Un foro económico para hablar mal del capitalismo, con sede en los elegantes salones vaticanos. El papa Francisco ha vuelto a convocar esta semana a expertos y líderes económicos de todo el mundo para leerles la cartilla y desear delante de ellos el fin del sistema capitalista tal y como lo conocemos. ¿El resultado? Una especie de Davos del revés, en el que hasta la directora del FMI, Kristalina Georgieva, entonó un sentido mea culpa en el que asegura que el sistema económico actual “está poniendo en peligro el futuro de nuestros hijos” para luego reivindicar que el Fondo Monetario tiene –por si alguien lo dudaba– un “corazón blando” que late por la lucha contra la desigualdad.
A la segunda Conferencia sobre Nuevas Formas de Solidaridad, Inclusión e Integración asistió lo más granado de la economía mundial, incluido el premio Nobel de Economía, Joseph Stiglitz; la vicepresidenta española Nadia Calviño y ministros de muchos otros países. Todos escucharon al Papa denunciar la “co-irresponsabilidad” de un sistema capitalista que apuesta por “recortes de impuestos para las personas más ricas, justificados muchas veces en nombre de la inversión y desarrollo”, mientras permite “paraísos fiscales para las ganancias privadas y corporativas, y corrupción por parte de algunas de las empresas más grandes del mundo, no pocas veces en sintonía con el sector político gobernante”.
“Cada año, cientos de miles de millones de dólares, que deberían pagarse en impuestos para financiar la atención médica y la educación, se acumulan en cuentas de paraísos fiscales impidiendo así la posibilidad del desarrollo digno y sostenido de todos los actores sociales”, apuntó Bergoglio. Mientras, continuó, “las personas empobrecidas en países muy endeudados soportan cargas impositivas abrumadoras y recortes en los servicios sociales, a medida que sus gobiernos pagan deudas contraídas insensible e insosteniblemente”, sostuvo.
Estas palabras sonaron con fuerza en el país del Papa, Argentina, que en estos momentos intenta renegociar la deuda contraída con el Fondo Monetario Internacional. Un FMI representado en el foro por su directora gerente, la economista búlgara Kristalina Georgieva, que asentía ante las duras afirmaciones del pontífice.
“Se trata de problemas solucionables y no de ausencia de recursos. No existe un determinismo que nos condene a la inequidad universal”, espetó Francisco a los presentes. “Un mundo rico y una economía vibrante pueden y deben acabar con la pobreza. Se pueden generar y estimular dinámicas capaces de incluir, alimentar, curar y vestir a los últimos de la sociedad en vez de excluirlos. Debemos elegir qué y a quién priorizar: si propiciamos mecanismos socio-económicos humanizantes para toda la sociedad o, por el contrario, fomentamos un sistema que termina por justificar prácticas que lo único que logran es aumentar el nivel de injusticia y de violencia social”, aseguró el Papa.
Stiglitz: “La agenda neoliberal ha fracasado”
No fue el único. El propio Stiglitz aseguró que “el capitalismo está en crisis”. “No sólo es una crisis económica, también es una crisis del clima, de desigualdades, de confianza en el sistema, de crisis moral y política”, remachó.
El Premio Nobel de Economía reclamó que el sistema capitalista “debe ser reformado”, porque fomenta “un crecimiento de desigualdades, destrucción del medio ambiente, polarización de nuestras sociedades y un permanente descontento, que no pueden ser negados”.
Para Stiglitz, “una economía distorsionada, distorsiona la política y la sociedad”. Además, advirtió que “el fundamentalismo de mercado, la agenda neoliberal, ha dominado por cuatro décadas y ha fracasado”.
¿Qué tenemos que hacer entonces? Pues en opinión de Stiglitz, “reescribir las reglas de la economía”. “Necesitamos un nuevo contrato social, que difunda solidaridad en nuestras sociedades y a través de las generaciones. Esto supone un rol diferente para los gobiernos, menos ayuda para las empresas y más para los ciudadanos que lo necesitan”, subrayó.
Georgieva: “Las revueltas son debidas a la desigualdad”
Por su parte, la directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, reconoció que “la estructura económica actual está dañando el medio ambiente y está poniendo en peligro el futuro de nuestros hijos”, antes de hacer un alegato por las políticas de desarrollo sostenible. “En este contexto, no resulta sorprendente que el 50% de las personas de una reciente encuesta opinaran que ”el capitalismo está haciendo más mal que bien“.
Para mejorar la situación sugirió, entre otras cosas, ayudar a los países a crear una “cultura de la solidaridad” y “promover la globalización de la esperanza”. Pero también habló de mejorar los sistemas globales del comercio, de controlar los flujos de capitales por los daños que pueden ocasionar y de la sostenibilidad de la deuda. Defendió el cumplimiento de las obligaciones de los países, pero sin perder de vista a los más vulnerables.
“El mundo tiene una tremenda deuda global. Esto nos lleva a estar expuestos a la inestabilidad”, subrayó, y aseguró que las recientes revueltas en América Latina “son debidas a la desigualdad, no a la pobreza”. “No es casual que las revueltas hayan nacido donde la brecha social es más pronunciada”, dijo.
“Las políticas tienen que ser inclusivas para que todos tengan los mismos derechos”, concluyó.
Tras la reprimenda papal que dio inicio al foro, Georgieva acabó con una frase en la que intentaba marcar distancia de su antecesora, Christine Lagarde. Reivindicó que con ella el FMI tiene una “mente fuerte y un corazón blando”.
Toda la información en www.religiondigital.com