A pesar de los esfuerzos por incluir más diversidad en la investigación del genoma humano, las personas de ascendencia europea siguen estando “muy sobrerrepresentadas”, mientras que las poblaciones étnicamente diversas están “excluidas”.
Así lo destaca un artículo publicado este jueves en la revista Cell, en el que los investigadores recuerdan que el 78% de los individuos incluidos en el estudio de asociación del genoma completo son europeos, mientras que tan solo un 10% son asiáticos, un 2% africanos, un 1% hispanos y menos de un 1% de todos los demás grupos étnicos. “Dejar a poblaciones enteras fuera de los estudios de genética humana es tan científicamente dañino como injusto”, afirma una de las autoras del artículo, la genetista de la Universidad de Pensilvania, Sarah Tishkoff.
Muchas de las enfermedades que desarrolla el ser humano están relacionadas con mutaciones genéticas y son los estudios de asociación los que tratan de descubrir qué mutaciones pueden estar relacionadas con afecciones concretas. El problema, según señala el artículo, es que la mayoría de los estudios de este tipo se han realizado casi exclusivamente con población europea. “Este sesgo europeo tiene importantes implicaciones para la predicción del riesgo de enfermedades en las poblaciones mundiales”, advierten los investigadores.
Los científicos alertan de que “la escasa representación de las poblaciones étnicamente diversas impide que podamos comprender plenamente la arquitectura genética de las enfermedades humanas y aumenta las desigualdades en materia de salud” y señalan que esta falta de diversidad étnica “significa que nuestra capacidad para traducir la investigación genética a la práctica clínica o en la política de salud pública puede ser peligrosa, muy incompleta o, peor aún, equivocada”.
Pequeñas diferencias entre poblaciones
Existen distintos tipos de mutaciones genéticas que pueden dar lugar a enfermedades. Las más evidentes son “las enfermedades monogénicas, también llamadas mendelianas, que están causadas por la mutación de un solo gen y que son mutaciones tan patogénicas que apenas hay variaciones poblacionales”, explica a eldiario.es Juan C. Cigudosa, presidente de la Asociación Española de Genética Humana y director científico de NIMGenetics.
A pesar de ello, también existen diferencias poblacionales en este tipo de enfermedades y una de ella es la fibrosis quística, una afección relativamente común en Europa, pero que resulta más rara en los afroamericanos. Los autores del artículo destacan como una mutación genética concreta representa más del 70% de los casos entre la población caucásica, mientras que la misma mutación tan solo representa al alrededor del 29% de los casos entre los afroamericanos.
Sin embargo, las principales divergencias no se encuentran en este tipo de enfermedades monogénicas, sino en las poligénicas, que están asociadas a la mutación de cientos de genes. “Para estas grandes enfermedades, como la diabetes, la hipertensión, etc. como intervienen cientos de genes y no tenemos un candidato único y las estudiamos a partir de unas variaciones que no tienen un efecto directo y que denominamos polimorfismos de nucleótido único”, explica Cigudosa.
El problema es que sí que existen diferencias poblaciones entre los distintos polimorfismos, con lo que las estimaciones que se realizan en base a evidencias de poblaciones principalmente europeas, pueden no ser aplicables a personas de otros orígenes étnicos. “El genoma es muy flexible y está sometido a cambios y, desde que el ser humano salió de África, las distintas poblaciones han estado sometidas a condiciones diferentes”, explica a eldiario.es Laura Valle, investigadora del Instituto Catalán de Oncología. Por este motivo, “las estimaciones realizadas para una población específica no se pueden aplicar directamente a otra, ya que antes tienen que pasar una fase de validación, tomando muestras de esas poblaciones”.
Un problema conocido desde hace años
Los dos especialistas españoles reconocen que el problema es bien conocido desde hace años y es objeto de preocupación entre la comunidad científica. “El artículo pone en evidencia algo que todos sabemos y que nos preocupa muchísimo, que es la mala representación de la diversidad poblacional”, afirma Cigudosa. “No es cuestión de estar a favor o no, el mejorar la diversidad de las bases de datos genéticos es simplemente una necesidad”, sentencia este investigador.
También es de la misma opinión el presidente de la Sociedad Española de Genética, Alberto Ferrús, quien considera que el artículo publicado hoy es “muy oportuno” y que “hacía falta que una revista de alto impacto lo pusiera sobre la mesa para llamar la atención sobre el problema”. Según este investigador del Instituto Cajal, “resolver esta falta de diversidad podría evitar falsos positivos, ya que hay variaciones en la secuencia del genoma que, con los datos que tenemos, se podrían considerar como patológicas cuando no tienen por qué serlo en otras poblaciones”.
“Incluso pasa aquí, en España”, afirma Valle, “nosotros trabajamos en cáncer hereditario, que son enfermedades monogénicas, y todas las referencias que tenemos son europeas, así que cuando viene un paciente de otra población a hacerse un diagnóstico genético es algo que debemos tener muy en cuenta, porque a veces encuentras variantes que nunca has visto en población caucásica, pero que pueden ser relevantes”.
También afecta al desarrollo de nuevos tratamientos
Los investigadores no solo alertan sobre los problemas a la hora de realizar estimaciones de riesgo o diagnósticos, sino también señalan cómo el problema se puede trasladar al desarrollo de nuevos tratamientos dirigidos. El hecho de que los nuevos fármacos sean desarrollados sobre las actuales bases de datos genéticos puede provocar que terminen generando problemas si se se prescriben a personas de otros grupos.
En este sentido, Cigudosa destaca que “casi todos los estudios de farmacogenética, que te dicen si una persona va a responder mejor o peor a un fármaco, también están basados en bases de datos sesgadas”, mientras que los autores del artículo aseguran que “la variación genética entre las poblaciones puede afectar la eficacia de un medicamento o la probabilidad de que cause eventos adversos” y ponen como ejemplo, la warfarina, el anticoagulante oral más recetado en todo el mundo.
Según los investigadores, la dosis adecuada varía mucho entre los diferentes pacientes y en los últimos años se han utilizado algunas variantes genéticas para mejorar la prescripción. Sin embargo, se ha descubierto que en los pacientes de ascendencia africana estas variantes no son útiles para mejorar el tratamiento y resultan contraproducentes.