La eliminación del besapiés de la talla del Cristo de Medinaceli en Madrid para prevenir contagios por coronavirus ha disminuido notablemente la presencia de feligreses, que en este primer viernes de marzo han tenido que adaptar la tradición con otros gestos como genuflexiones.
El besapiés suele congregar cada primer viernes de marzo a miles de personas de Madrid y otros puntos de España, que hacen colas con días de antelación frente a la Basílica de Jesús de Medinaceli para rendir culto al Cristo.
Este año, durante la tarde del jueves ya había una fila de feligreses pero mucho más reducida que en otras ocasiones esperando la apertura de la basílica, que ha tenido lugar a medianoche.
“A partir de las dos de la madrugada no llegó más gente y se han reanudado las visitas esta mañana”, ha señalado a Efe uno de los miembros de la Archicofradía de Jesús de Medinaceli.
A primera hora del viernes, se ha podido acceder sorprendentemente sin espera. Centenas de personas han honrado a la figura tranquilamente y sin grandes acumulaciones, dentro y fuera del templo.
“He llegado a las seis de la mañana y he podido entrar sin esperar; siete años viniendo y nunca me ha pasado esto”, ha comentado una de las asistentes.
Generalmente, los devotos han respetado la decisión de eliminar el besapiés y han entendido la importancia que tiene esta medida preventiva.
“No hay que tener miedo pero sí precaución, así se puede evitar esta enfermedad”, ha comentado Juan, un feligrés que asiste desde hace tres décadas.
No obstante, también hay quienes no están de acuerdo con la medida de prevención, como Carmen, una feligresa que vive con devoción este día desde pequeña y que ha recalcado que pese a todo “se ha demostrado la fe que hay en este país”.
Carteles sobre la medida preventiva cubren las paredes de la basílica, en el centro de la capital, donde dos personas vigilan la talle del Cristo, vestido con una sotana diferente a la habitual que cubre la parte inferior de la imagen sin mostrar los pies.
Históricamente, los más veteranos en el besapiés no recordaban algo parecido. “En el pasado solo se suspendió por la Guerra Civil”, ha afirmado el responsable de comunicación de la Archicofradía de Jesús de Medinacelli.
Por su parte, el superior provincial de la comunidad de los padres capuchinos, Benjamín Echeverría, orden que regenta la iglesia, ha recalcado que “lo más importante no es el beso”, ya que en su opinión “hay otras maneras de vivir la fe”.
“Entiendo que la gente lo puede considerar un ataque, pero no hay que dramatizar”, ha añadido.
El alcalde de Madrid, José Luis Martinez-Almeida, ha acudido a las nueve y media de la mañana y ha mandado un mensaje de tranquilidad a los madrileños: “No hay motivo para que no puedan venir y cumplir con las tradiciones, no pasa nada, podemos estar tranquilos con los servicios sanitarios que tenemos”.
Por su parte, la reina Sofía también ha querido seguir con una tradición que acompaña a la Familia Real desde el siglo XVII y, por tanto, se ha presentado brevemente en la basílica para venerar la talla de madera de Jesús de Medinaceli entre gritos de “¡Viva la reina!”.
Por Adrián Alba