajes de fin de curso”, compara, pero cree que el efecto será parecido: una subida de los contagios fruto de las interacciones y la movilidad.
El tema es complejo y lo que demuestra es la falsa dicotomía que todavía existe entre salud y finanzas. Las economía del verano está muy centrada en el turismo exterior, pero fue una mala estrategia la de adelantar la relajación brusca de las medidas
Ante esto, las regiones están reaccionando con diferente severidad. Catalunya ha cerrado el ocio nocturno y Castilla y León se plantea recuperar el toque de queda. Baleares ha frenado su desescalada durante unas semanas y ha limitado un poco el aforo de la hostelería. Los locales de ocio podrán albergar a 100 personas en el interior y 200 en el exterior, y en los bares la ocupación máxima de las mesas vuelve a ser de 6 en interiores y 10 fuera. En cambio, Cantabria ha cerrado sus discotecas en 16 municipios y ha adelantado la hora de cierre en el resto a las 2:00 de la mañana, cuando hasta ahora era hasta las 6:00. Navarra también ha adelantado el cierre de bares de copas y locales a la 1:00 de la madrugada durante 15 días.
Madrid, Murcia, Euskadi o Andalucía han confirmado que también estudian tomar medidas de cara al repunte. “Estamos en una temporada de ajuste y hay que seguir preservando la salud pública, que será siempre el objetivo pero manteniendo un equilibrio con la actividad económica”, dijo este lunes el consejero de Presidencia de la Comunidad de Madrid, Enrique López Escudero. Fernando López Miras, presidente de Murcia, ha pedido responsabilidad a la población o, de lo contrario, julio y agosto serán muy diferentes a lo que planteamos hace unas semanas“.
Las restricciones al ocio nocturno son la vía que cuenta con más consenso entre las comunidades autónomas, pero no debería ser lo único, según los epidemiólogos. “La mayoría está optando por no avanzar en la desescalada del ocio nocturno o incluso volver a escalar un poco porque es un sitio que concentra a la gente del rango de edad más expuesto y donde es más probable que ocurran eventos supercontagiadores”, entiende Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE). “Algunos han ido a su aire y han afectado al conjunto del sector”, comparte Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública SESPAS. “Digan lo que digan, es una actividad de alto riesgo”, zanja Javier Segura.
Recomiendo tres cosas: poner limitaciones a sectores que incumplan las normas o sean causa directa de los problemas; que no quede ninguna vacuna en la nevera; y aumentar el control sobre los interiores
No obstante, todos apuestan por limitar los cierres solo a sitios que tengan incidencias muy disparadas. “No hay una necesidad urgente de tomar restricciones globales”, reconoce Hernández. Pero sí “medidas locales que incluyan varias cosas: poner limitaciones a sectores que incumplan las normas o sean causa directa de los problemas; administrar todas las vacunas y que no quede ninguna en la nevera; y aumentar el control sobre los interiores, tanto en el ocio como en el ámbito laboral”, enumera el epidemiólogo.
Segura, de AMaSaP, pone énfasis en esto último para no caer en “análisis burdos”. “Señalar a la juventud, en conjunto, es una forma de huir de análisis más finos y que estudien cuántos de estos jóvenes se están contagiando también en sus entornos laborales”, indica el experto. Buena parte de las bajas laborales por el COVID en 2020 se dieron en los oficios más precarios, como temporeros o camareros.
En la asunción de responsabilidades, destaca también la labor de los políticos y de los empresarios. “Si ya se ha visto que la espoleta son los viajes multitudinarios de estudios y en las webs se siguen anunciando. ¿qué ha cambiado?”, se pregunta. “La responsabilidad también existe por parte de la administración”. De hecho, este mismo lunes Fernando Simón ha roto una lanza a favor de los jóvenes –“no es por ser jóvenes, es porque son grupos que no están vacunados”– y ha aprovechado para agradecerles su comportamiento durante 17 meses de pandemia.
Cribados, rastreo y confinamientos estrictos
La asignatura pendiente de las autoridades sanitarias de cara a este verano vuelve a ser el rastreo de los casos y la detección precoz. Para los expertos, esta es la razón de que los datos se hayan disparado en cuestión de dos semanas: se había dejado de rastrear. “Hay que volver a hacer cribados masivos y rastreo de los brotes”, apuesta Ildefonso Hernández.
“Es importante optar por el teletrabajo, evitar los interiores y limitar las aglomeraciones en contextos de ocio y de culto”, añade. En un contexto en el que las fiestas de verano reúnen a centenares de personas, los epidemiólogos señalan que no tiene sentido limitarlas en los exteriores si luego se van a reunir en interiores en condiciones menos salubres. Un ejemplo claro es lo que ha ocurrido en las verbenas de la localidad vasca de Hernani, que multiplicó por diez la incidencia en una semana.
Más que los cribados masivos, urge expandir el concepto de "contacto estrecho" para que no ocurra lo mismo que en Palma
Respecto a los cribados masivos, Pedro Gullón recuerda que no todo vale: “Si los haces pero no facilitas que la gente haga cuarentenas o no tienes sistemas para rastrear los positivos, no tiene ningún sentido”. El epidemiólogo de la SEE opta por cribados selectivos o dirigidos, por ejemplo, a las personas que vuelven de viajes de estudios. Eso ha hecho Pamplona y ha registrado un 50% de nuevos positivos. También urge expandir el concepto de contacto estrecho para que no ocurra lo que ha pasado en Palma e incluya a todos los asistentes a una discoteca, de darse el caso. En ese sentido, Gullón recomienda la triple estrategia de Reino Unido: trace (búsqueda), test (diagnóstico) and isolate (cuarentenas). “Todo lo demás es quedarse a medias”, asegura.
Para encontrar el difícil equilibrio entre recuperación económica y control sanitario, Ildefonso Hernández apuesta por “medidas sanitarias contundentes”. Es decir, “dar la sensación de que los brotes se controlan rápidamente, hacer cribados y aumentar la percepción de la seguridad de la población evitando las aglomeraciones masivas visibles”.