La OMS avisó la semana pasada, ante el aumento de contagios en muchos países europeos, de que ni siquiera los estados con las más altas coberturas en Europa estaban a salvo de los repuntes. “Es otro recordatorio, como hemos dicho una y otra vez, de que las vacunas no reemplazan la necesidad de otras precauciones”, aseveró el director general, Tedros Ghebreyesus. “It’s not vaccines or, it’s vaccines and” (No es vacunas o, es vacunas y), resumió. Es un mensaje que puede aplicarse a España, con casi un 90% de la población diana inmunizada: confiar el control de la pandemia solo a las vacunas es un error, según los expertos consultados.
La incidencia acumulada a 14 días –que hay que recordar que no es el indicador más importante en este punto de la pandemia– ha crecido diez puntos durante el fin de semana y los casos notificados son un 20% más que en los últimos siete días.
“Partiendo de la base de que las vacunas han cambiado el devenir de la pandemia –se han desarrollado en poco tiempo y están salvando muchas vidas–, es ingenuo pensar que con la vacunación ninguna medida más es necesaria. Hay un error de concepto”, asegura el epidemiólogo Mario Fontán. Coincide Javier Segura, vicepresidente de la Asociación Madrileña de Salud Pública (AMASAP). El médico salubrista teme que la “falsa seguridad” de estar vacunados haga “retroceder” en el mantenimiento de medidas en interiores, como la ventilación de los bares con la llegada del frío o el uso de mascarilla. La reducción de aforos en espacios de interior se levantaron en septiembre pero nunca se ha puesto plazo a retirar el cubrebocas. La vacunación, añade la inmunóloga Carmen Cámara, será “la solución mundial, pero mientras seamos una isla habrá que seguir tomando precauciones”.
Más incidencia en el noroeste: Euskadi, Navarra y Aragón
Navarra y Euskadi, las comunidades con más incidencia (205 y 177 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días respectivamente), prevén anunciar en las próximas horas nuevas restricciones para territorios con alta incidencia. ¿Pueden ser las primeras pero no las últimas regiones que retomen medidas que ya se levantaron en la fase de estabilización de la incidencia? Es difícil de predecir, dicen los epidemiólogos. Los expertos asumen que la tendencia al alza se seguirá agudizando al menos hasta después de Navidad porque en estos meses se suman el frío que favorece la transmisión y un conjunto de puentes y festivos que impulsan el movimiento de la población. “Habrá que analizar por zonas, aquellas con recursos sanitarios más limitados o la población más envejecida pueden estar más expuestas”, matiza Fontán.
Otra pregunta que surge a estas alturas es qué nivel de contagios –y de hospitalizaciones– es el límite para empezar a retomar medidas restrictivas ya superadas. El Ministerio de Sanidad tiene listo el nuevo semáforo que establece los niveles de riesgo adaptados al nuevo escenario de población vacunada y las medidas para cada uno de ellos. Por de pronto, el nuevo techo para el riesgo bajo de contagio pasa de los actuales 50 casos de incidencia a los 100. En Europa la mayoría de países han optado por limitar la actividad social a los no vacunados, un extremo que en España no se plantea por el momento. Sin embargo, algunas comunidades, como la Comunitat Valenciana, no descartan exigir el pasaporte COVID para acceder a los locales de ocio en Navidad.
Los expertos todavía no saben explicar a ciencia cierta por qué lo que parece el inicio de una nueva ola de contagios, la sexta, se ha concentrado en el noreste del país. Navarra tiene una IA de 205 casos y Aragón de 131, según los últimos datos publicados por el Ministerio de Sanidad, frente a los 48 de Galicia o los 43 de Andalucía. Madrid, epicentro inicial de la pandemia, está en casi 73.
En todo caso, los datos muestran a la península ibérica como un oasis en Europa pese al aumento de la transmisión. No confiar todo a la vacunación no significa que una alta cobertura no haya garantizado cierto blindaje a España. “Está por ver qué pesa más en este nuevo mejunje con la población vacunada que viviremos este invierno: si el escudo vacunal, la disminución progresiva de la inmunidad o qué hagamos con las medidas mínimas que siguen en vigor, pero partimos de una base con más certezas que el año pasado”, considera Segura.
Otro factor importante que va a determinar hasta qué punto puede sobrecargarse de nuevo el sistema de salud español es la distribución de la cobertura vacunal por edad. No es lo mismo, aseguran los expertos, que la población no vacunada se concentre en edades jóvenes –en España un 18,5% de las personas entre 20 y 49 años no está inmunizada– que en mayores. Los epidemiólogos miran también a las nuevas variantes por el rabillo del ojo e insisten en que, como a lo largo de toda la pandemia, sigue siendo imprescindible que haya un sistema fuerte de control de casos y contactos. “Es último sigue siendo –dice Segura– un punto débil” en España.
Europa, disparada
La evolución de los datos en Europa está generando ruido porque hay países con coberturas vacunales aceptables, como Bélgica, que tienen incidencias superiores a 1.000 casos por cada 100.000 habitantes. Cámara, secretaria de la Sociedad Española de Inmunología, afirma que algunos Estados “piensan que con superar el 70% ya es suficiente y no, el empujón final es el que marca la diferencia del riesgo o no para el sistema sanitario”. “Hay que recordar –insiste– que las vacunas actuales no cortan la transmisión sino que nos protegen de la enfermedad grave y de la muerte”.
La inmunóloga considera que en los países europeos con temperaturas más bajas que España el factor climatológico ha podido favorecer la expansión más rápida –aunque no es el único motivo– y pronostica un “apretón” más fuerte en la transmisión después de Navidad en nuestro país. A esto se une la previsión de que la epidemia de gripe condicione al sistema como ha pasado tradicionalmente salvo el año pasado, cuando no hubo por la preeminencia del SARS-CoV-2 sobre el resto de virus estacionales.
La última variable sobre la que tienen puestos los ojos los que estudian la pandemia son las incógnitas sobre la duración de la inmunidad que proporcionan las vacunas. “Los países con coberturas vacunales por encima de la media europea tienen un riesgo más bajo y manejable de experimentar una subida severa de los casos, hospitalizaciones y mortalidad desde ahora hasta el final de noviembre, a menos que haya una reducción rápida de la efectividad de la vacuna”, indicaba el Centro Europeo para la Prevención y Control de Enfermedad (ECDE, por sus siglas en inglés) en septiembre.
Sobre los no vacunados, Fontán advierte de que, aunque “son pocos porcentualmente”, suman cuatro millones de personas “entre las que puede circular bien el virus” y no hay que desdeñar su efecto sobre el resto. “Además, hay variabilidad a la hora de responder a la vacunación entre los inmunizados”, en referencia a los inmunodeprimidos o a las personas mayores. Sobre estos grupos ya se ha probado una menor inmunidad –está por probar con evidencia sólida si de origen o por pérdida más rápida– y son objeto de una dosis de refuerzo. También los vacunados con la monodosis de Janssen, que reciben desde este lunes un segundo pinchazo con vacunas de ARN mensajero (Pfizer o Moderna).