En su anhelo por convertir el agua en una fábrica de votos, los partidos de derechas españoles (PP y Vox) vuelven a calificar como desperdicio que los ríos lleven agua al mar. Acto seguido concluyen que ese líquido debería almacenarse con más embalses para satisfacer la sed insaciable de, sobre todo, el sector económico del regadío.
Este movimiento es recurrente cuando se acercan, como ahora, elecciones autonómicas y municipales. Así que el presidente andaluz (y también del PP en esa comunidad), Juan Manuel Moreno Bonilla, publicaba recientemente que el embalse de Olivargas libera agua y que “ya ha tirado al mar 22 hm3, lo que consume Huelva en dos años” porque no “no hay dónde almacenarla”.
La provincia de Huelva es un teatro de guerra electoral donde el agua para el regadío de frutos rojos se presume pieza clave. Allí Vox creció hasta superar al PP en las elecciones generales de 2019. En las andaluzas de 2022, el PP contraatacó hasta hacerse con el 42%. Ese porcentaje le duplicaría los concejales que consiguió hace cuatro años.
Poco después de la reflexión hidrológica de Moreno Bonilla, el partido de ultraderecha subió la apuesta. “Estamos desperdiciando nuestra agua”, ha dicho el diputado de Vox José María Figaredo este miércoles en el Pleno del Congreso. Se refería al agua que el Ebro o el Tajo desembocan en el mar. “En España se pierde cada año muchísima agua. Hectómetros cúbicos que son vertidos al mar sin motivo alguno”.
Publicitaba así su programa electoral –que enarbolaba al hablar– dirigido a Alicante, Región de Murcia, Almería o Castilla-La Mancha. “¿Por qué quiere usted dejar a media España sin agua?”, le preguntó a la vicepresidenta de Transición Ecológica, Teresa Ribera.
La disputa por votos en Alicante, Murcia o Almería está servida y la planificación hidrológica recién aprobada, con el trasvase Tajo-Segura de fondo, una nueva guerra del agua en la que las desembocaduras fluviales pueden ser calificadas de desperdicio hídrico.
El agua tiene que llegar al mar. Así se completa el ciclo del agua que se estudia desde la escuela. La función de los ríos es llevar el agua y el mar necesita esa agua
“El agua tiene que llegar al mar. Así se completa el ciclo del agua que se estudia desde la escuela”, explica el doctor en Geografía y experto fluvial Alfredo Ollero. “La función de los ríos es llevar el agua del continente al mar y el mar necesita esa agua”.
El agua es más que un recurso económico
Hablar de desperdicio, tirar, verter es “algo recurrente que denota una concepción del agua como recurso económico, como producto, e ignorando su importancia en ese ciclo y que está asentada científicamente desde hace siglos”.
Dentro de esa importancia está regular la salinidad del mar, “que se altera” sin el agua dulce, aportar alimentos a la cadena marina y suministrar material.
“Algo muy importante que la gente olvida a menudo es que los ríos llevan sedimentos a la costa y que los sedimentos son imprescindibles para contrarrestar la erosión y la subida del nivel del mar”, recuerda el doctor en Hidrogeología de la Universidad de Boston Sergio Fagherazzi.
Fagherazzi insiste en que “los humedales costeros necesitan esas aportaciones para aumentar su elevación. Y con los embalses bloqueamos el flujo de sedimentos y se favorece la erosión. ¡Necesitamos todo el sedimento que podamos conseguir en este periodo de elevación del nivel del mar!”.
Ollero coincide: “Los sedimentos son, además, los que llevan los nutrientes para los ecosistemas marinos. Los pescadores saben que cuando ha habido una crecida del río hacia el mar es cuando se dan mejores faenas”.
De hecho, por más que el diputado de Vox llamara desperdicio al volumen de agua que el Ebro desemboca por su delta, en realidad llega poquísima agua y, por tanto, poquísimos sedimentos: unas 100.000 toneladas al año que suponen el 1% de lo que afloraba antes de cuajar la cuenca con presas.
Algo muy importante que la gente olvida es que los ríos llevan sedimentos a la costa que son imprescindibles para contrarrestar la erosión y la subida del nivel del mar. ¡Necesitamos todo el sedimento que podamos conseguir!
El delta del Ebro desaparece acosado por la erosión de la crecida del mar y sin aportaciones de arena que lo reconstruyan. El pasado diciembre se adjudicaron los trabajos para estudiar cómo llevar más sedimentos a la costa: 11 millones de euros.
Y del material que traslada el Ebro al mar dependen las playas desde el delta al cabo de Cullera en la provincia de Valencia. El turismo de sol y playa. España gasta decenas de millones de euros cada año en reponer arena en playas.
Hay más ejemplos de cómo la intervención humana desbarajusta las desembocaduras fluviales. “Desde la segunda mitad del siglo XX se ha intervenido tanto en los ríos que los hemos convertido en tuberías y almacenes”, describe el experto Ollero. La llegada del Segura al mar fue trastocada por obras que pretendieron obligar al río a salir como querían los humanos. El espigón se orientó equivocadamente, lo que ha derivado en un tapón de lodos.
Disputa por los votos en los regadíos
Ajena a la acumulación de evidencia científica, la disputa electoral no da tregua. Y el trasvase Tajo-Segura, directamente relacionado con que el Tajo lleve más agua rumbo al Atlántico, ha desplegado el mapa: Alicante, Almería, Murcia...
En Alicante, Vox obtuvo 100.000 votos en las últimas elecciones autonómicas (un 11%), pero se quedó mucho más atrás en las municipales (un 3,6%) mientras el PP superó el 29%. Allí se disputan más de 1.600 concejales y 35 escaños autonómicos. En Almería, se ha reproducido la batalla onubense: Vox pasó de 20.000 a 80.000 votos en 2019 y se hizo muy fuerte en zonas de regadío como Níjar, El Ejido o Almanzora. Pero en 2022, el PP les comió muchísimo terreno. En la Región de Murcia, principal receptora de agua del acueducto que viene desde Castilla-La Mancha, tienen un escenario parecido.
En medio de este panorama, la vicepresidenta tercera, Teresa Ribera, recordó en la sesión plenaria que “el agua no se tira al mar”. “Los ríos necesitan que esa agua, que es un bien ambiental fundamental, facilite los ecosistemas fluviales, facilite la actividad en sus riberas”. Y luego añadió que “los ríos no son propiedad de ninguna comunidad autónoma, son dominio público de todos y no existen cuencas excedentarias o deficitarias, en todas las cuencas la demanda siempre supera la disponibilidad”.
El investigador Alberto Ollero va más allá y afirma que “tenemos la obligación de restaurar los ríos por nuestra propia supervivencia. Revertir el destrozo de los últimos 70 años”.
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