Una mujer transexual aspira a convertirse en la primera suboficial mayor del Ejército de Tierra

Defensa acaba de publicar en su Boletín Oficial el reconocimiento de cambio de nombre de la subteniente del Ejército de Tierra Estrella Cid. Se ha convertido así en la única mujer con este rango en las estadísticas oficiales del ministerio ya que hasta ahora utilizaban el nombre que le asignaron al nacer. También es aspirante a suboficial mayor, el mayor estatus de su escala, la primera del Ejército.

Cid entró hace 36 años en las Fuerzas Armadas siendo físicamente un hombre y recientemente comenzó la transición de género. “No contaba que era una mujer. Lo he sido los días que podía. De vez en cuando salía a un sitio vestida de chica pero tenía claro quería vivir siempre siendo una mujer. Por eso hace tres años comencé la transición de género y a hormonarme”, incide Cid.

Por ahora solo otra mujer ha llegado a suboficial mayor en las Fuerzas Armadas, en este caso en la Armada, y se da la coincidencia de que también es trans. En marzo esta mujer ascendió a suboficial mayor y se convirtió en la primera militar que llega a este rango en su ejército. Como la incorporación femenina a las unidades militares de nuestro país se produjo hace 30 años, fuentes del Ejército de Tierra explican que las mujeres que entraron siendo físicamente féminas no han alcanzado ese puesto porque se necesitan carreras de largos años para poder ascender. En estos dos casos, la transición de género se realizó ya dentro del régimen castrense e iniciaron su carrera siendo físicamente un hombre.

Actualmente, Cid es subteniente aunque ya ha realizado la formación para poder ascender a suboficial mayor del Ejército de Tierra. Realizar este curso no le garantiza la subida de rango. Estas mismas fuentes aseguran que suele completar satisfactoriamente todo el proceso uno de cada cinco aspirantes.

Esta mujer de 52 años y especialista en asuntos de telecomunicaciones asegura que hasta hace unos meses no había salido del armario “en su empresa”, cuando inició esta formación se “cuidó mucho de no decir nada porque es una institución bastante conservadora”. “Ahora, como ya soy subteniente, casi el último empleo al que puedo llegar, he decidido contarlo porque no tengo nada que perder”, plantea.

Actualmente esta militar trabaja en Madrid, en un centro deportivo y sociocultural del Ejército en el que trabaja solo junto a cuatro compañeros y al que acuden “vestidos de paisano”. Considera que este puesto de trabajo muy cercano al mundo civil ha contribuido a que su integración en las Fuerzas Armadas sea sencilla. “Si trabajase en un regimiento me podría encontrar actitudes más negativas. A lo mejor ahora que va a salir publicado me puedo encontrar algún comentario tránsfobo en el correo”, lamenta.

“Cuando se lo conté a mi jefe, el general me dijo que hiciese las cosas bien y que tenía todo su apoyo. Me quedé loca. No me lo esperaba. Durante todos estos años ese ha sido mi gran miedo en la empresa y me dice que tengo todo su apoyo”, explica. En septiembre Cid modificó el nombre y el género que aparecía en el DNI y este viernes el Boletín Oficial de Defensa reconocía estas modificaciones para que “en lo sucesivo conste” su nombre elegido en la documentación. 

A pesar de la satisfacción generada por haber completado la transición de género, en su vida familiar le ha generado problemas. “Por un lado, soy feliz por ser mujer, por otro ha supuesto la ruptura de mi matrimonio. Mi mujer se enamoró de un chico, aunque sabía de lo mío. Desde que he empezado a vivir como chica full time ella lo lleva bastante mal y tenemos una crisis matrimonial”, señala.

El Ministerio de Defensa no cuenta con ningún protocolo ni estrategia para contribuir a que las personas trans se sientan integradas en las Fuerzas Armadas. Desde su gabinete de prensa, remiten a la Ley de Derechos y Deberes que recoge que en estos cuerpos no cabrá “discriminación alguna”.  Tampoco tienen cifras ni un registro de las personas que han realizado la transición de género en las unidades militares.

Cid lamenta que Defensa no se preocupe por este colectivo y asegura que “de cara la galería no quieren que se sepa”. De cara al futuro, le gustaría ser destinada al Ministerio para ayudar a militares que “sufran acoso por haber manifestado su orientación sexual”. “Hay que iniciar un cambio en la forma de pensar y gestionar en el Ejército. Somos un porcentaje en la sociedad y en las Fuerzas Armadas tendríamos que ser visibles”, finaliza.