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El discreto encuentro con José Saramago en una “cena a ciegas” en Quito

EFE

Quito —

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José Saramago, el escritor y dramaturgo portugués, se convirtió en uno de los protagonistas de una cena a ciegas, en Quito, que dejó al descubierto que la ceguera como enfermedad afecta a miles, pero se manifiesta en toda la sociedad, que avanza lenta en la sensibilización sobre la discapacidad.

Y es que resultó casi imposible no mencionar “El ensayo sobre la ceguera” en un encuentro en el que cuarenta personas ingresaron en un restaurante para cenar con los ojos vendados a fin de vivir “en carne propia” la discapacidad visual.

Entre los asistentes, el viceministro ecuatoriano de Cultura y Patrimonio, Gabriel Cisneros, recordó a una protagonista de la obra de Saramago que, al recobrar la vista, pierde el amor pues ya no captaba “lo que veía en la ceguera”.

Y trasladó esa idea a la cena, en la que durante unas dos horas pudo “ver diferente” pues agudizó los cuatro sentidos restantes para enfocar sus esfuerzos en descifrar los alimentos, ubicar platos, copas, cubiertos y descubrir si alguien estaba o no a su lado.

Al chef español Juan José Medina, protagonista en la cena, le sorprendió la ceguera por una retinopatía cuando tenía cuarenta años, en el ecuador de su vida.

Tras cocinar para importantes restaurantes de Italia, Francia y España, entre otros, Medina combina ahora su trabajo en una empresa de soluciones accesibles, con charlas y actividades para sensibilizar a la sociedad sobre la discapacidad.

Luego de ofrecer conferencias en México, Medina hace lo propio en Ecuador antes de ir a Argentina y Uruguay en su tarea de explicar que la ceguera “no es una peste, es una enfermedad cualquiera”.

“Estar ciego es encontrarte en la oscuridad del alma”, comentó a Efe Medina, que tenía en Barcelona un restaurante mencionado para una estrella Michelin, y quien en la cena usó las manecillas del reloj para que los comensales puedan “ver” lo que estaba en la mesa.

“A las 3 tienen el cuchillo y la cuchara y a las 9 dos tenedores. Las copas adelante, entre las 11 y la 1. Ya en el plato, la carne o el pescado a las 6...”, enumeró.

Pero aunque la instrucción estaba clara, en varios asistentes se revelaba el miedo al error y la lucha por la adaptación en una cena que buscaba reflexiones para trabajar por un mundo “más inclusivo”.

“Llévate la boca a la cuchara, no la cuchara a la boca”, aconsejaba Medina a un comensal al que le comenzaba a invadir la angustia en medio de la oscuridad y el agotamiento por poner tanta cabeza en cosas que normalmente hace de forma automática, como retirarle los huesos a una pieza de pollo.

Para Medina, una cena a ciegas hace despertar los sentidos y permite a otros saber que un no vidente “se tiene que abrir camino entre tinieblas en este mundo despiadado a veces”.

La arquitecta Sandra Esparza, una de las organizadoras del encuentro, comentó a Efe que con la cena buscan que todos lleguen “a sentir por minutos” la discapacidad y así concienciar sobre la necesidad de servicios accesibles que garanticen autonomía, participación y desarrollo de las personas con discapacidad.

Como Medina, la ecuatoriana Esparza cree que en Europa se trabaja mucho para concienciar a la población y se aplican soluciones para la accesibilidad, pero en Latinoamérica “está casi todo por hacer”.

Construir rampas no es suficiente, comenta la arquitecta creadora del primer parque sin barreras en Ecuador, en el que se despiertan los sentidos a través de sonidos, olores y señales especiales, tan sutilmente colocados, que no hay obstáculos para nadie.

Experto en señalética interactiva inclusiva para el desarrollo del turismo y la cultura, Medina destaca también los avances de la tecnología como apoyo a los ciegos: “A mí me quitan el ordenador hoy en día y me han arrancado los ojos”.

“Gracias a la tecnología no me acuerdo que no veo”, dice Medina al definirla como “una ventana abierta al mundo”, indispensable para su día a día aunque le preocupa el olvido del sistema braille.

Ello, porque si hay un apagón digital “el ciego sería más ciego y más desgraciado que nunca”, advirtió Medina en la cena a ciegas, que fue tan solo un escalón más en los esfuerzos por la sensibilización.

Y es que mientras unos reflexionaban sobre la discapacidad y otros seguían hablando del “Ensayo sobre la ceguera”, de Saramago, la voz de Esparza anunciaba: “El próximo evento es 24 hora así”.

“¿Veinticuatro horas así?”, reaccionó una estremecida comensal en medio de las tinieblas del pequeño restaurante: “¡No resisto!”.

Susana Madera