Cerca de 30 activistas del 15M y miembros de la PAH han tratado de paralizar dos desahucios durante la mañana de este miércoles en Madrid, consiguiendo su objetivo en tan solo uno de ellos. Mohamed tiene hasta el 3 de octubre para encontrar un lugar donde quedarse junto a sus dos hijos, pero los muebles de Amaya ya están en la calle. Tras una serie de momentos tensos, el gran despliegue policial encargado de ejecutar el desalojo ha cumplido su propósito. La joven, de unos 28 años y cuyos padres habían fallecido recientemente, tan solo ha logrado una ampliación del plazo para efectuar el pago de su deuda.
El desahucio estaba programado para este miércoles a las 7 de la mañana. Los diferentes grupos de activistas estaban organizados y preparados: veinte de ellos pasaron la noche en la vivienda de Amaya, situada en el barrio madrileño de Valdezarza. “A las 7 de la mañana han llegado una barbaridad de furgonetas de la UIP. Serían unas 15. Han cortado algunas calles, han tomado prácticamente todo el barrio para evitar el acceso de otros compañeros que pudiesen unirse durante la mañana”, denuncia a eldiario.es Álvaro Gómez, miembro de la asamblea popular de Tetuán. “Los agentes venían con el ariete, los mazos... Estaban preparados para tirar la puerta abajo”, continúa.
Una vez en la vivienda de la joven, los agentes recomendaron a los allí presentes que abandonasen la casa de forma voluntaria y, de esta forma, evitar identificaciones. Según informa Gómez, teniendo en cuenta el amplio despliegue policial y con el temor a la posibilidad de un desalojo violento, los activistas siguieron sus consejos. Amaya firmó la orden de ejecución de su desahucio.
Algunas de las personas que han tratado de paralizar este desalojo han denunciado a través de Twitter la agresión por parte de la policía de un joven de 19 años que también había acudido a la vivienda. “El chico se ha ido al hospital y va a denunciar. Le han golpeado de forma gratuita en un brazo y tiene marcas en la cara”, afirma Álvaro Gómez, quien desconoce cómo sucedió exactamente la supuesta actuación policial.
Amaya dejó de pagar el alquiler cuando se quedó en paro. Recientemente había conseguido un empleo, “algo precario”, según describe el activista. “Pero sus condiciones son tales que le llegaron a amenazar con despedirla por estar presente hoy en su propio desahucio”, señala.
“Ella está destrozada. Después de todo lo que ha vivido, está pasando por una situación psicológica muy difícil”, explica Álvaro Gómez a eldiario.es, quien junto con el resto de sus compañeros ha seguido de cerca su caso. Hoy Amaya dormirá en la casa de una de las personas que desde la asamblea popular del Barrio del Pilar la han acompañado en la batalla contra su desahucio. Sus muebles mojados también se dirigen hacia allí.