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OPINIÓN | 'Este año tampoco', por Antón Losada

GRÁFICO

Así son los horarios de los alumnos españoles en comparación con otros europeos

Los alumnos de Primaria de España están entre los que más horas pasan al día en sus escuelas de toda Europa. No hablamos de horas de clase, que también, sino del tiempo que pasan en el centro. Con una jornada escolar de unas cinco horas diarias, España está más o menos en la media de su entorno. Con la jornada partida, los horarios se alargan. Y más con las pausas de comida a la española, que pueden llegar a las dos horas.

Se ve en el gráfico que acompaña esta información. Las cinco horas españolas solo son superadas por las seis de Francia, que básicamente comparte los horarios nacionales. Pero en otros países como Alemania, Reino Unido o Irlanda la comida o no se hace o es mucho más corta, con lo que, a igualdad de jornada escolar, los alumnos salen antes de la escuela.

El debate de las horas, que divide a profesores y familias, planea por tanto otro, el de su distribución. ¿Cómo damos esas cinco horas? ¿De 9 a 14 en jornada continua o de 9 a 16 en jornada partida? Cada curso se da el debate, en los centros familias y profesores votan a favor o en contra. Y no suelen ser amables intercambios de opiniones.

La jornada continua se va imponiendo

La foto fija de la situación muestra que, aunque no hay datos globales a nivel estatal, los hechos sugieren que la jornada continua se va imponiendo paulatinamente por todo el territorio. En una mayoría de comunidades autónomas (Asturias, Galicia, las dos Castillas, Madrid, Cantabria o La Rioja, entre ellas) ya es la opción a la que se acogen más centros y cada año la balanza se desequilibra más, probablemente por el hecho de que, en la guerra entre profesores y maestros, los primeros están en bloque a favor de la jornada corta, mientras las familias suelen estar divididas.

Lo curioso es que los defensores de una y otra modalidad utilizan los mismos argumentos para apostar por su jornada favorita. “Favorece a los alumnos y la organización pedagógica”, dicen quienes apuestan por la jornada compacta, normalmente el bloque de maestros de Primaria, destinatarios en cierto modo de la medida y a la vez los que están en clase y ven a los chicos. “Es justo al revés”, replican los que se oponen, en general profesores universitarios más teóricos y sin la experiencia docente con alumnos de esas edades. Las familias suelen basar su opinión en lo que les favorece, sin entrar en cuestiones pedagógicas.

Argumentos hay a favor de las dos. Aunque ninguno cuenta con excesivas pruebas que respalden su opción, la evidencia científica disponible apunta a que, pedagógicamente, realizar una pausa a la hora de comer para luego retomar las clases es más positiva para los alumnos que, con el cerebro descansado, rinden más a primera hora de la tarde. Con el otro modelo, las últimas horas de clase se hacen muy pesadas, como explica el catedrático Mariano Fernández Enguita.

Muchos estudiosos lamentan que las supuestas bondades de la jornada continua no tienen base alguna. “La organización de los tiempos y los ritmos influye siempre en el aprendizaje. Los niños y las niñas de 3 a 11 años necesitan momentos de cambio y ruptura que les permitan descansar y recuperar la atención. Y no pueden ser excesivamente breves. [Además], en los recreos los alumnos aprenden cosas tan valiosas como en las aulas”, resume Elena Martín, catedrática de Psicología Evolutiva de la UAM.

'Maestros vs profesores'

Pero no solo de pedagogía vive el hombre. Sobre la decisión de si mantener la tradicional jornada partida o cambiar a la continua afectan también otros factores, como la conciliación familiar, la oportunidad o incluso los derechos laborales de los profesores.

Entre el cuerpo docente sí existe una defensa a ultranza casi de la jornada continua. Recuerdan los sindicatos sectoriales que nadie habla de trabajar menos horas y señalan la diferencia entre horas de clase, jornada laboral de los maestros y horarios de apertura del centro. Paco García, responsable de Pública de CC OO, explica que el problema es que, con la crisis, muchas consejerías “han abandonado la prestación del servicio post jornada”, lo cual obliga a las familias a buscarse la vida.

Para el catedrático de Sociología de la Universidad Complutense Rafael Feito esta posición de los docentes es “un abuso moral de cierto sector del profesorado”, que alude a razones científicas inexistentes y cuya opinión acaba influenciando mucho a las familias.

Entre unos y otros, las familias creen que precisamente el debate se ha contaminado porque en lo último en lo que se piensa es en los niños. “La lucha sindical va por un lado, las familias por otro. No digo cuál es más importante, pero habría que ver las necesidades del alumnado y tener un debate tranquilo. El resto ya nos adaptaremos”, opina José Luis Pazos, presidente de la confederación estatal de padres CEAPA.

Pazos abre así el otro gran melón, la conciliación. En este asunto sin embargo no hay unanimidad entre los progenitores. García, de CCOO, explica por qué: “Dependiendo del tipo de ciudad o pueblo a las familias les viene mejor uno u otro”, admite. “Si por ejemplo los dos miembros de la pareja están empleados, cuesta mucho llevar y traer al niño dos veces al día a la escuela”, cita.

Lo ha observado Feito. Por ejemplo en Toledo, “padres y madres funcionarios que viven en urbanizaciones desean llevarse a sus hijos a casa a la salida del trabajo”, explica, o las “amas de casa [o padres en el paro] no ven razón alguna para tener que hacer los dos viajes adicionales al colegio que suponen la jornada ordinaria”.

En las grandes urbes o para los progenitores que no tienen la opción de salir de trabajar a mediodía, la jornada continua es una fuente de problemas. “Apelar a la conciliación...”, se extraña una madre de Madrid. “Si la que no está en casa antes de las 6 soy yo”.

Los resultados

En cuanto a resultados escolares, los (pocos) estudios que hay señalan que los alumnos con jornada partida mejoran a los de la continua. Por ejemplo, en Madrid, los centros con jornada matinal obtienen peores resultados (entre medio punto y tres décimas) en las pruebas de evaluación que realiza la comunidad desde hace siete años. En Galicia, un estudio de José Antonio Caride señala que en los centros con jornada continua hay entre un 10% y un 20% más de fracaso escolar. Aunque, con estos estudios, siempre se matiza que no está claro que esta sea la causa: podría ser que estos colegios ya tuvieran peores resultados antes de cambiar el tipo de jornada.

En cualquiera de los casos, el debate está para quedarse. Aunque de momento parece que van ganando los partidarios de la jornada continua (aunque solo sea porque cada vez más centros la adoptan pero ninguno la revierte una vez asumida), en regiones como Euskadi, Cataluña o Aragón, por ejemplo, casi no se da.