Casi la mitad de los casos de depresión quedan ocultos por la falta de recursos sanitarios
Algo más de 700.000 personas soportaron en 2013 una depresión sin saberlo en España. Hasta un 40% del 1,8 millones casos estimados no se diagnosticaron y, por tanto, no reciben atención. No hay tiempo para buscarlas en las consultas y ponerles remedio ya que, según las sociedades científicas, el sistema está lastrado con una “escasez de tiempo en las entrevistas clínicas” a lo que se le añade “la presión asistencial existente entre los médicos de Atención Primaria y Especializada”.
Es el diagnóstico de las Sociedades Española de Psiquiatría, y de Psiquiatría Biológica junto a la Fundación de Salud Mental (FEPSM). Y no es una patología minoritaria sino, más bien, que queda oculta al no llegar a ser descubierta. El doctor Miquel Roca, presidente de la FEPSM, cuenta que la depresión “se da, anualmente, en un 4% de la población”. Y en un 10% de la población a lo largo de la vida“. Según el médico, esta enfermedad tiene una tasa de infradiagnóstico mayor que sus compañeras de la salud mental ”porque al ser compleja a veces los propios pacientes no buscan ayuda, o sus entornos no identifican los síntomas“. Las carencias de recursos y la dificultad de la depresión forman un cóctel que se traduce en esta bolsa enorme de personas sin atender médicamente.
El año pasado, la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS) reveló que la crisis económica había multiplicado los casos de depresión mayor. En su estudio –que abarcaba los años de 2006 a 2010– calculaba que el volumen había crecido un 19%. Y, sin embargo, se tiene la percepción “errónea” de que es un problema suficientemente tratado y que, incluso, consume “un volumen excesivo de recursos”, cuentan los psiquiatras. “A veces está trivializada y banalizada”, argumenta Miquel Bernardo, presidente de la Sociedad de Psiquiatría Biológica. “Problemas de la vida cotidiana o la confusión con trastornos más leves camuflan la depresión auténtica”, reitera el doctor.
Respecto a los recursos, lo datos muestran que lo que sí hay es un pico de consumo de antidepresivos. El documento de SESPAS cuantificaba que el incremento de estas drogas fue del 10% entre 2009 y 2012: de 35,1 millones a 38,7. El doctor Bernardo lo relaciona con la banalización que apuntaba anteriormente: se da una “excesiva medicalización” de problemas que no son depresión. Es decir, que se toman esos medicamentos cuando no se trata de esa patología. “No son específicos y pueden ayudar en casos de, por ejemplo, ansiedad”.
Y en medio de esta dinámica, la enfermedad sigue avanzando. El doctor Jerónimo Saiz, jefe de Psiquiatría del hospital madrileño Ramón y Cajal, explica que “la repercusión que tiene padecer una depresión es devastadora”. Y añade: “La pérdida de autoestima y la consideración negativa y culpable sobre sí mismo dibujan un panorama en el que no hay lugar para ningún sentimiento favorable”.
A esta dimensión particular se añade otra social: “Es una de las principales causas de baja laboral”. Y, en todo caso, “reduce sustancialmente la capacidad de la persona para trabajar efectivamente”. De hecho, la Organización Mundial de la Salud considera las enfermedades mentales como las que más se asocian al desempleo.
Para dimensionar esta faceta, un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo cifraba en 118.000 millones de euros “el coste anual de la depresión en Europa” en 2004, siendo “la carga más alta de todos los trastornos mentales”. El documento considera que esta enfermedad se lleva “el 1% de todo el Producto Interior Bruto del continente”. Los autores consideraron comprobado que “la depresión es una gran preocupación para el bienestar económico en Europa que tiene consecuencias para los sistemas sanitarios”.
En España, el fenómeno se agudiza. Si no hay una atención adecuada y a tiempo y los pacientes terminan por recaer, la carga económica se dobla: el coste de tratarlos pasa de 443 a 857 euros y la caída de productividad se va de los 991 a los 1.800 euros.
Los centros de salud, clave en la atención
La incapacidad del sistema sanitario para absorber esta enfermedad tiene un síntoma en la Atención Primaria. Entre el 42% y el 72% de los diagnosticados de depresión son vistos en los centros de salud. “Son un pilar fundamental en el efectivo abordaje de la patología”, subrayan estas sociedades médicas. Sin embargo, el doctor Roca advierte que “los trastornos depresivos constituyen un importantísimo factor de distorsión en las consultas de Atención Primaria por la dificultad para el diagnóstico o la aparcición de síntomas en ocasiones más físicos que psicológicos”.
En este sentido, en la Asociación Madrileña de Salud Mental sostienen que las administraciones sanitarias están apostando por “un mercado” en el que los centros “rentables” son los que ven “muchos nuevos pacientes y hace pocos seguimientos”. Se aleja bastante de los “equipos de salud más cercanos al paciente y multidisciplinares”.
Y al final de toda la cadena, las depresiones están detrás de la principal causa de muerte violenta en España: el suicidio. En caso de padecer este trastorno, el riesgo es “21 veces superior a la población general”. La tasa de prevalencia del suicidio en España está en 7 por 100.000 habitantes. Cerca de una decena de personas se quita la vida a diario, subrayan los médicos. Con todos estos mimbres, las sociedades científicas que se han reunido para analizar la depresión coinciden en que “se trata de un reto de salud pública”.