La España taurina que sobrevive: uno de cada cinco municipios gasta dinero público en festejos con toros
El número de este tipo de fiestas populares se ha recuperado en 2022, aunque la opacidad sobre la financiación pública impide conocer el gasto: solo 800 ayuntamientos de 1.820 han declarado cuánto dinero destinan
Las fiestas y los toros todavía son una unidad indisoluble en muchos lugares de España: embolados, ensogados, al mar... La organización AnimaNaturalis, junto a CAS Internacional, ha publicado por primera vez datos del número de ayuntamientos que celebran festejos populares taurinos y ha tratado de recabar cuánto dinero público dedican a ellos. Hasta ahora el dato más aproximado era el que ofrecía por comunidades autónomas y anualmente la Estadística de Asuntos Taurinos del Ministerio de Cultura, pero la cifra se refiere solamente a la cantidad de fiestas. Existe una gran opacidad sobre la facturación del sector y la parte de su financiación que proviene de las administraciones.
El 22% de los municipios españoles mantienen este tipo de festejos; es decir, uno de cada cinco, según las conclusiones de la ONG animalista. Son 1.820 ayuntamientos de los más de 8.000 que hay en el país. Las cifras corresponden a 2019 porque 2020 y 2021 ofrecen datos sesgados por la pandemia, explica la organización, que anticipa un crecimiento en 2023 de estas fiestas, empujadas por los nuevos gobiernos municipales y autonómicos de PP y Vox, que ya han revertido algunas prohibiciones impulsadas por sus antecesores para limitar estos espectáculos, como los bous embolats y los bous amb corda de las pedanías de Valencia.
“Ninguna institución daba estos datos y nos hemos encontrado una gran opacidad”, asegura el presidente de la organización, Francisco Vásquez. Prueba de ello es que menos de la mitad de los consistorios respondieron a la petición de información (853) sobre el gasto público en festejos populares taurinos. Entre todos, la cantidad asciende a 13,8 millones de euros. “Aún después de apelar según exige la ley de transparencia y registrar protestas formales –cuenta Vásquez– el resto no contestaron”, así que el mapa que permiten trazar los datos obtenidos sigue siendo parcial. La tauromaquia es uno de los sectores del mundo cultural menos transparentes, coincide Antonio Martín, profesor de Sociología de la Universidad Rey Juan Carlos, que ha publicado algunos trabajos centrados en analizar cuál es la situación de los toros en la sociedad española y su evolución.
Entre los ayuntamientos con más gasto declarado en espectáculos con toros –podría haber alguno que gaste más pero no ha respondido–están Azuqueca de Henares (Guadalajara) con 185.788 euros; Yuncos (Toledo) con un presupuesto de 167.609 euros; Trillo (Guadalajara), con subvenciones por valor de 161.104 euros y Fuenlabrada (Madrid), el municipio más grande de todos los anteriores, con 158.090 euros dedicados a festejos populares con reses. elDiario.es se ha puesto en contacto con todos los consistorios sin obtener respuesta.
Se trata del presupuesto municipal de 2019 destinado a estos festejos, aunque el coste real de la celebración puede excederse bastante más, según AnimaNaturalis, por “los permisos que se piden a la diputación provincial, la seguridad, las ambulancias...”. Un estudio de la Universidad de Valencia sobre el impacto económico de los bous al carrer estimó en 2019 que lo más caro de la celebración de estos eventos es la compra y alquiler de ganado (28,3%), seguido de los gastos de electricidad e imprenta (19,1%), los servicios médicos (18,7%), el alquiler o adecuación de infraestructuras (16,6%) o la compra de accesorios taurinos (3,6%).
Los municipios con más gasto por habitante son Fuentelviejo (Guadalajara), El Castelar (Teruel) y Auñón (Guadalajara), con 281, 207 y 193 euros invertidos, respectivamente. [Puedes encontrar tu municipio en el buscador de arriba]. Cuantificar el dinero de las arcas públicas destinado a estas fiestas es complejo: las subvenciones pueden ser directas o indirectas, a través de las peñas taurinas que organizan los eventos.
Ante la falta de transparencia de los ayuntamientos, AnimaNaturalis ha proyectado el posible presupuesto de los municipios que ocultaron sus datos utilizando como base para realizar la aproximación el estudio de la universidad de Valencia mencionado. El gasto público de los 1.820 consistorios que mantienen festejos populares de este tipo ascendería a 42 millones de euros, según el informe.
La ONG alerta también del “baile de cifras” entre las reflejadas en la Estadística de Asuntos Taurinos y las facilitadas por las administraciones autonómicas y provinciales respecto al número de festejos. “En la investigación de Galicia hemos llegado a detectar al menos 19 festejos populares con toros, distribuidos en 10 días y en dos municipios, pero solamente consta uno en el Ministerio de Cultura. Y para el caso de Aragón, Cultura anunció 1.079 festejos, sin embargo en la investigación contabilizamos hasta 1.871”, asegura la organización, que también ha consultado a las diputaciones provinciales sobre los permisos que otorgan para la celebración de estos eventos.
La “peculiaridad” de Madrid y Valencia
Por distribución territorial, la Comunitat Valenciana organiza el 40% de los espectáculos populares taurinos en toda España y, a la vez, casi el 50% de sus municipios celebran estos festejos. En la Comunidad de Madrid, el porcentaje de pueblos con fiestas de toros alcanza también el 42%. Son unas comunidades únicas en su especie, según el sociólogo Antonio Martín, que no responden a lo que cabría esperar de ellas porque existe una correlación entre la ruralidad de los territorios y la implantación de festejos relacionados con toros. “Presentan un comportamiento peculiar. La Comunidad de Madrid es más taurina de lo que le correspondería por su grado de urbanización y lo mismo ocurre en la Comunitat Valenciana”.
Ambas comunidades “tienen un alto número de personas que asisten a espectáculos taurinos y las actitudes y el interés por los toros son más positivas que en el resto de comunidades de su categoría”, como Catalunya, Euskadi, Canarias y Baleares, sostiene Martín en un estudio reciente sobre el tema titulado 'Desruralización y prácticas culturales: el caso de los espectáculos taurinos en España“. Que solo un 3% de los ayuntamientos catalanes organice estos festejos frente al 50% de la vecina Comunitat Valenciana funciona como ejemplo del contraste. Los datos disponibles confirman, salvo estas excepciones, que los festejos con toros siguen teniendo más arraigo en áreas rurales que urbanas. Más en pueblos que en grandes ciudades.
En todos los casos los datos se refieren a festejos que no acaban con la muerte del animal, aunque puede terminar gravemente dañado por el estrés físico, psicológico o el impacto de las prácticas basadas en la tradición. Hay que diferenciar, en este sentido, dos tipos de cifras: las de festejos taurinos, que implican acabar con la vida del bóvido y que están protagonizados por profesionales (corridas, novilladas, becerradas...) y los populares, en los que “se juegan o corren reses según los usos tradicionales de la localidad”, según la definición que da el Ministerio de Cultura.
Ambos datos están desglosados en la Estadística de Asuntos Taurinos y experimentan evoluciones diferentes: mientras las corridas han ido cayendo lentamente en España, las fiestas populares crecieron de 2014 a 2017 y después, salvo los años excepcionales de la pandemia (2020 y 2021), se han mantenido estable. El último dato disponible revela que en 2022 se celebran 16.868.
El informe de AnimaNaturalis recuerda el grave sufrimiento que generan en los animales estos festejos. Por ejemplo, los toros embolados en muchas ocasiones “son enviados al matadero esa misma noche” o pueden fallecer a causa de los golpes que ellos mismos se propinan por el estrés de llevar fuego en las astas.
En el caso de los toros ensogados, los animales corren el riesgo de sufrir dislocaciones cervicales durante el forcejeo al tratar de liberarse de las cuerdas o fuertes caídas al correr por un pavimento al que no están acostumbrados. Esos daños pueden impedir que “vuelvan a ser alquilados para otros festejos” y su destino es el matadero, apunta la ONG animalista, que enumera, además, entre los festejos populares los toros a la mar (el animal termina en el agua) y la suelta o los encierros. “Cada año –añade el informe– se conocen nuevos casos de toros que caen fulminados tras sufrir un infarto”.
Desplomados y con cuernos fracturados
El Partido Animalista PACMA ha denunciado públicamente este verano el maltrato animal en estas fiestas documentando ejemplos concretos. Como un toro ensogado que cayó al suelo, desplomado, después de ser arrastrado y empujado por los participantes de las fiestas patronales de Riópar, Albacete.
En Zuera (Zaragoza), un toro utilizado en un encierro terminó con una fractura en uno de los cuernos, lo que pone de manifiesto, según PACMA, la “falta de control y la brutalidad de estas celebraciones”. Con estos episodios, urge la necesidad de “replantear la celebración de estos eventos”, añade el partido animalista.
Además, estas fiestas no están exentas de riesgo para los participantes, el público u otros animales. Un espectador de 67 años resultó herido de gravedad esta semana tras ser corneado en una pierna por el astado soltado en el festejo del Toro de la Vega (Tordesillas), que se salió del recorrido.
La Fiscalía investiga en Barbastro (Huesca) un posible caso de maltrato animal en la presentación en la plaza de un toro bravo que terminó embistiendo a unos cabestros que iban a ser utilizados para un espectáculo infantil. El alcalde de la ciudad aseguró que no había pasado “nada diferente de lo que ocurre de vez en cuando en una desencajonada” y que las reses pequeñas fueron atendidas por un veterinario. “Son tradiciones centenarias que definen nuestro carácter”, declaró para confirmar, a renglón seguido, que la ciudad seguiría celebrando festejos taurinos.
“Los populares están muy vinculados al complejo festivo y esto arraiga con las tradiciones y quizá eso explica una permanencia mayor. Tienen mayor predicamento y los taurinos, menos popularidad, también por una mayor protección de los animales, cada vez más extendida en la población española”, sostiene el sociólogo Antonio Martín, que apunta como otra posible razón el precio. Las corridas en la mayor parte de los casos son un espectáculo comercial que exige una entrada.
Los tipos de festejos populares
Toros embolados. Embolar con fuego consiste en inmovilizar al toro por la cabeza amarrada con cuerdas contra un pilón de madera. Para conseguir dirigir al toro hasta el pilón cuando este sale del camión, cajón o desde los corrales, es tironeado por el otro extremo de la cuerda usando la fuerza bruta de quienes componen la cuadrilla de emboladores. Una vez inmovilizado, se le acopla en los cuernos unos herrajes de metal en cuyos extremos se colocan unas bolas impregnadas con un líquido o sustancia inflamable, capaz de mantener el fuego ardiendo durante un tiempo prolongado de unos 20 a 30 minutos. A continuación se prenden estas bolas y se corta la cuerda que lo sujeta, para que el toro pueda moverse en la zona acotada para ello.
Toros ensogados. Se denomina toro ensogado, toro de cuerda o toro enmaromado a la modalidad consistente en la suelta en una localidad de una res vacuna con una o dos sogas atadas a su cabeza para poder limitar y controlar sus movimientos y embestidas. El toro de cuerda es, probablemente, el espectáculo más atávico y también el más angustiante para el animal, al ser el que limita más sus movimientos y por más tiempo (entre 30 y 60 minutos).
Toros a la mar. Se trata de una modalidad que tiene lugar en una plaza abierta al mar situada en el puerto o la playa de la localidad donde se celebra. Allí se trata que el toro persiga a los aficionados, quienes evitan sus embestidas lanzándose al mar y provocando al animal hasta que también cae al agua. La crueldad de este tipo de festejo se hace evidente en la de por sí antinatural escena de un toro en el mar. Como la mayoría de mamíferos, los toros flotan y son capaces de nadar por instinto, pero no están preparados para ello ni acostumbrados al agua.
Suelta de toros o encierros. Se mantienen como costumbre en prácticamente todo el territorio español y son habituales en fiestas patronales de la mayoría de regiones. Consiste en que un grupo de personas corra delante de una manada de 6 a 10 toros, vacas, novillos o vaquillas. En principio no está permitido tocar a los animales, que son dirigidos -a veces por un cabestro- a través de las calles del municipio por un recorrido previamente delimitado. Normalmente el circuito está protegido a ambos lados por un vallado conocido como talanqueras, que evitan que las reses se desvíen.