La mayor encuesta a nivel mundial sobre violencia de género puso en cifras la magnitud de este problema social en Europa. Una de cada tres mujeres afirma haber experimentado agresiones físicas o sexuales; en total, 63 millones de mujeres. El número aumenta en cuanto al acoso sexual: una de cada dos dice haberlo sufrido, 102 millones de europeas. La Agencia de los Derechos Fundamentales de la UE (FRA), responsable del estudio, ha sido galardonada con el premio anual del Observatorio contra la Violencia Doméstica y de Género, junto a Thelma Aldana, Fiscal General de Guatemala.
La sede del Consejo General del Poder Judicial ha acogido este martes la ceremonia de entrega del décimo premio de la institución a la labor más destacada en la erradicación de la violencia de género. Al acto ha acudido el director de la FRA, Morten Kjaerum, y la autora del informe (publicado en marzo) Violencia contra las mujeres, Joanna Goodey. “España demuestra la importancia de los resultados del estudio con este premio”, opina Blanca Tapia, portavoz de la FRA que ha atendido a eldiario.es tras la ceremonia.
La agencia, en funcionamiento desde 2007, tiene por objetivo asistir y asesorar a las instituciones de la UE y a los países miembros en materia de derechos fundamentales. Y hay mucho que mejorar en cuanto a la violencia hacia las mujeres, “un problema que muchos países no reconocían y que con este estudio ha quedado patente que se extiende por toda Europa”, señala Tapia.
¿Han reaccionado los países europeos a los alarmantes resultados de la encuesta?
Lo primero que han hecho muchos Estados es llamarnos. Ya hemos ido al Parlamento Europeo y a 15 países incluidos en el estudio, como el Parlamento portugués y el Bundestag alemán, por nombrar dos. Hemos hablado con expertos en violencia de género de los diferentes países sobre qué cambios deben hacer para acabar con este problema. Es muy importante que, a nivel europeo, es la primera vez que la comisaria de Justicia es también comisaria de Igualdad y estamos muy expectantes con ello; convencidos de que los datos se tendrán en cuenta.
¿Pero se materializa ese interés en iniciativas concretas?
Estamos esperando a ver qué hace el nuevo Parlamento. Pero sí ha habido pasos. El día 1 de agosto entró en vigor el Convenio de Estambul, firmado por ocho países entre los que se encuentra España, que es vinculante jurídicamente. A través del Convenio se va a examinar a los países sobre la prevención, la educación en igualdad, la protección a la víctima y la persecución del maltratador, por ejemplo. La defensa de la víctima y la condena del agresor no deben reducirse al terreno judicial, deben ser también una cuestión social.
También hay otras medidas, como la directiva sobre la víctima, que será aprobada el año que viene, sobre la protección integral de las mujeres. Y dentro de poco se aprobará la nueva orden de protección europea para que las víctimas de violencia de género puedan mantener las órdenes de alejamiento reconocidas en sus países allá donde vayan en la Unión Europea.
¿Cree que las políticas de austeridad en Europa están perjudicando las políticas de Igualdad? ¿Cómo afectan estos recortes a la violencia de género?
No hemos hecho un análisis de cada país pero sí ha habido un efecto en las aportaciones sociales a víctimas. Cuando se ha recortado se ha hecho en todos lados. Para luchar contra la violencia de género, las políticas de apoyo a la mujer son fundamentales para que se atreva a delatar a su maltratador. Según nuestro estudio, va a haber el doble de mujeres que denuncien cuando no dependan económicamente del agresor, y esto hay que tenerlo en cuenta.
Las denuncias en España continúan bajando, no así las agresiones. En el estudio dibujan un porcentaje general muy bajo de denuncias. ¿Qué recomendaciones pueden ayudar a las mujeres a acudir a la justicia?
Hay un gran muro de silencio en la violencia contra las mujeres. La cifra de denuncias es muy pequeña, y un descenso en su número, como en el caso de España, no es una buena noticia. Es preocupante. Para que las víctimas denuncien hay que insistir en la educación en igualdad y en que las mujeres conozcan las medidas sociales que las protejerán una vez que lo hagan.
El papel de la sociedad en general también es muy importante para ayudar a las mujeres. En la encuesta que realizamos más del 80% de las mujeres decía que antes de denunciar ante la justicia acudía al servicio médico. Por ello, hemos insistido en la formación de los profesionales médicos, que pueden ser los primeros en actuar.
España está planteando la modificación de su ley contra la violencia de género, que tiene ya diez años. ¿En qué aspectos de la violencia contra la mujer incidiría?
En España, el discurso se centra mucho en la violencia doméstica pero hay mucha violencia fuera del hogar, por ejemplo el acoso laboral. El estudio señalaba que solo el 26% de las españolas denuncia estos actos de acoso más graves. Las víctimas de acoso deberían tener la misma protección que las víctimas de violencia doméstica. El número de mujeres que lo ha experimentado es muy elevado: una de cada cinco europeas que sufre acoso lo padece durante más de dos años. Las más jóvenes, entre 18 y 29 años, son las más propensas a convertirse en víctimas, sobre todo a través de las nuevas formas de comunicación.
Es un mito el del jefe que acosa a la secretaria; hay muchas jefas también que son o han sido víctimas hasta llegar a su posición en las empresas. El 75% de las directivas preguntadas en el estudio admitía haber sufrido alguna vez acoso sexual. Los agresores son los jefes, pero también los compañeros e incluso empleados de puestos inferiores. Desde el mundo empresarial no ha habido una llamada tan fuerte contra la violencia contra las mujeres. Estamos expectantes desde que hicimos el estudio para asesorar a las compañías.
El caso de una supuesta violación múltiple en España, que finalmente la mujer negó, expuso mucho en los medios un caso de “denuncia falsa”. ¿Cómo cree que repercute este tipo de casos a estos delitos tan poco denunciados?
Estoy de acuerdo con las organizaciones sociales españolas que señalan que la realidad es que hay un número mínimo de denuncias falsas. Insisto en que en la violencia contra las mujeres es solo una minoría la que denuncia. Solo una de cada cuatro mujeres denuncia la violencia física o sexual que reciben por parte de sus parejas y la cifra se reduce a un 17% cuando la agresión ha sido un caso anecdótico y no hay relación entre el agresor y la mujer. Denuncian más las que tienen una relación personal con el maltratador porque estas agresiones son repetidas y, en ocasiones, hay una gota que colma el vaso.
Hay que incidir en la prevención y la educación para que las víctimas denuncien. Las campañas también son importantes y, en este caso, las encuestadas españolas son las que más información han recibido gracias a estas campañas. Pero lo que señalamos es la importancia de que las campañas se dirijan también a los hombres, parte indispensable de la solución de este problema.