España tiene más bosque que hace 25 años. Pero está degradándose. En términos generales, en 2015 hay 4,2 millones más de hectáreas de superficie arbolada que en 1990, según el recuento catastral del Ministerio de Medio Ambiente que muestra que los árboles han ganado un 30% de espacio (de 13,8 a 18,1 millones de hectáreas). Es algo más de un tercio de toda superficie del país. Sin embargo, los bosques han crecido de manera desigual y descontrolada, están poco gestionados y cada vez pierden más calidad.
Hay sitios donde el monte gana terreno pero otros territorios donde los árboles se han erradicado, convirtiéndose en pasto para la erosión. Muchos bosques están fragmentados y la planificación forestal (para conservar y gestionar las masas) es una excepción: apenas un 13% del terreno (3,6 millones de hectáreas de los 27,7 millones de suelo forestal).
Un primer síntoma de que las masas forestales españolas pierden cualidades lo refleja el estado de conservación de los hábitats que España tiene la obligación de cuidar por su especial valor medioambiental: los bosques protegidos. Más del 70% de esta red de bosques muestra un estado de conservación inadecuado o, directamente, malo, según el informe que Medio Ambiente remite a la Unión Europea. El 11% está calificado como en buen estado.
Existen 27 hábitats boscosos en la Red Natura 2000 española que la Ley preserva. Abarcan 52 áreas donde crecen robles, encinas, pinos, hayas, sabinas, sauces, castaños, álamos, pinsapos, abetos... y los ecosistemas que dependen de ellos. La evaluación del Ministerio dice que solo seis de estas áreas presentan un estado de conservación favorable, 26 inadecuado y 11 malo. Cuantitativamente son una pequeña porción pero representan, en teoría, lo mejor de la flora.
Medio Ambiente contrapone que, en toda España, “más del 80% de los árboles presentan un estado saludable”. Se basan en el grado de defoliación (pérdida de hojas), “un indicador básico de la salud de los bosques”, explican. Según esto, la mayoría de los árboles “presentan una defoliación aparente menor al 25% respecto a su copa completa”.
Miguel Ángel Soto, responsable de la campaña de bosques de Greenpeace, explica cómo el avance del monte es desigual: “Ha crecido en zonas despobladas y de forma un tanto descontrolada mientras que en el litoral o en las zonas periféricas de las infraestructuras ha retrocedido. El bosque en la costa ha desaparecido ante el empuje de la urbanización”.
Los ingenieros forestales analizan que “los bosques españoles están abandonados”. Su Colegio Oficial ha incidido en el hecho de que “sólo el 13% de los montes cuentan con un plan de ordenación” al que obligaba la anterior Ley de Montes. Se trata de regular cuánta madera se puede sacar del monte, la carga de ganado o de caza que puede aguantar un entorno determinado...
Sin embargo, la reciente modificación de la Ley de Montes impulsada por el Gobierno del PP permite, a la larga, que esos planes se retrasen décadas. El texto deja que las comunidades autónomas decidan si los terrenos privados no declarados de protección o los públicos no catalogados deben redactar esos documentos o no. Y se les da 25 años a los dueños para elaborarlos. El límite se va al año 2040. Los ingenieros rematan asegurando que se ha perdido “un 50% de dinero público en gestión forestal”.
WWF-Adena, al analizar el estado de los bosques, subraya que se da demasiada “fragmentación de las masas forestales”. Esto interrumpe los corredores ecológicos que representan los árboles. Pero, además, “hace más vulnerable a las poblaciones aisladas”. La ONG asegura que la superficie boscosa “se aleja bastantes de su óptimo ecológico”.
Esta organización también pone el foco en la reducción de la masa verde española respecto a “la capacidad” del suelo para albergar árboles. Aseguran que se limita al 29% de su potencial. La cuestión es que, según el Inventario Forestal del Ministerio de Medio Ambiente, más de un tercio de la superficie calificada como forestal no está arbolada. España es el segundo Estado de la Unión Europea en cuanto a suelo forestal pero tercero en cuanto a terrenos con árboles.
En la Unión, el país con más árboles es Suecia con 28,2 millones de Ha (el 90% de sus suelos forestales) y le sigue Finlandia con 22,1 millones (el 95%). Alemania tiene el 100% de su suelo forestal arbolado aunque tienen la misma cantidad desde, al menos, 1990: 11 millones de hectáreas, según recoge Eurostat.
Terrenos incendiados
La Comisión Europea reconoce que el mero aumento de terreno boscoso no es, por sí solo, garantía de mejor medio ambiente. El Ejecutivo continental admite que mucho del incremento de la cobertura forestal es debido a repoblaciones “de carácter comercial con especies exóticas de bajo interés ecológico”. Sin ir más lejos, calcula que en Europa no hay más de un 3% de bosques vírgenes.
La selvicultura intensiva ha resultado, prosigue la Comisión, en “la uniformidad de las especies” vegetales de los bosques. Y esto tiene sus consecuencias. Una de las más palpables es que “el 60% de los incendios forestales se producen en bosques homogéneos”, según cuentan Diana Colomina y Lourdes Hernández, expertas en restauración forestal de WWF-Adena. Miguel Ángel Soto recuerda que “mucho de lo que se repobló desde los años 40 en España era a base de pino resinero (Pinus pinaster) porque daba mucha resina, que arde muy bien. Los pinos no tienen la culpa de los incendios pero su buena adaptación a las llamas los hizo muy apetecibles para las repoblaciones”. Mucho de lo ardido este mismo verano, por ejemplo en la Sierra de Gata (Extremadura) “era bosque homogéneo de estos pinos”, dice Soto. En lo que va de año, se han calcinado más de 68.500 hectáreas.