Descubren en Cuenca los restos de uno de los últimos dinosaurios gigantes que poblaron lo que hoy es Europa

Vivió hace alrededor de 75 millones de años y medía entre 20 y 25 metros de longitud. Los restos de su esqueleto, que incluía numerosas vértebras, parte de la pelvis y elementos de las extremidades, fueron encontrados en el yacimiento de Lo Hueco, en Cuenca, un cementerio con más de 15.000 piezas fósiles del Cretácico Superior hallado accidentalmente en 2007 durante las obras de las vías del AVE Madrid-Levante. Y el trabajo de examen y clasificación meticulosa durante años ha permitido a un equipo de investigadores españoles identificarlo como una nueva especie de titanosaurio, el grupo al que pertenecieron los últimos gigantes que habitaron la Tierra.

El hallazgo se publica este miércoles en la revista Communications Biology y, según el equipo liderado por Pedro Mocho, de la Universidad de Lisboa, permite explicar aspectos hasta ahora desconocidos de la historia de los últimos dinosaurios gigantes de Europa. A la especie le han puesto un nombre científico impronunciable: Qunkasaura pintiquiniestra (“Qunka” por el topónimo del área de Cuenca en el que se encontró y “pintiquiniestra” por la gigante “Reina Pintiquiniestra”, que se cita en El Quijote), aunque entre ellos llaman al espécimen “Epílogo”, porque el fue el último de los fósiles que encontraron en el yacimiento.

“Nos tenía muy intrigados, porque era un auténtico marciano”, explica el paleontólogo Francisco Ortega, director del grupo que ha realizado el estudio. Los restos de estos animales han aparecido de forma muy fragmentaria en otros lugares de España y el norte de los Pirineos, pero aquí tenían una parte del esqueleto articulada y parcialmente ensamblada. “Tenemos la pelvis completa, pero lo más relevante ha sido que tiene una cola que es absolutamente distinta a todas las colas de todos los titanosaurios europeos”, subraya el investigador.

Teniendo en cuenta que en otros lugares se encuentra una vértebra suelta o partes de una pata, el hallazgo es excepcional, según los autores, quienes creen que se debe a las condiciones especiales en que estos restos llegaron a Lo Hueco. “No hemos vuelto a encontrar algo así en ningún lugar”, explica Ortega. “Pensamos que se produjo algún evento catastrófico asociado a una crecida de un río, que mata o recoge una serie de cadáveres y los deposita en una colada de barro”, detalla. “Y, una vez ahí, no se desmembran”.

Un gigante “pequeñito”

A pesar de tener una altura de más de cinco metros y pesar más de 16 toneladas, este titanosaurio era una versión miniaturizada de sus parientes en la Patagonia. Básicamente, porque vivía en Ibero-Armórica, una isla que contenía parte del territorio de la actual península ibérica y el sur de Francia, en un periodo en el que lo que luego sería Europa estaba desgajada en un archipiélago. “Son gigantes de 20 a 25 metros de longitud, pero dentro de su linaje son pequeños, por la insularidad”, asegura Ortega. 

Son gigantes de 20 a 25 metros de longitud, pero dentro de su linaje son pequeños, por la insularidad

Su fisiología sigue siendo un misterio, pues tenían una enorme masa corporal y un cerebro del tamaño de una pelota de tenis. “Eran herbívoros, en principio se supone que podían moverse en manadas y pasarse el día comiendo”, explica el especialista. Vivían en un clima subtropical, aunque con periodos de sequía, rodeados de depredadores grandes como el abelisaurios, otros más pequeños como os velocirraptorinos, aves gigantes como Gargantuavis y una gran variedad de tortugas y cocodrilos.  

“Nos llama la atención que haya tantas especies distintas de titanosaurios ocupando el mismo sitio”, explica Ortega. “Debía suceder algo parecido a lo que ocurre en algunas zonas de la sabana, donde te encuentras varios tipos de gacelas diferentes, cada una adaptada de una forma sutil a distintos nichos ecológicos en el mismo entorno”. En este caso, apunta, tenemos a un grupo de animales gigantescos que son capaces de distribuirse en un mismo ecosistema de una forma que aún no sabemos. “Lo que sí sabemos es que el linaje de los saurópodos fue muy diverso en el tiempo y, cuando avanzamos hacia el momento de la extinción de todos los dinosaurios [hace 66 millones de años], queda restringido a un único grupo, los titanosaurios”, relata. 

El estudio identifica a Qunkasaura como un representante de un grupo principalmente distribuido en el hemisferio norte (Laurasia), no directamente relacionado con el primer gigante encontrado en el mismo yacimiento, Lohuecotitan pandafilandi, que es miembro de un grupo probablemente endémico que agrupa a casi todos los titanosaurios europeos.  Como Lo Hueco es el único yacimiento de Europa en el que se reconoce la coexistencia de ambos grupos, los autores sugieren que el grupo de titanosaurios que incluye a los representantes de los dos linajes se llame Lohuecosauria.

De esta manera, argumentan, los lohuecosaurios pueden haber tenido su origen en los continentes del sur (Gondwana), antes de dispersarse a nivel global. “El reconocimiento de representantes aislados en el archipiélago europeo durante millones de años, asociado a la llegada puntual de grupos inmigrantes, nos permite darle un sentido a la compleja diversidad europea de este grupo de titanosaurios, bien conocido en América del Sur”, concluye Ortega.  

Un laboratorio evolutivo

Para el paleontólogo Ignacio Canudo, miembro del grupo Aragosaurus de la Universidad de Zaragoza (Unizar) que no ha participado en el estudio, siempre es un motivo de celebración el hallazgo de un gran dinosaurio en la península. “Nos ayuda a entender que en España teníamos una gran diversidad de dinosaurios”, explica a elDiario.es. Canudo pertenece a uno de los muchos grupos que desde hace años estudian a estos titanosaurios que aparecen en la península y trata de resolver el misterio de cómo llegaron hasta aquí, dado que suponemos que se dispersaron desde lo que hoy es la Patagonia. 

Para Rafael Royo Torres, especialista en dinosaurios saurópodos que trabaja de profesor en la Universidad de Zaragoza, se trata de un magnífico trabajo que aporta una nueva visión de la diversidad de los saurópodos titanosaurios en la península ibérica. “Y nos permite inferir una migración de dinosaurios desde África y hacia Europa y cómo fueron colonizando las islas europeas hace más de 75 millones de años”, apunta. “Este trabajo es de gran relevancia para los especialistas en dinosaurios y supone un gran objetivo logrado después de muchos años de inversión y dedicación, liderados por Francisco Ortega y José Luis Sanz”.

Este trabajo nos permite inferir una migración de dinosaurios desde África y hacia Europa y cómo fueron colonizando las islas europeas hace más de 75 millones de años

Maite Suñer, doctora en paleontología y directora del Museo de Alpuente, celebra el descubrimiento y destaca que los titanosaurios no dejan de sorprendernos. “Cuando se definió por primera vez Lirainosaurus en 1999 nadie contaba con que llegaran a ser tan diversos, en general y en particular en nuestro país”, asegura. Según este nuevo trabajo, apunta, Lohuecosauria sería el grupo de saurópodos dominante en aquel momento, o al menos el más diverso. “Y el yacimiento de Lo Hueco se presenta como una ventana clave para desenmarañar todo lo que tenga que ver con la sistemática de los titanosaurios ibero-armoricanos del Cretácico Superior”.

Para el paleontólogo Alberto Cobos, director de la Fundación Conjunto Paleontológico de Teruel-Dinópolis, las conclusiones científicas derivadas de la descripción de Qunkasaura son muy relevantes. “Se puede decir que este saurópodo sirve de llave maestra que va a permitir comenzar a abrir puertas para esclarecer la clasificación de la gran diversidad de saurópodos titanosaurios a finales del Cretácico, principalmente en Europa”, asegura.

“Este hallazgo arroja información sobre su origen, y demuestra que se trata de una familia que tiene un ancestro común y han evolucionado en el mismo sitio”, añade Canudo. A su juicio, este estudio y otros muestran que esta región del planeta, en la que ahora vivimos nosotros, fue un gran laboratorio para la evolución, como lo fueron las islas Galápagos. “Posiblemente evolucionaron en lo que hoy conocemos como el macizo iberoarmoricano y se diversificaron, como los pinzones de Darwin”, explica. “Los autores de esta trabajo proponen que los lohuecosaurios serían uno de estos grupos de pinzones que evolucionaron en una zona, que fueron capaces de llegar a estas islas y durante millones de años se estuvieron reproduciendo y evolucionando”. 

Este saurópodo sirve de llave maestra que va a permitir esclarecer la clasificación de la gran diversidad de saurópodos titanosaurios a finales del Cretácico

¿Qué pasó para que solo cinco millones de años después, hace 70 millones de años, estos titanosaurios desaparecieran de la Tierra, antes de que cayera el famoso meteorito? Conociendo mejor fósiles como este, apunta el experto, quizá empecemos a encontrar posibles respuestas. “Muchos de ellos eran muy abundantes en la época del yacimiento de Lo Hueco, podía haber hasta tres o cuatro especies, pero de repente desaparecen. Quizá estos dinosaurios de Lo Hueco nos ayuden a entender qué estaba pasando ahí y por qué esa diversidad desapareció antes del final”.