ENTREVISTA Alto comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil

Ernesto Gasco: “La precariedad laboral de los padres ha perjudicado muchísimo la alimentación de los niños”

Laura Galaup

11 de junio de 2022 21:25 h

0

El Gobierno ha presentado el plan nacional para la reducción de la obesidad infantil 2022-2030. El alto comisionado para la Lucha contra la Pobreza Infantil, Ernesto Gasco, lleva meses trabajando en esta estrategia que busca que en ocho años se reduzca en un 25% el número de menores afectados por esta situación. “Los niños y jóvenes con menos recursos económicos sufren el doble de obesidad que los pertenecientes a las familias más pudientes del país”, expone el socialista vasco en una entrevista con elDiario.es, en la que también analiza los retos que tiene por delante la estrategia que acaban de lanzar.

Han presentado este viernes el Plan Estratégico Nacional para la Reducción de la Obesidad Infantil 2022-2030. ¿Cuáles son las líneas generales de este documento?

El documento completo tiene más de 200 medidas, seis entornos de actuación y más de 250 páginas. Es un diagnóstico que detecta que tenemos un problema: el 40% de los jóvenes o niños españoles, es decir, cuatro de cada diez, están en situación de obesidad o sobrepeso. La Organización Mundial de la Salud (OMS) también lo califica como la epidemia del siglo XXI.

¿En qué actuamos? En el ámbito personal; que el niño, la niña o el joven tengan un entorno seguro donde se encuentre cómodo y pueda desarrollar también su afectividad, eso ayuda a no tener obesidad. El segundo ámbito es la actividad física, el deporte y los valores de trabajo en equipo. El tercero es la educación y la formación, cómo conseguir que esos niños y niñas conozcan la gastronomía local y aprendan a cocinar cualquier cosa sencilla. Y el cuarto, el familiar. Es curioso, siete de cada diez padres o madres no entienden que sus hijos tienen problemas de obesidad o de exceso de peso. Eso quiere decir que hay que actuar para que las familias, junto con los hijos, realicen un proceso de cambio transversal.

¿El acceso a un estilo de vida saludable es un privilegio de clase?

Podríamos decir que en este momento sí. Los datos también demuestran que la población con menos recursos económicos, las familias vulnerables o los niños y jóvenes en esos entornos, tienen el doble de obesidad y sobrepeso que los pertenecientes a los grupos sociales o las familias más pudientes del país. En concreto, el 10% de los niños tienen obesidad en las familias con mayores recursos, mientras que en las familias con menos recursos se llega al 24%. En España hay un elemento añadido, y se refleja en el plan, la población de origen gitano. La obesidad en esos entornos, sobre todo la masculina, no está mal vista por valores culturales específicos o tradicionales.

¿Qué consecuencias tiene a corto y largo plazo la obesidad infantil?

Primero, perjudica la salud y, además, es muy dañina en la autoestima. En este momento vivimos en una sociedad muy vinculada a la imagen. Tienen muchísima más facilidad de acceder al mercado laboral las personas sin sobrepeso que las personas que tenemos sobrepeso. Por tanto, el bienestar emocional y la falta de descanso son daños que perjudican notablemente a tener un desarrollo potencial de vida sano.

¿La sociedad está concienciada sobre las consecuencias que tiene la obesidad infantil para la salud?

Yo creo que no. En la coordinación del trabajo, la primera sorpresa se produjo cuando en la mesa científica dijeron que el 80% de las causas del fallecimiento en España están vinculadas a cuestiones cardiovasculares, como la tensión alta, los ictus o el fallo del corazón; la segunda son las tumorales y la tercera, la diabetes y otras afecciones. Y resulta que, fundamentalmente, todas están relacionadas con el sobrepeso y la obesidad.

Hay un dato de la OCDE que asegura que por cada euro invertido en luchar contra la obesidad se ahorrarían seis euros de coste sociosanitario a medio y largo plazo, si se consigue hacer con eficacia. El plan tiene esa visión transversal porque es un tema de salud pública, de desigualdad social y de inteligencia económica para un país. En este momento, en Europa, curiosamente, los países que tenemos peores datos somos todos mediterráneos: Chipre, Italia y Grecia.

¿Dónde ha quedado la dieta mediterránea?

En gran medida se ha abandonado la dieta mediterránea. Los datos se han duplicado en diez años. Ha perjudicado muchísimo la precariedad laboral, el que llegues a casa cansado con pocas ganas de dedicarte a cocinar algo o las compras de productos ya elaborados. Ha perjudicado muchísimo, especialmente, a los más pequeños. Las cifras de obesidad y sobrepeso se han doblado en 20 años. A eso se suma el abandono de la compra de productos frescos. La fruta y la verdura son muy importantes, pero también la carne y el pescado fresco.

Se ha abandonado la dieta mediterránea. Los datos de sobrepeso se han duplicado en diez años

¿Esta estrategia contempla alguna medida relacionada con la conciliación de padres y madres para que puedan dedicar algo de tiempo a la alimentación de sus hijos en lugar de apostar por comidas rápidas procesadas?

El plan lo que pretende es trabajar con los protagonistas, que son los niños y los jóvenes, incorporando incluso en el currículum escolar el tema gastronómico, el valor de que ellos mismos cocinen los alimentos divirtiéndose. Para nosotros es muy importante. Ya tenemos una experiencia piloto en este momento en un colegio de Las Palmas de Gran Canaria, en un barrio con una situación económica muy débil. Los niños reciben refuerzo escolar, juegan en el patio escolar y aprenden cocinando desde muy pequeños a elaborar los productos tradicionales canarios. Eso es parte del programa para que así ellos también ayuden a sus padres.

Este plan también recoge derechos sociales y de la infancia. En nuestro país, la infancia tiene derecho, por ejemplo, a vivir en unas condiciones dignas, a alimentarse dignamente. Hay un programa [que recoge que] los comedores escolares y las cafeterías de los institutos y universidades tengan espacios de productos verdes, perecederos y sanos; no solo productos procesados. Somos conscientes de que es difícil revertir los hábitos y las costumbres. Entonces, lo que buscamos desde ahora al año 2030 es reducir en un 25% la obesidad infantil.

En este contexto, ¿qué relevancia puede tener el acceso al comedor escolar para todos los niños? ¿Cómo les puede beneficiar?

Apostamos porque los colegios, tengan o no horario partido, cuenten con comedores abiertos para que las familias que tienen menos posibilidades puedan acceder a una comida al día saludable, sana, equilibrada y con unos menús revisados. Nos estamos encontrando con que, por la situación económica, algunas comunidades autónomas quieren ahorrar y les trasladamos que estos gastos son imprescindibles para garantizar la igualdad de oportunidades de niños y niñas en toda España. No es un capricho, es una necesidad.

Teniendo en cuenta la influencia de los servicios de catering en los comedores escolares, ¿apuesta por un modelo en el que los colegios tengan una cocina y en ella se prepare diariamente la comida en esas instalaciones?

Siempre defendemos que se adopte la mejor decisión posible. No excluimos ninguna porque habrá veces que, por las razones que sean, no sea posible, pero la mejor opción es una cocina en el centro escolar. Si no puede ser en el colegio, que la compartan varios centros por proximidad. Sí que es bueno un servicio de elaboración de comida casera. Eso permite a los niños acostumbrarse a los sabores de la cocina elaborada de la forma más sana posible y aporta cultura culinaria.

¿Qué tendencias socioeconómicas, de edad y de género han detectado al analizar la evolución de la obesidad infantil en nuestro país?

Hay brecha de género. Las niñas y los niños no tienen el mismo comportamiento porque cuando son adolescentes, por cuestiones de presión social y de estética, las niñas tienden a intentar estar cada vez más delgadas, y eso es un problema. El plan quiere evitar los trastornos alimentarios. Cada uno tiene que ser feliz con su propio cuerpo y con sus propias características, estando sano y no teniendo sobrepeso innecesario. Si eres niña, cuanto más alto es tu poder económico, existe menos obesidad o menos sobrepeso. En los chicos, a lo largo de la adolescencia, no hay tanta variación entre las familias con más recursos y las que tienen menos recursos porque no se interpreta de la misma manera el sobrepeso.

¿Aboga por que se prohíban las máquinas de bebidas azucaradas y comida basura en lugares donde hay niños, como los colegios y hospitales?

Yo creo más en promover que en prohibir. Lo vi en Londres hace muchos años, no solo para abordar la obesidad infantil, pero debería ser para todo el país también. Defiendo que las máquinas de vending que estén cerca de colegios, de comedores escolares o de institutos deberían tener también fruta, productos naturales, zumos de frutas y bebidas saludables. Esa debería ser la oferta que tendría que existir, o la que debemos promocionar y ayudar con todas las medidas que sean posibles.

Otra medida: recuperemos las fuentes de agua en nuestras ciudades y en nuestras calles. Es fundamental que los niños puedan bajar a la calle a jugar y puedan tener un espacio de juego en las plazas. Además, si cuando tienen sed se acostumbran a beber agua sana, fresquita y de una fuente pública, evitamos que pasen a otro tipo de bebidas antes de tiempo. Prevenimos muchísimo. Eso es también una política sencilla, de ámbito local y municipal que debemos recuperar.

Defiendo que las máquinas de vending que estén cerca de colegios, de comedores escolares o de institutos deberían tener también fruta, productos naturales y bebidas saludables

¿Y cuál es la responsabilidad de la industria alimentaria en apostar por una mejora de la alimentación de los menores?

La industria con la que hemos trabajado tiene ganas de evolucionar y de avanzar porque lo que quieren, en el fondo, es que les vaya bien. En este momento, Coca-Cola tiene más ingresos en España por la Coca-Cola Zero que por la Coca-Cola normal. Me imagino que eso lo podemos exportar a otras marcas. Esos son los modelos de referencia por los que apostamos, una autorregulación mayor para encontrar fórmulas que hagan que su producto sea más saludable: la reducción de sal, de azúcares, de aceite de palma... Otro ejemplo: es muy importante el hecho de que cuando vayas a cualquier sitio a comer te pongan directamente una botella de agua del grifo fresca, como se hace en Francia y en Italia. Eso te ayuda ya a llevar una vida mucho más sana.

La estrategia contiene muchas medidas que requieren una inyección económica y el plan no es específico en este asunto. ¿Cuánto dinero se necesita para poner en marcha y tener una estrategia exitosa para luchar contra la obesidad infantil?

Hay quince ministerios afectados. Solo de recursos públicos, los programas que recogen todos estos departamentos vienen a suponer aproximadamente en torno a 1.200 millones de euros hasta el año 2030. Son recursos públicos necesarios e imprescindibles. También queremos que la sociedad civil, que las empresas del sector alimentario, se impliquen en este plan. Y para ello queremos mover recursos privados que ahí no están contabilizados.