La recepción de gala del Ayuntamiento de Madrid el día del patrono de la capital se ha convertido en un paseíllo de la vergüenza para los políticos invitados a la fiesta de la alcaldesa Ana Botella. La campaña de escraches de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca se ha colado en la celebración de San Isidro, a la que asistían las principales autoridades de los gobiernos municipal y autonómico (ambos del PP) y ha sido el lugar elegido por los activistas para presentar sus puntos verdes y rojos, con los que denuncian el drama de los desahucios.
A las puertas de la sede municipal –el Palacio de Telecomunicaciones– la PAH ha realizado un escrache especialmente centrado en la Empresa Municipal de la Vivienda que busca deshacerse de inquilinos de hogares sociales para poder vender las casas a buen precio. La EMVS ya ha vendido miles de esos pisos de protección oficial a fondos de inversión. Además, este jueves se cumple un año de la débil ley antidesahucio. El Fondo Social de Viviendas que se anunció entonces con bombo y platillos (y casi con lágrimas de la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría) es un rotundo fracaso: de los 6.000 pisos disponibles sólo se han entregado 410.
Poco después de mediodía, unas 80 personas se han colocado a ambos lados de la calle que daba acceso a la recepción. “Les vamos a amargar un poco la comilona”, anunciaba uno de los manifestantes. Entre militares de alta graduación, empresarios y personas más anónimas, cada vez que aparcaba un coche oficial del que descendía un político, el escrache se tornaba un torbellino de bocinas, vítores y proclamas como “¡Ningún culpable sin juicio y castigo!”.
Ha dado lo mismo que el representante fuera del Partido Popular, como el ex alcalde de la ciudad José María Álvarez del Manzano o el presidente del Parlamento de Madrid, Ignacio Echeverría; o del PSOE, como el portavoz socialista en el Ayuntamiento y ex secretario de Estado para el Deporte, Jaime Lissavetzky. “¡Da la cara, Jaime!”, le han espetado.
Cifuentes trata de escabullirse
Pero los grandes peces se hacían esperar. Con Ana Botella de anfitriona dentro del palacio, quedaba sobre todo el presidente de la Comunidad de Madrid, Ignacio González, y la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes. Esta última –que además suena como aspirante a ocupar la candidatura del PP a la alcaldía en las próximas elecciones– ha intentado evitar el paseíllo buscando una calle lateral. El escrache la ha seguido al grito de “ladrona”, hasta que ha podido refugiarse en el edificio al que ha accedido por una puerta situada justo al otro lado de la manzana en la que los invitados eran recibidos.
“Se están devorando nuestro dinero ahí dentro”, proseguían los escrachadores. Transcurridos treinta minutos, ha comenzado a aparecer una furgoneta tras otra de antidisturbios para disolver la concentración. En el proceso de despeje de la calle, se han vivido algunos momentos de tensión, gritos y empujones. Una de las manifestantes ha sido llevada por los agentes a una de las furgonetas mientras se acordonaba el acceso al Ayuntamiento con una hilera de agentes.
Seis furgones de la Policía Nacional y dos de la Unidad de Intervención de la Policía Municipal se habían desplegado para rodear al grupo –que no superaba las 80 personas– para alejarlo de la puerta del palacio municipal, que costó a las arcas madrileñas 500 millones de euros. Desierta la calle de Montalbán, donde se encuentra la entrada principal al palacio, los manifestantes se han ido dispersando por el Paseo del Prado sin mayores altercados.
Ana Botella no se ha referido en ningún momento a lo sucedido a las puertas del palacio, donde la recepción oficial no se alteró en ningún momento, y en el que fueron galardonados con las medallas de oro de la ciudad Vicente del Bosque, Rafael Matesanz, Cáritas Diocesana de Madrid y la Fundación José Ortega y Gasset-Gregorio Marañón.