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Las mujeres jóvenes que consumen drogas están peor vistas que los hombres

Europa Press

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El discurso mayoritario de la población española de 16 a 24 años se basa en la idea de que el consumo de drogas en un ámbito juvenil y festivo no corresponde a las mujeres y es “típicamente masculino”. Así pues, se sanciona socialmente más a las mujeres que las consumen por la persistencia de los estereotipos de género.

Esta es una de las conclusiones de la investigación 'Distintas miradas y actitudes, distintos riesgos. Ellas y ellos frente a los consumos de drogas', elaborada por el Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad en colabocarión con el Plan Nacional sobre Drogas. Se trata de un estudio cualitativo mediante grupos de discusión con 50 jóvenes de entre 16 y 24 años, así como una veintena de progenitores con hijos e hijas entre 15 y 18 años.

Según la investigación, los jóvenes comparten la visión de que las drogas ayudan a desinhibirse y a facilitar las relaciones interpersonales. Pero, tal y como pone de manifiesto el estudio, cuando ellas consumen se exponen a un juicio social mucho más severo: se enfrentan a una “culpabilización y responsabilización” de su consumo y a una sanción global por parte del conjunto de la sociedad, entre otras cosas.

“Tiene que ver con la invisibilidad de la realidad femenina en general”, ha señalado la subdirectora del Centro Reina Sofía sobre Adolescencia y Juventud de Fad, Anna Sanmartín, durante la rueda de prensa para presentar el estudio. A su juicio, la percepción de que el consumo de drogas pertenece al terreno masculino -ya sean legales como el alcohol o el tabaco, o ilegales, como el cannabis o la cocaína- se debe a “la ceguera” que normaliza esta visión.

Según ha expuesto, los consumos por parte de mujeres están “doblemente penalizados”, ya que se ve mal el consumo en sí, y peor si se consume siendo mujer. Consumir drogas siendo mujer, según ha subrayado, supone un deterioro del rol social que se espera de una mujer, como ser “responsable y madura”, frente al “descontrol” que se presupone de consumir en este ambiente juvenil y festivo.

“Cuando ellas consumen, digamos que se descuadran los estereotipos”, ha declarado Sanmartín, para después precisar que, en este contexto, el consumo se asocia con “la debilidad y la necesidad de protección”.

A ellos les 'refuerza' su identidad

Sin embargo, el consumo por parte de ellos se atribuye a una mayor “fortaleza” y, además, sufren un menor cuestionamiento o necesidad de justificación. “Cuando hay un consumo femenino, el cuestionamiento es constante”, ha remarcado Sanmartín. Para los hombres que consumen, puede resultar favorecedor e incluso reforzar su identidad de género, tal y como pone de manifiesto el estudio.

“Los estereotipos entre la población juvenil son muy marcados en todos los estudios con perspectiva de género que estamos haciendo. Esto es una losa en la que hay que poner el foco”, ha defendido, insistiendo en que esta percepción “no ha cambiado” con respecto a hace 20 años.

“Se percibe que una mujer que consume pone en cuestión su ética personal, muestra predisposición a otras cosas y no recato, por lo que es una mujer fácil. Hay una culpabilización que no se percibe en los hombres”, ha aseverado. Sin embargo, según el análisis, un chico en las mismas condiciones es considerado “molesto o pesado”, y solamente en ese momento puntual.

Una agresión sexual, el principal riesgo para ellas

De acuerdo a la investigación, el género también influye en los riesgos percibidos del consumo de drogas. El principal riesgo que ellos tienen es verse inmersos en peleas o robos en el caso de no controlar, mientras que ellas tienen el de sufrir una agresión o abuso sexual. “Esto sale constantemente en el discurso de los progenitores y se alude a dinámicas y contextos festivos y no tanto al consumo de sustancias”, ha apuntado Sanmartín.

En su opinión, es “muy llamativo lo normalizado que está” ese miedo a sufrir una violación en un ambiente festivo juvenil, “probablemente porque ocurre”, aunque también lo es el hecho de que los jóvenes no sean conscientes de los riesgos asociados al propio consumo de sustancias.

Este temor se traduce también en el mayor control que existe en general por parte de los progenitores cuando se trata de las hijas y las salidas nocturnas, tal y como se refleja el análisis sobre cómo afrontan y perciben los padres y madres de adolescentes la prevención y gestión de los problemas de drogas en función del género de sus hijos e hijas.

Los hijos niegan el consumo, ellas lo ocultan

Respecto a las conclusiones principales derivadas de los grupos de trabajos con los padres y madres, Sanmartín ha destacado la falta de diálogo respecto a las drogas en el seno familiar al creer que “es mejor no alterar la paz familiar”. “No se habla de esto, hay un pacto implícito y los padres creen que no consumen”, ha apostillado.

Asimismo, el estudio pone de relieve que los hijos niegan el consumo de drogas, mientras que las hijas lo ocultan y la percepción de que las mujeres jóvenes consumen por imitación de los comportamientos de sus pares masculinos.

Según datos de la Encuesta sobre uso de drogas en Enseñanzas Secundarias en España 2016/2017, realizada a escolares de 14 a 18 años, las chicas consumen más las sustancias legales y más normalizadas (tabaco, alcohol e hipnosedantes). Sin embargo, en sustancias ilegales con mayor percepción de riesgo, el consumo femenino es menor que el masculino. Esta tendencia es la misma desde el año 1994, año en que se realizó la primera encuesta ESTUDES.

Por su parte, la directora general Fad, Beatriz Martín, ha defendido la necesidad de enfocar la prevención del consumo desde una perspectiva de género, así como con intervenciones diferenciadas, para que sea eficaz.