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Los conservadores donan menos dinero a las personas que no se ajustan a sus estereotipos

  • Tienden a utilizar más ideas preconcebidas “para sentirse seguros en sus opiniones sobre el mundo. Son atajos mentales”, explica a eldiario.es el principal autor del estudio, Chadly Stern

Cuando el magnate Donald Trump pidió prohibir la entrada a los musulmanes en EEUU, estaba asumiendo de forma explícita el estereotipo de que los musulmanes son una amenaza. Algo similar hizo el líder del Partido Popular en Cataluña, Xavier García Albiol, cuando el pasado mes de noviembre culpó al multiculturalismo de los atentados de París o cuando declaró que los rumanos eran una “plaga” y una “lacra”. Tampoco se queda atrás el presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, quien afirmó que “las mujeres son las que cocinan bien”. Lo hizo durante una entrevista con Bertín Osborne, en la que se utilizaron otros muchos estereotipos.

Varios estudios han señalado que las personas de ideología conservadora tienden a asumir más ideas preconcebidas que las que se declaran progresistas –englobadas genéricamente en la izquierda política–. Sin embargo, un nuevo estudio publicado en la revista de la Academia Nacional de Ciencias de EE UU (PNAS) asegura que, además, los conservadores también “tienen sentimientos más negativos hacia las personas que contradicen sus estereotipos” y señala que lo hacen porque “necesitan mantener cierto sentido de certeza” sobre el mundo que les rodea.

El uso de estereotipos es algo extendido y habitual en todas las sociedades. Por lo general, se suelen utilizar con cierta frecuencia aquellos basados en la apariencia física para clasificar a los individuos cuando su pertenencia a un grupo no es evidente. Según ha explicado a eldiario.es el investigador de la Universidad de Nueva York, Chadly Stern, “los estereotipos no son más que atajos mentales que la gente utiliza para tomar decisiones rápidas, sin tener que gastar todos sus recursos cognitivos en un juicio”. Sin embargo, a menudo “estos estereotipos pueden conducir a resultados perniciosos, como la discriminación”, asegura este investigador, o incluso a situaciones que pongan en riesgo nuestra propia vida.

Stern, principal autor del estudio, asegura que sus resultados muestran que “los conservadores evalúan más negativamente a las personas que se apartan de los estereotipos que a los que se ajustan a ellos, algo que los progresistas no hacen”. Estudios anteriores ya habían señalado que los conservadores tienden a fiarse más de los estereotipos que los progresistas. Y también que son menos propensos a votar por aquellos candidatos conservadores que no tienen aspecto de ser de derechas o que las candidatas conservadoras tienen menos probabilidades de ganar unas elecciones si tienen un aspecto poco femenino

La novedad en los resultados de este estudio está en los motivos que impulsan a los conservadores a mantener esta actitud. En investigaciones anteriores se había señalado que la asignación de estereotipos es, a menudo, una consecuencia de los sentimientos negativos que muchas personas tienen hacia grupos minoritarios y que para estas personas asignar estereotipos es una forma de ayudar a mantener la actual estructura social. Como los conservadores son más propensos que los progresistas a tener actitudes negativas hacia grupos minoritarios y a apoyar el mantenimiento de las estructuras sociales, ésta se había establecido como la principal explicación al hecho de que los conservadores tengan sentimientos más negativos hacia las personas que no encajan en un estereotipo. 

Sin embargo, en contraste con esta explicación, el nuevo estudio muestra que los conservadores evalúan negativamente a las personas que se apartan de los estereotipos, no porque esto les ayude a mantener las estructuras sociales, sino porque colocar a las personas en grupos les proporciona una mayor sensación de certeza sobre el mundo. “Sentir seguridad en sus opiniones sobre el mundo en general, es el motivo por el que tienden a utilizar más estereotipos en sus juicios”, explica Stern.

El experimento

Para llegar a esta conclusión, los investigadores realizaron una serie de experimentos con voluntarios que debían valorar a una serie de personas a través de sus fotografías. En el primer experimento se mostraron 30 imágenes de rostros masculinos en los que se etiquetaba su orientación sexual. Los resultados mostraron que los participantes conservadores tenían sentimientos más negativos hacia los que se desviaban del estereotipo “hombre homosexual con rasgos femeninos” u “hombre heterosexual con rasgos masculinos”.

En el segundo experimento realizaron una prueba similar, pero añadiendo una característica ficticia. Mostraron imágenes de personas etiquetadas con la palabra judío o no judío y previamente les mostraron un estudio falso en el que se afirmaba que los judíos suelen tener más pecas y lunares. De nuevo, los resultados indicaron que los conservadores mostraban más rechazo hacia aquellas personas que no se ajustaban al supuesto estereotipo, evaluando más negativamente a los judíos sin lunares o a los no judíos con lunares.

En un tercer experimento, se utilizaron imágenes de personas asignadas a dos grupos: los Niffites y los Luupites, ofreciendo unas características físicas para cada grupo. Puesto que estos grupos son ficticios y no suponen ninguna amenaza para las estructuras sociales, el objetivo de este experimento era determinar si se seguía dando el mismo resultado que en los casos anteriores. Los resultados fueron similares y los conservadores valoraron más negativamente a aquellas personas cuyos rasgos físicos no se ajustaban a su grupo de pertenencia.

Finalmente, los investigadores ofrecieron a los participantes cierta cantidad de dinero (30 dólares americanos) para distribuirla entre las personas que aparecían en las imágenes. Los conservadores asignaban menos dinero a aquellas personas que no se ajustaban a la imagen estereotipada que tenían de ellos.