España es el mercado más permisivo para los fertilizantes agrícolas con altos niveles de tóxicos. Es el único país de la Unión Europea que no aplica ningún límite a la presencia de este metal pesado en los agroquímicos que se utilizan sobre las cosechas, según la recopilación de datos nacionales que ha realizado la Comisión Europea.
El documento elaborado por el Ejecutivo europeo muestra una gran variedad: desde los 90 microgramos por kilo en Francia o Bélgica a los 20 de Eslovaquia o 22 microgramos de Finlandia. También puede verse que Alemania tiene el umbral colocado en 50 mg, Dinamarca en 48, Grecia en 60 y los Países Bajos en 31 mg.
Pero la única columna en la que no hay ningún valor es la española. Así lo han confirmado fuentes de la CE y del Ministerio de Agricultura, que han contestado: “No había ni hay en este momento límite nacional para contenido de cadmio en los fertilizantes fosfatados inorgánicos”. De hecho, la Comisión Europea tuvo que corregir los valores que le constaban para España: de 60 a cero. “En su día se detectó [el error] y se pidió que se corrigiera”, explican en Agricultura.
El Ministerio justifica esta situación en que “no hay límite a nivel comunitario, y no lo hay a nivel nacional”. Pero cada estado ha podido establecer ya umbrales máximos para sus propios territorios. El Gobierno ha elegido no hacerlo “a la espera de una decisión comunitaria”.
En la elaboración de esa postura común en la Unión Europea, el Gobierno español, mediante el Ministerio de Agricultura que dirige Isabel García Tejerina (que fue alta directiva de la empresa de fertiliznates Fertiberia durante ocho años), lidera las posiciones más favorables a la industria productora española. El sector está encabezado precisamente por Fertiberia y se nutre básicamente de fosfatos del norte de África, que presentan mayores niveles de cadmio.
De hecho, la propuesta española es más permisiva para los fabricantes que la remitida por la patronal europea Fertilizers Europe en la fase de consultas para la redacción de esta nueva normativa. La patronal explica en un documento que “hemos aconsejado a la Comisión Europea que un límite de cadmio en fertilizantes de fosfato podría ser los 60 mgr/kg. La industria podría, pues, aceptar límites más altos pero no los apoyará si son más bajos”. El departamento de Tejerina ha puesto encima de la mesa un valor máximo de 75 mgr. Un 25% superior a los propuestos por el sector a nivel europeo. Fertilizers Europe no ha contestado sobre si ha cambiado de opinión.
Lucha de mercados
García Tejerina ha asegurado este miércoles en el Congreso que ellos solo mantienen la misma línea que ha sostenido España desde 2009. Y que la crítica a la política seguida por su equipo es “fomentar el monopolio del fósforo a nivel mundial”.
Porque, mucho de lo que se dirime en la regulación de los fertilizantes tiene que ver con el mercado más que con otras cuestiones, según se deduce de las comunicaciones sobre el proceso de legislativo a los que la Comisión Europea ha tenido que permitir el acceso en virtud de las normas de información pública.
Estos documentos incluyen, por ejemplo, correos electrónicos de la patronal europea pero también de la empresa rusa de fertilizantes Phosagro, ambas intentando conseguir apoyo para beneficiar sus intereses.
Fertilizers Europe ya remitió en septiembre de 2014 los resultados preliminares de sus análisis en los que, aseguraba, que el contenido medio de cadmio en sus productos era de 31 mg. Y remachaba que un límite de 20 mg “excluiría el 56% de los fertilizantes. Uno de 40 un 32% y uno de 60 mg un 9%” de lo vendido en Europa.
La sociedad rusa por su parte, aprovechaba el objetivo de la Comisión de rebajar los niveles de este metal pesado considerado cancerígeno los suelos de la UE para pedir el apoyo de la European Soil Partnership (ESP), un organismo emanado de la ONU para favorecer “la gestión sostenible del suelo”. En las respuestas se lee que “está claro que la petición de Phosagro está motivada por sus intereses comerciales”.
El problema es que la roca de fosfatos con más presencia de cadmio es la extraída en Marruecos, Senegal y Túnez mientras que la más libre de este compuesto se halla en Finlandia, Suráfrica, Jordania y Rusia. Aunque en los escritos de la CE se deja claro que el cadmio es un tóxico que “no beneficia a las plantas” y que puede tener “graves e irreversibles efectos en la salud”, se contrapone a continuación: “Algunos miembros del Europarlamento argumentan que los límites de cadmio nos harán más dependientes de Rusia e incrementará los costes de producción lo que llevará a precios más altos para los agricultores”. Un razonamiento que García Tejerina ha seguido fielmente.