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La crisis climática ha multiplicado por tres los días de calor extremo en Europa

Desde la década de 1950, el número de días con calor extremo y estrés térmico (asociado al exceso de calor) en Europa se ha triplicado. Si a mediados del siglo XX había un promedio de 2 días de calor extremo al año, hoy la media está en 6 días. Así lo ha revelado un estudio publicado este jueves en la revista científica Geophysical Research Letters, que precisa que, aunque el incremento de los episodios de calor extremo —y de la temperatura alcanzada en los mismos— ha sido progresivo, fue más tímido entre los años 1950 y 1995 y mucho más intenso entre 1996 y finales de 2018, periodo en que los días de calor extremo se duplicaron.

La investigación, llevada a cabo por el Instituto para la Ciencia Climática y Atmosférica de la Escuela Politécnica Federal de Zúrich, ha analizado el 1% de los días más cálidos, así como el 1% de las jornadas más frías, en casi mil estaciones meteorológicas de Europa a lo largo de las últimas siete décadas.

Entre sus principales conclusiones, los investigadores destacan que, mientras que los días de calor extremo se han triplicado, los de frío extremo se han reducido a más de la mitad (y hoy son tres grados más cálidos) en el mismo periodo, lo que sugiere un calentamiento general tanto de los veranos como de los inviernos alrededor de todo el continente, aunque es en Europa Central donde se da el mayor aumento de temperatura extrema.

Europa es una de las regiones del mundo donde más se han intensificado las máximas extremas, recalca el informe. La ola de calor sufrida este verano en el Viejo Continente ha llevado a varios países a experimentar temperaturas máximas sin precedentes. Entre otros, Francia y Alemania alcanzaron los 42,6ºC, el norte de Bélgica llegó a los 41,8ºC y la población de los Países Bajos sufrió por primera vez los 40ºC. También a nivel mundial se batieron récords. De hecho, el mes de julio de 2019 fue el más caluroso desde que existen registros, con una media de temperaturas 0,95ºC más alta que el promedio de todo el siglo XX.

La investigadora que ha liderado el estudio, Ruth Lorenz, asegura que los resultados son “una señal” de que el cambio climático está detrás del incremento en la temperatura extrema en Europa. “Queríamos analizar si este tipo de tendencias podría deberse solamente a la variabilidad natural de temperatura, y el resultado fue que las tendencias que vemos son mayores de lo que cabría esperar de la variabilidad natural. Además, vemos tendencias al alza en más del 90% de las estaciones, y esta cifra es también demasiado alta para que ocurra por casualidad”, ha explicado Lorenz a eldiario.es.

Desde 1950, los días de calor extremo en Europa no sólo han aumentado en número sino también en grados centígrados. En concreto, han subido 2,3ºC, lo que representa un incremento por década superior al de la media global. Mientras en Europa cada década ha sumado a las jornadas especialmente calurosas 0,33ºC, en el planeta, en general, el ascenso ha sido de 0,2ºC.

La Organización Mundial de la Salud estima que, entre los años 2030 y 2050, hasta 38.000 ancianos morirán por la exposición a temperaturas excesivamente altas. Por eso, Europa, cuya población ya está muy envejecida, es especialmente vulnerable ante este efecto del cambio climático. Y lo será aún más en el futuro: la ONU calcula que para 2050 una de cada cuatro personas que vive aquí y en Norteamérica podría tener 65 años o más.

Por otro lado, y a diferencia de otras publicaciones que estudian el clima, el equipo de Lorenz no ha medido sólo la temperatura, sino también el estrés térmico por exceso de calor, que aparte de la temperatura atiende a otros factores, como la humedad. “Es una medida que, de hecho, es más relevante para la salud humana”, justifica. Según el estudio, el estrés térmico es también significativo porque tiene un impacto todavía mayor sobre la productividad laboral que el exceso de temperatura.

En Europa, este efecto ha aumentado en consonancia con el aumento de calor, tanto durante el día como por la noche, pues la temperatura durante las noches se ha intensificado incluso más que durante las horas de luz.

En conjunto, los datos ponen de manifiesto que el aumento de temperatura en los episodios de calor extremo, sobre todo en Europa central, es aún mayor de lo que los modelos europeos climáticos (la herramienta que usan los científicos para predecir el comportamiento futuro del sistema climático) habían calculado. Para la región mediterránea, no obstante, las cifras no son tan distintas a lo que los modelos habían predicho. “Los extremos cálidos y fríos se calientan tanto como las medias estacionales, por lo tanto no más de lo esperado”, aduce Lorenz.

Sin embargo, la publicación señala que tanto el Mediterráneo como Europa central son regiones en las que los cambios en la variabilidad de temperatura contribuyen al aumento de la intensidad de las olas de calor. “Por lo tanto, es posible que aunque no veamos una diferencia significativa entre las tendencias de la temperatura media de verano y los extremos en la región mediterránea hasta ahora, esto podría cambiar en el futuro”, asevera.