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España necesita 15 millones de dosis de vacunas para un primer control de la pandemia, y espera contar con tres millones en diciembre

La vacuna

Belén Remacha

7 de septiembre de 2020 23:27 h

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El presidente Pedro Sánchez se ha lanzado este lunes en una entrevista en TVE a poner fecha a las primeras dosis de vacuna contra la COVID-19: diciembre de 2020. No es un plazo nuevo, lo dio la semana pasada el ministro Salvador Illa, quien ha concretado también la cifra de la primera partida, 3 millones de dosis. Es el 10% –lo que corresponde a España– de la compra centralizada que hará la Unión Europea (UE) de la vacuna de AstraZeneca que está desarrollando la Universidad de Oxford (Reino Unido) y es uno de los proyectos más avanzados del mundo. Ese es el inicio de un largo camino hasta el control total de la pandemia. Una vez se tengan las dosis, el primer paso después será vacunar a los “grupos prioritarios”, describía este lunes el portavoz del Ministerio Fernando Simón, los sanitarios y trabajadores esenciales y las personas “vulnerables”, mayores de 65 y con patologías previas. Todo el plan está condicionado a que la vacuna de Oxford supere la fase 3 de ensayos clínicos y tenga luz verde para comercializarse en Europa, algo que todavía no se puede dar por seguro.

Para vacunar a todas las personas en riesgo de cursar grave la enfermedad, y por tanto reducir la mortalidad y la ocupación hospitalaria y tener un primer control de la pandemia, se calcula que España necesita 15 millones de dosis, confirman fuentes del Ministerio de Sanidad. En el Ministerio esperan que se pueda disponer de esa cantidad en marzo. El suministro será paulatino, contaba este lunes Salvador Illa, y tras esa primera partida de 3 millones que se espera para diciembre irán llegando de manera regular otras. El segundo paso será repartirlas entre las comunidades autónomas, con criterios aún por decidir, aunque Simón especificaba que en ningún caso será por la incidencia que haya habido en unas y otras. La descripción de todos los grupos poblaciones prioritarios es muy parecida a la de la campaña de vacunación de la gripe, para la que para la misma población diana se llegó a cubrir en 2018-2019 a 5 millones y medio de personas, entre ellas menos del 55% de los mayores de 65.

El tercer paso será ampliar la vacunación más allá de la población de riesgo y trabajadores de la sanidad. Es un horizonte más lejano para el que nadie se atreve a poner fecha fija. Lo ideal dadas las circunstancias, según Simón, será “vacunar a los vulnerables de manera homogénea y al resto, progresiva” porque, por ahora, “no va a haber vacunas suficientes para todo el mundo”. Y el plazo de diciembre supondría un récord absoluto del que incluso muchos investigadores dudan por todos esos condicionantes. La Organización Mundial de la Salud (OMS) hablaba la semana pasada de que, como pronto, a mediados de 2021 se podría comenzar con vacunaciones “masivas” en algunos países.

No se buscará la inmunidad de grupo, sino que no muera gente

'La vacuna' es la meta para todas las administraciones desde que comenzó la pandemia, pero lo más probable es que no haya un 'día después' de la vacuna y el proceso real sea mucho más escalonado. Juan Ayllón, director de Salud Pública de la Universidad de Burgos y virólogo, resume que esos 3 millones de dosis son “los que tendremos porque no se puede tener más. Necesitamos más millones, pero habrá que tirar con eso y es lo que nos toca en el reparto europeo. Y dentro de lo que nos toca, habrá que priorizar. Como no se va a proteger a todo el mundo, a cuanta más gente en peligro de enfermar se proteja y adquiera cierto grado de inmunidad, mejor”. Con las primeras que lleguen en 2021, hasta alcanzar los 15 millones de dosis, Sanidad no buscará alcanzar la inmunidad de grupo, porque para eso se necesitan muchas más –algunos estudios calculan que debería ser inmune, al menos, el 60% de la población–.

“Lo que entiendo es que la prioridad de esas 3 millones vacunas es evitar que muera gente. Cuando se consiga eso, se podrá plantear la inmunidad general para que la enfermedad no se extienda. Pero quizá ocurra como con la gripe: se usa para paliar el impacto de la enfermedad, pero seguimos conviviendo con ella”, abunda Ayllón, que también recuerda que las estimaciones son para Europa, y una pandemia solo se puede dar por solucionada cuando está controlada en todos los países.

La estrategia depende, además, de la efectividad que se logre con la vacuna. También incluso a la hora de las compras. Todo apunta a que la primera podría ser la de Oxford, pero entre el medio centenar que están ahora mismo al menos en fase 1 de ensayos podría salir una más eficaz que desplazara a la británica en los años sucesivos. La estrategia de adquisición para decidir ese y otros ámbitos es europea, y es importante que lo sea, sostiene la directora de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios, María Jesús Lamas, porque “no es razonable ni realista que cada país sea autosuficiente en todo lo que se necesita para combatir la enfermedad”. Por eso también, aunque luego “lo defina cada país”, la Comisión Europea y el Centro Europeo para el Control de Enfermedades (ECDC) están emitiendo guías de políticas sanitarias para priorizar a unos y otros colectivos.

España se está inclinando por esa primera vacunación a “grupos vulnerables”, pero también hay debate en la comunidad científica y en el seno europeo sobre cuál es la estrategia más eficaz a seguir. Sonia Zúñiga, investigadora del CSIC, defendía que podría tener sentido lo contrario, vacunar primero a jóvenes, principalmente porque casi todas las vacunas se están probando en ellos –una de las pocas que cuentan con población de más de 55 años es la de Johnson&Johnson que está llevando a cabo la segunda fase en España–. Carlos Estévez, investigador de la vacuna de Oxford, dudaba si “podría ser más eficaz vacunar primero a gente más joven y conseguir una inmunidad de rebaño a través de ellos”, además de evitar efectos adversos en personas con un sistema inmunitario menos fuerte. Pero en España, explican fuentes de Sanidad, no se está detectando transmisión intergeneracional de peso, uno de los motivos por los que en principio ese método está descartado.

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