El Ministerio de Sanidad interrumpe el tratamiento de reproducción asistida de un matrimonio por ser lesbianas. El titular saltaba a los medios el 15 de abril de 2015, un año después de la entrada en vigor de la orden ministerial que excluyó a las mujeres sin pareja hombre de la reproducción asistida en la sanidad pública. “La falta de varón no es un problema médico”, anunció entonces la ministra popular Ana Mato para justificarla. Aquellas dos mujeres, Mariela y Lourdes, viven hoy en un municipio madrileño junto a su hija, de tres años, y miran con indignación el momento en que su deseo de ser madres se vio truncado por una norma discriminatoria que todavía está vigente.
“En ese momento no quisimos gastar mucha más energía, así que no denunciamos. Estábamos muy afectadas. Hay que tener en cuenta que ya estaba abierto, estábamos dentro del programa y tras tres intentos... nos echan. Fue duro”, explica Lourdes delante de un café en una tarde soleada de abril. Poco después de llegar a la Moncloa, el Gobierno de Pedro Sánchez se comprometió a modificar la norma, pero no le dará tiempo a hacerlo. De hecho, el PSOE lo lleva en su programa electoral. Aunque la orden se ha revertido en casi todas las comunidades autónomas, el derecho no está garantizado y las mutuas de funcionarias, jueces y militares siguen aplicándola.
¿Cómo se sintieron cuándo les dijeron que interrumpían su tratamiento? ¿Conocían la orden?
Mariella: Yo había leído cosas por encima, pero no lo pensé porque la orden no hace mención a los casos que ya estaban en proceso. Algo comentamos... pero sin más. Cuando ocurrió nos sentó muy mal. Habían fallado tres inseminaciones, así que estábamos con el duelo que supone no haberte quedado embarazada. Fue un palo. Lo recuerdo muy muy triste porque coincidió con el último intento de inseminación y yo estaba ya muy emocionalmente afectada con esto.
Lourdes: Primero hay un momento de incredulidad y de pensar '¿en serio? No puede ser'. Además nos pilló de una forma muy curiosa: llegábamos tarde al hospital [Fundación Jiménez Díaz de Madrid] y como la zona es difícil para aparcar, yo dejé a Mariella en la puerta y ella subió mientras encontraba sitio. No me dio ni tiempo a aparcar y me llamó para decirme que ni subiera. Cuando la vi llorando ya me explicó todo... Se lo acababan de decir. Lo primero que sentimos fue incredulidad, luego rabia, mucha frustración, enfado y llanto.
Además por algo tan ideológico. La norma viene a decir que si no hay varón al lado, no hay hijo.
L: Sí, así es. Es una discriminación absolutamente ideológica. Pero es que además es absurda. Hay una parte de la orden que establece como requisito el haber mantenido relaciones sexuales con coito vaginal durante al menos 12 meses. Pero ¿cómo se demuestra eso? Es que no hay por donde cogerlo. Aparte de que ¿eso qué tiene que ver con el deseo de ser madre? Yo pago mis impuestos como todo el mundo, ¿por qué he tenido menos derechos que una mujer heterosexual?
Vuestra hija nació hace tres años, casi un año después de la exclusión. ¿De qué forma pudieron hacerlo con la orden en vigor?
M: Conocíamos a gente del colectivo feminista Las Tejedoras, que nos ayudaron a hacer la denuncia pública de lo que nos había pasado, que nos habló de que en la Comunidad de Madrid todavía había un hospital que no hacía caso a la orden. Era el Severo Ochoa de Leganés, así que para allá fuimos. Paramos un año porque necesitábamos recomponernos emocional y anímicamente y también yo físicamente. Allí no tuvimos ningún problema. Les contamos en el servicio lo que nos había pasado y estaban indignadas; la ginecóloga nos dijo algo así como que cada hospital es un gobierno y este no se suma al Gobierno central. Nos contó que no éramos las primeras.
¿En qué medida la imagen que se nos sigue transmitiendo de la maternidad es heterosexual?
M: Totalmente. Yo creo que todavía el concepto de familia sigue siendo el heterosexual y la homoparental no está normalizada. Por otro lado, no parece que vaya a estarlo pronto. Eso hace que las discriminaciones sigan dándose. La semana pasada nuestra hija nos contó que un compañero de clase le había preguntado que dónde estaba su papá. Con tres años. Y claro yo me planteo que esas preguntas no creo que salgan de un niño así como así. Mi hija hace referencia a sus mamás tan normal... El esfuerzo en casa y en el colegio es importante. En esto no hemos avanzado lo suficiente y todavía nos falta un largo camino. Yo a mi hija constantemente le digo que no pasa nada por tener dos papás, dos mamás, un perro, una madre o un padre solos... Que la diversidad existe.
Las discriminaciones cotidianas a este respecto siguen existiendo...
M: Sí. El colegio de nuestra hija es inclusivo, pero ahí hemos tenido alguna también. Hace un tiempo le fui a preguntar a la profesora por estos temas y me dijo algo así como que ya llegaría el momento de hacerlo. Y la cuestión es que no hay que esperar, el momento es ahora porque mientras mi niña va creciendo y dependerá de lo que tú le digas, que eres su referente en el colegio, se sentirá más o menos incluida. Respondió como si no fuera algo importante y a nosotras nos preocupa mucho.
Se ve mucho también en los formularios oficiales y los del colegio. Constantemente nos encontramos con 'padre' y 'madre', siguen pidiendo 'firma del padre' y 'firma de la madre'. Pero ¿y qué pasa si no hay madre o no hay padre? ¿Qué pasa con las otras familias? Nosotras tachamos, pero es que es algo muy sencillo y muy simple, es variar una palabra. Si no lo hacen ni con eso...
L: Yo por ejemplo me he tenido que coger el permiso de paternidad. Yo me mosqueaba y pensaba 'Pero, ¿cómo que de paternidad? Yo no soy padre, soy madre. ¿A quién se lo tengo que decir?' [risas] En todos los papeles oficiales era así: de paternidad. Yo soy puntillosa para estas cosas, pero es que el lenguaje es importante.
También me ocurrió en el Registro Civil. Acababan de aprobar que en los mismos hospitales se pudiera ya inscribir a los bebés, así que yo cuando nació nuestra hija fui directamente allí a inscribirla. Me dijeron literalmente que como era 'un caso excepcional' que no estaban preparados para inscribir a la niña y que tenía que ir directamente a la oficina del Registro Civil.
Hablando del Registro Civil, las parejas de mujeres deben estar casadas para inscribir a los hijos y, en algunos casos, presentar un papel que acredite que ha habido reproducción asistida. Son requisitos que no se aplican a las parejas heterosexuales.
L: Sí, es otra discriminación directa y evidente. A nosotras nos pidieron el papel, pero ¿qué papel hay que demuestra que ese señor que pasa por ahí es el papá de esta otra niña? ¿Se presupone el lazo de sangre? Lo biológico sigue estando por encima... y es que al final lo que importa en la felicidad de un niño o niña es el lazo emocional y educacional.
¿Están las madres lesbianas lo suficientemente representadas en la producción cultural?
M: Para nada, no lo estamos. Hay cosas, pero tienes que buscarlas mucho. Ocurre, por ejemplo, con los cuentos para niños y niñas. Lo habitual sigue siendo la familia heteropatriarcal y tradicional y lo demás no lo encuentras en cualquier librería ni de forma normalizada.
L: Por ejemplo, mi hermana le ha regalado dos veces un cuento a mi hija y las dos representan a familias heteropatriarcales: papá, mamá, hermano, hermana, abuelo y abuela. Mucha gente no es consciente y no es que lo haga a propósito, pero tenemos tan interiorizada socioculturalmente la familia heterosexual y nuclear que no nos damos cuenta. A veces ni siquiera teniendo esta visión en la familia [apuntando hacia sí misma].
Si fueran presidentas, ¿qué harían para fomentar la visibilidad y combatir la discriminación de las mujeres lesbianas?
L: Yo lo primero que haría sería abrir una especie de oficina ciudadana para recopilar quejas, inquietudes, necesidades y propuestas. A las mujeres se nos escucha poco. Lo primero es ver qué necesita realmente el pueblo.
M: Yo revertiría la orden, por supuesto. También incluiría algún tipo de apoyo para mujeres que quieren volver a ser madres porque no nos queda otra opción que recurrir a la reproducción asistida y es que en lo privado es un dineral... Luego es que los derechos LGTBI nunca están sobre la mesa ni tampoco ahora en campaña. Es como si dijeran 'les hemos contentado de momento, ahora que esperen... Hemos aceptado que se casen, que tengan hijos –bueno, en algunos casos, como hemos visto– y de momento así queda'. Nos van dando migajas... pero nos seguimos enfrentando a discriminaciones que no están presentes, que no se hablan y para las que no se diseñan medidas.