La campaña de vacunación contra la COVID-19 comenzó, el 27 de diciembre de 2020, a medio gas en muchas comunidades autónomas a las que pilló en plenas navidades y con planificación insuficiente. El objetivo es que el 70% de la población española, 35 millones de habitantes si se cuentan los menores de edad, esté inmunizada en septiembre, dentro de medio año. En algo más de dos meses de 2021 se ha vacunado completamente (con dos dosis) a 1,2 millones de personas.
A este ritmo, se tardaría 1 año y 6 meses en vacunar a esos 35 millones de habitantes con dos dosis. La buena noticia es que, desde ese 27 de diciembre en el que todo empezó con cierta lentitud y comenzaron los nervios, el ritmo aumenta: el 11 de enero se ponían 58.000 vacunas diarias, a 2 de marzo, 106.000, casi el doble.
Para llegar a ese objetivo del 70% de la población el 21 de septiembre, tendría que, al menos, triplicarse el número de dosis inoculadas a diario hasta alcanzar las 350.000. Si fuesen 400.000, el objetivo se cumpliría en agosto. La clave es que lleguen más dosis, según todos los expertos. En total esta última semana han llegado 1,4 millones de dosis entre las tres compañías autorizadas en la Unión Europea: Pfizer, Moderna y AstraZeneca. Para la siguiente, se espera una cifra similar que, durante el resto del mes, debería mantenerse o aumentarse. A lo largo de enero y febrero hubo un suelo en el número de inoculaciones a finales de enero, cuando se pusieron solo 41.000 al día. Coincide con el momento en el que Pfizer hizo un reajuste a la baja de sus envíos y algunas comunidades, como Madrid, llegaron a interrumpir su campaña.
¿Cómo se ha conseguido subir de 58.000 a 106.000 en dos meses y qué debe hacerse a partir de ahora para que la tendencia no se revierta? “Por un lado, han llegado más dosis y más posibilidades de seguir vacunando. A principios de enero solo teníamos Pfizer y ahora Moderna y sobre todo, en cantidad, AstraZeneca”, responde José Antonio Forcada, presidente de la Asociación Enfermería y Vacunas. “Por otro lado, contamos con más personal contratado, se ha definido el rol de Atención Primaria… en este tiempo hemos entrado en mayor rodaje”. La vacunación comenzó por las residencias de ancianos, donde viven algo más de 320.000 personas. A 4 de marzo el 96% de los usuarios tienen puesta al menos una dosis, el 85% las dos, según Sanidad. Y los casos se han reducido en un 95%.
“El ritmo lo marcan las dosis. Es cierto que al principio pudo haber miedo porque no se conocía bien la manipulación de Pfizer, hay experiencia en vacunas pero era nueva. Ahora hay más formación y también hemos aprendido a optimizar espacios, tiempo y viales. Pero el factor decisivo es que tenemos más dosis que en enero, y que necesitamos más”, añade Begoña Reyero, presidenta de la Asociación Canaria de Enfermeros de Vacunología y una de las coordinadoras allí de la campaña. Amós García Rojas, presidente de la Asociación Española de Vacunología, opina igual: “El músculo de la sanidad está tensionado y los profesionales están poniendo todo de su parte”, explica. Ahora hacen falta sueros. Los especialistas ponen siempre el ejemplo de que de la gripe se consigue vacunar a más de 10 millones de personas cada otoño, pero sobre eso no hay problemas graves de suministro.
Forcada también piensa que lo esencial para alcanzar la meta de septiembre es que lleguen más viales, y será importante que el próximo 11 de marzo la Agencia Europea del Medicamento apruebe la vacuna de Janssen, de una sola dosis –las actuales requieren dos para la completa inmunización–. Podría llegar a España en abril. “Será clave”, refuerza Reyero, “porque ahora está la complicación de la segunda vuelta. Funcionamos con cronogramas y está todo informatizado, no ha habido errores. Pero aquí en Canarias acabamos de terminar de vacunar en domicilios, pero en 21 días llega la segunda vuelta. Es replicar todo el trabajo, no es difícil pero sería más fácil con una sola dosis”.
En este tiempo desde que comenzó la campaña también han cambiado algunas cuestiones logísticas. “La parte más fácil”, explica Forcada, “eran las residencias. Porque ahí tienes a todas las personas en listados previos, a sus cuidadores y a los profesionales”. Ha habido un cambio reciente en la ficha técnica de Pfizer que permite su traslado en nevera ya reconstituida, algo que antes no se podía hacer, “y eso facilita el acceso a domicilios”. Begoña Reyero destaca sobre esto que “ahora casi toda España está vacunando al grupo de grandes dependientes. Y por mucho que quieras ir deprisa, supone un desplazamiento de equipos a domicilios que es un proceso más ralentizado”.
AstraZeneca es más fácil de manejar que Pfizer y Moderna, pero supone todavía una limitación que Sanidad no la permita aplicar en mayores y solo vaya destinada a algunos sectores profesionales. En Francia sí han comenzado ya a ponérsela a mayores a la vista de algunos estudios internacionales que exponen resultados favorables, pero el Ministerio, las comunidades y los técnicos aquí siguen discutiéndolo.
Más refuerzos humanos, mejor organización, la posibilidad de los estadios
Algunos profesionales que están vacunando en estos momentos también creen que la clave ha sido que lleguen más vacunas. “Eso se nota”, dice David, enfermero en un centro de salud de Santander. Cantabria empezó a la cola de la vacunación en España y pronto cogió carrerilla. “Lo que yo he percibido es que se comenzó sin un plan de vacunación como tal”, sigue David, “y como se avanzó tan lento fue dándose prisa con los sanitarios, se vacunó primero a todos los profesionales de todos los hospitales”. “Se ha puesto el foco en que se ha colado un concejal, un cura… y creo que era más importante ponerlo en que, después de tanto tiempo esperando la vacuna, cuando llegaron no había listados, ni orden de pacientes. Si los hubiera habido, hubiera sido prácticamente imposible que la gente se colara. Ahora sí los hay”, abunda sobre otro problema en principio resuelto.
Mabel Bueno, enfermera en el consultorio Sant Llorens de Valencia, es muy crítica: “El ritmo es de vergüenza, pésimo. Nos faltan vacunas y nos va a pillar otra ola. No se pueden relajar las medidas sin que esto se haya contrarrestado”. En su centro prevén acabar con los mayores de 90 esta semana, “quedan relativamente pocos”, pero hasta ahora se han tenido que trasladar ellos al centro porque hasta ese cambio en la ficha de Pfizer no ha sido posible el traslado a domicilio. “Tampoco ha habido dotación de recursos humanos. Soy enfermera de primaria y tengo que dejar de hacer otras cosas para ponerme corriendo a vacunar, con sobrecarga de estrés, buscando espacios. Se está consiguiendo avanzar, pero con sobreesfuerzo de sanitarios”. Esta misma semana, Catalunya anunció que las horas extra por vacunación se pagarían como las ordinarias, denunciado por los sindicatos. En Madrid, ya el 4 de enero se externalizó parte de la campaña en Cruz Roja.
Sobre el aumento de ritmo planea otra idea: la inoculación masiva en lugares como estadios de fútbol, como comenzó a hacer Madrid. José Antonio Forcada explica que puede ser útil porque “mejor el acceso de las personas a los puntos de vacunación, al ser más grandes que los centros de Atención Primaria, y poder tener equipos centrados en ellos”. Pero hay que planificarlo bien porque “hay gente que tiene más complicado el acceso, personas mayores, con discapacidad. Eso es empleable para los sectores jóvenes, no es que sea lo ideal. Lo ideal sería poder hacerlo en tu centro de Atención Primaria, con tu sanitario que te conoce, y en casa quien lo necesite”.