Los académicos de la lengua van a tener trabajo, porque la definición de la palabra 'bacteria' acaba de saltar por los aires. Si buscamos en el diccionario actual, veremos que se define como “microorganismo” o “microbio”, o sea, un “organismo unicelular solo visible al microscopio”. Esta explicación queda obsoleta con el descubrimiento de una bacteria descomunal, de casi un centímetro, y visible sin necesidad de ningún aparato. Es la primera bacteria conocida que no es un microbio. El hallazgo se publica este jueves en la revista Science, después de que una prepublicación del descubrimiento viera la luz el pasado mes de febrero.
Se llama 'Thiomargarita magnifica', es más grande que muchos animales, tiene el aspecto de unos filamentos blanquecinos y vive pegada a hojas hundidas de los manglares del archipiélago de Guadalupe, en el Caribe.
Esas aguas son sulfurosas, es decir, ricas en azufre del que se nutre una variopinta población bacteriana. Sin embargo, ninguna variedad es tan grande como la descubierta por el microbiólogo marino Jean-Marie Volland y su equipo.
¿Cómo es posible que haya alcanzado semejante tamaño una bacteria? La respuesta a esta pregunta se halla, creen los científicos, en su estructura, inusualmente compleja para criaturas a priori muy simples, porque las bacterias son seres unicelulares (es decir: cada bacteria es una célula).
Lo que diferencia a la T. magnifica de otras bacterias, según relatan los autores en una nota de prensa, es que en lugar de que su ADN flote libremente en su interior, su material genético está compartimentado dentro de estructuras unidas a la membrana, una innovación característica de las células más complejas.
“Estos compartimentos unidos a la membrana son metabólicamente activos y la actividad se produce en toda la longitud de la célula bacteriana, en lugar de sólo en su extremo de crecimiento. Es posible que esta organización espacial única y el sistema bioenergético de membranas, que indican un aumento de la complejidad de su linaje, le hayan permitido superar las limitaciones relacionadas con el tamaño y el volumen que suelen asociarse a las bacterias”, añaden los autores.
Miles de veces mayor
T. magnifica es miles de veces más grande que las bacterias comunes y unas 50 veces más grande que otras bacterias comedoras de azufre, las más grandes conocidas hasta ahora y denominadas –parece una ironía– 'bacterias gigantes' (a pesar de que solo son visibles con un microscopio óptico compuesto de entre 100 a 1.000 aumentos).
Thiomargarita magnífica desbanca del podio a Thiomargarita namibiensis, descrita en 1999 y descubierta en aguas de la costa de los Esqueletos, en Namibia, y que ya era unas 100 veces mayor que la media de las bacterias comunes.
En un comentario a este descubrimiento, la microbióloga Petra Anne Levin afirma que el hallazgo “ayuda a resolver el rompecabezas de los factores que limitan el tamaño de las células” y añade: “las bacterias son infinitamente adaptables, siempre sorprendentes, y nunca deben ser subestimadas”.
Levin deja en el aire dos cuestiones. Una es la de por qué estos organismos 'necesitan' ser tan grandes. La otra cuestión es “de naturaleza más filosófica”, según sus palabras. A saber: si T. magnifica representa el tamaño máximo que puede alcanzar una célula.