Las embarazadas no son especialmente vulnerables a la COVID-19, aunque los científicos piden investigar más

Sergio Ferrer

15 de noviembre de 2020 22:03 h

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La pandemia y el coronavirus no afectan por igual a todo el mundo. Sabemos que la COVID-19 es más grave en hombres que en mujeres; en personas mayores y con patologías previas que en jóvenes sanos. Que su impacto no solo depende de factores biológicos sino también sociales ¿Supone un peligro para las embarazadas? Estudios recientes invitan a una cautelosa calma, pero dejan claro que el riesgo cero no existe, que otros factores pueden contribuir negativamente, y que el tema debe ser analizado en mayor profundidad.

“Algunos trabajos han visto que hay una elevada proporción de asintomáticas entre las embarazadas infectadas por SARS-CoV-2, y que su riesgo de exposición no es muy diferente al de la población general”, explica a elDiario.es la investigadora del Instituto de Salud Carlos III Clara Mazagatos, que ha estudiado cómo afecta otro virus respiratorio, el de la gripe, a estas mujeres.

Pero la pregunta es qué sucede a estas pacientes de COVID-19 cuando desarrollan síntomas. Un estudio publicado en la revista BMJ en junio analizó 427 embarazadas que ingresaron en el hospital con una infección confirmada de SARS-CoV-2. Sus conclusiones mostraron que “la mayoría tuvo una evolución favorable” y que la transmisión a sus hijos “fue poco común”.

“Las posibilidades de problemas serios para la madre son similares a las del resto”, asegura el investigador del King’s College de Londres (Reino Unido) Andrew Shennan, que no participó en el trabajo. “Las mujeres embarazadas pueden estar tranquilas [con este estudio]”. Sin embargo, no todas las publicaciones son tan optimistas.

“Una revisión sistemática sugirió un mayor riesgo de ingreso en UCI y de ventilación en mujeres embarazadas y posparto”, asegura Mazagatos respecto a otro estudio publicado en BMJ. Sin embargo, es importante matizar que el metaanálisis “sugiere factores preexistentes asociados [a la posibilidad de sufrir problemas] como edad avanzada, un elevado índice de masa corporal, hipertensión y diabetes”.

Un informe publicado por el Centro de Control de Enfermedades de EEUU este mes mostró resultados en la misma línea. El análisis estudió unas 400.000 mujeres con COVID-19 sintomática para concluir que “la admisión en UCI, ventilación, oxigenación y muerte fueron más probables en mujeres embarazadas” que en aquellas que no lo estaban.

De nuevo, conviene aclarar que “el riesgo absoluto de cuadros graves para mujeres fue bajo”. En otras palabras, aunque el riesgo al que se enfrentan las embarazadas sea algo mayor en comparación con el de otras mujeres en edad reproductiva, eso no implica que sea alto.

Aun así, los autores consideran que las embarazadas “deberían ser aconsejadas sobre el riesgo de [padecer] enfermedades graves relacionadas con la COVID-19”. También que “se deberían enfatizar las medidas para prevenir las infecciones [por coronavirus] entre estas mujeres y sus familias”.

En este sentido, hay que tener en cuenta que el riesgo al que se exponen las embarazadas infectadas por otros virus respiratorios es también mayor. Un estudio publicado por Mazagatos en 2018 mostró que el riesgo de hospitalización por gripe grave era ocho veces mayor entre estas mujeres.

Por este motivo Mazagatos cree que sería “interesante” comparar la evolución de embarazadas con COVID-19 y gripe, y no solo entre infectadas por SARS-CoV-2 y sanas, para ver si también hay diferencias. “No hay todavía evidencias sólidas y es algo que necesita más investigación”, añade.

Sin riesgos para neonatos y bebés

El mayor estudio sobre el impacto de la COVID-19 en recién nacidos fue publicado esta semana en la revista The Lancet Child & Adolescent Health con resultados esperanzadores.

“Tratamos de identificar todas las infecciones de SARS-CoV-2 en recién nacidos en Reino Unido en los primeros dos meses de pandemia”, explica el investigador del Imperial College de Londres y autor principal del estudio, Chris Gale. “En este tiempo nacieron unos 120.000 bebés y solo 66 dieron positivo por coronavirus”.

Por este motivo, Gale invita a la calma: “Las infecciones de coronavirus son muy raras en bebés recién nacidos y [los pocos que se contagiaron] evolucionaron favorablemente y casi todos se fueron a casa sin problemas”. En el momento de finalizar el estudio, solo siete seguían hospitalizados. En otras palabras, “el riesgo para los bebés es muy bajo”.

Este riesgo, tanto de contagio como para la salud de los pequeños, es tan bajo que el estudio detectó muy pocos casos de transmisión durante el parto o posterior. “Al mantener a los bebés con su madre tras el nacimiento, [aunque ellas tuvieran COVID-19], solo un número muy bajo se infectó de su progenitora”. Estos se vieron afectados “solo de manera muy leve” por el coronavirus.

Estos resultados concuerdan con la recomendación de la OMS —y gobiernos como el británico y el español— de no separar a los recién nacidos de las madres infectadas por SARS-CoV-2. “Sabemos que es muy importante para una madre y su bebé establecer vínculos tras el nacimiento, y mantenerlos juntos aumenta las posibilidades de una lactancia exitosa”, dice Gale.

Todos los estudios mencionados en este artículo tienen algo en común. “Este análisis subraya las diferencias raciales y étnicas en el riesgo de infección y gravedad entre mujeres embarazadas”, asegura el trabajo de los CDC. “La alta proporción de bebés negros, asiáticos y de minorías étnicas requiere investigación”, concluye el texto de The Lancet Child & Adolescent Health. En BMJ van un paso más allá: “[Esta alta proporción] requiere una investigación y explicación urgente”.

Las pandemias son fenómenos sociales más que médicos, capaces de afectar con dureza a los colectivos más vulnerables. A menudo el contagio y la severidad de la enfermedad tienen menos que ver con factores biológicos y más con el barrio en que vivimos o nuestro nivel socioeconómico. Los estudios con embarazadas y recién nacidos apuntan, una vez más, esta realidad.