Antes de que acabe 2020, el año que comenzó la pandemia de COVID-19, España, y el conjunto de la Unión Europea, ya tiene fecha de comienzo de vacunación contra el virus. Será el 27 de diciembre, ha avanzado Salvador Illa, la idea es que se haga al mismo tiempo en todas las comunidades, con dosis desarrolladas por Pfizer/BioNTech y empezando por sanitarios, usuarios de residencias y grandes dependientes. España llega a este ansiado momento, “el principio del fin, pero no el fin” de la crisis, en palabras del ministro, al comienzo de lo que parece una tercera ola. Se trata de un repunte de contagios que comenzó a identificarse el 9 de diciembre y que ya está consolidado. Y que llega sin haber logrado del todo vencer la segunda ola: los niveles nacionales llegaron a estar hace algo más de una semana un poco por debajo de 200 casos acumulados por cada 100.000 habitantes, pero el objetivo era alcanzar los 25.
Los epidemiólogos y expertos en salud pública consultados por elDiario.es coinciden en que este cambio de tendencia no pinta bien y, con las fechas navideñas tan próximas y todos los riesgos de las reuniones familiares asociados, no parece que vaya a revertirse fácilmente. También opinan que no es la situación del todo ideal para comenzar la vacunación. Sería mucho mejor con incidencias muy bajas. Pero los especialistas destacan también que, aunque altere algunos aspectos menores de la campaña, una posible tercera ola no debería en ningún caso paralizarla ni cambiar los planes. La inmunización va a ser muy gradual, todavía no se sabe la cantidad de dosis de la primera remesa, pero los envíos serán semanales. Así que aunque es una labor extra para la Atención Primaria, que es la encargada de llevarla a cabo, la acumulación será muy paulatina. Primero la población más vulnerable, y no se abarcará a toda la población general mínimo hasta verano.
Al Ministerio de Sanidad le preocupa el ascenso de contagios, y que justo ahora la gente se relaje por ver la vacunación tan próxima, expresó el ministro. El director del Centro de Coordinación de Alertas y Emergencias Sanitarias, Fernando Simón, contestó sobre la coincidencia de esta posible 'tercera ola' con la vacunación. Aunque no la modifica, lo que más les inquieta tiene que ver con la comunicación. “Lo ideal para vacunar es tener la menor incidencia posible porque eso evita problemas a la hora de entender lo que significa un caso en un recién vacunado”, empezaba Simón, “un recién vacunado pudo haberse infectado incluso antes de ser vacunado, pero puede dar lugar a información malinterpretada”.
Esto es, a más casos, más posibilidades “de que se detecte algún caso en alguna persona recién vacunada”. Y en un escenario en el que solo uno de cada tres españoles está decidido a inmunizarse inmediatamente y sin condiciones, según el CIS, “hay que tener muchísimo cuidado” con la información que se traslada sobre esta nueva vacuna. Que haya varias personas aparentemente vacunadas pero infectadas, especialmente cuando solo se les haya administrado una de las dos dosis necesarias –con Pfizer son dos–, puede ser un obstáculo para la correcta comprensión de la población acerca del funcionamiento del suero. La vacuna de COVID-19 está contraindicada para casos agudos activos de COVID-19, exactamente igual que cualquier otra, explican desde la Asociación Española de Vacunología (AEV). Pero será inevitable que se vacune a gente que esté afectada de forma asintomática, sin saberlo.
Problemas en residencias de ancianos y quizá de personal
Amós García Rojas, presidente de la AEV, cree que nada debería frenar en ningún caso los planes, tampoco una subida radical de infectados, porque hay que trabajar con el escenario de que “casos siempre vamos a seguir teniendo. Independientemente de que la tercera ola se consolide o no”. Le tranquiliza el hecho de que la vacunación vaya a ser paulatina y las remesas vayan a llegar muy de poco en poco, “en la primera fase no creo que suponga tanto colapso en los centros de salud”. Pero sí puede haber un hándicap: “En residencias de ancianos quizá algo más si hay brotes, y cuanta más incidencia más posibilidad de que los haya. Será seguramente el principal problema de esta primera fase: no se puede vacunar en el contexto de un brote y podría retrasar la inmunización de algunos usuarios. Dependerá de la organización de las comunidades, pero en principio a esos centros se trasladarán equipos volantes”.
Otros profesionales están algo más pesimistas y alertan sobre temas logísticos. A Ildefonso Hernández, portavoz de la Sociedad Española de Salud Pública (SESPAS) le “da miedo llegar a enero con todo descontrolado”. Por un lado porque “llegar a una tercera ola sin haber acabado la segunda es un desastre. No podemos posponer más la atención de otras patologías, esta desatención nos va a dar problemas serios”. Y, por otro, porque “la vacunación podrá ser un desastre si de verdad los servicios se ven totalmente desbordados. Lo que se necesita para vacunar es personal, y aunque es verdad que al principio no serán muchas vacunas, tener los hospitales y centros desbordados no es un entorno positivo”. Pedro Gullón, miembro de la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), señala igual “una posible nueva saturación de la Atención Primaria y de las personas que van a las residencias en plena vacunación. No salen de debajo de las piedras, son sanitarios. Me parece peligroso además por juntar a gente. Los circuitos suelen estar bien diseñados y diferencian las consultas COVID y las no COVID, pero puede dificultarlo”.
Los expertos en Salud Pública José Martínez Olmos, Daniel López-Acuña y Alberto Infante Campos analizaban esto también en elDiario.es. “Los mayores desafíos”, escribían, “tienen que ver sobre todo con la capacidad organizativa y logística de los servicios de salud de las Comunidades Autónomas para transportar, conservar y aplicar las vacunas de la manera requerida; con la posibilidad de identificar y llegar a las poblaciones diana que se fijen para cada etapa de la vacunación; y con la habilidad para desarrollar un buen sistema unificado de información que permita el registro detallado de las personas vacunadas y las dosis aplicadas a fin de poder asegurar un buen proceso de farmacovigilancia tras la aplicación de las dosis administradas”. Y todo se complica, sostenían, con la otra “vertiente” del problema actual: que estemos en plena tercera ola.
España contará con alrededor de 50 puntos de entrega a los que Pfizer hará llegar las dosis en neveras con nieve carbónica, distribuidos por las comunidades autónomas, han abundado fuentes de Sanidad. Cada comunidad tiene al menos dos. El reparto final será equitativo entre las comunidades por población, pero la cantidad se modulará de manera gradual. La intención es que para marzo haya unos 2,5 millones de ciudadanos inmunizados, los que comprenden el total de sanitarios, usuarios de residencias y grandes dependientes. Luego irán los otros grupos poblacionales, 15 en total.