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Opinión - Cada día un Vietnam. Por Esther Palomera

El coste de estudiar en la universidad pública ha subido 12 veces más que los salarios

El precio de la universidad pública ha subido 12 veces más de lo que lo han hecho los salarios desde que empezó la crisis. En concreto, desde que el Gobierno de Mariano Rajoy abrió la puerta a la subida de las tasas universitarias en 2012, que hasta ese momento se habían mantenido ajenas a los recortes.

Desde ese fatídica —para la universidad— primavera de 2012, el precio de estudiar un grado ha subido un 29,2% de media en España, con grandes diferencias regionales. Rajoy permitió a los gobiernos de las comunidades autónomas subir los precios dentro de una horquilla (hasta un máximo teórico del 25% del coste real de los estudios) y las comunidades abrazaron con más o menos entusiasmo la posibilidad que les brindó el Gobierno.

En un extremo, Catalunya y Madrid más que duplicaron los precios (ver gráfico). En otro, ejecutivos como el popular de Galicia o el socialista de Andalucía decidieron no tocarlos. El resultado: en un solo curso, el coste de estudiar un grado en Catalunya pasó a triplicar al de hacerlo en Galicia, cuando hasta entonces era relativamente similar (un 15%, la de 13,1 euros el crédito a 11,3). La situación se mantiene prácticamente igual. Hoy en día, la Generalitat catalana cobra (vía universidades, pero los precios los pone el Govern) 2.010 euros por un curso completo, mientras en Galicia el mismo curso costaría 760 euros.

A partir del curso 2015-2016, algunas regiones bajaron un poco los precios. Todavía hoy siguen en ello (Castilla y León ha anunciado una rebaja del 20%, por ejemplo). Pero todas las que los subieron siguen con costes superiores a los que tenían antes de la crisis. En cifras absolutas, eso significa que estudiar un curso completo de una carrera en España pasó de costar, de media, 816 euros en el curso 2011-12 a 1.050 euros este 2018-19, aunque ha habido cursos anteriores más caros.

La maniobra de la subida de precios tenía una explicación. Las comunidades autónomas necesitaban ingresos para sus universidades porque ellas mismas habían recortado sensiblemente su financiación, proveniente de los presupuestos de las comunidades autónomas.

En 2011, los presupuestos de los campus de los 50 centros públicos que existen en España sumaban 9.900 millones de euros, según datos del ministerio. Solo un año después se habían perdido casi 700 de esos millones de euros (y teniendo en cuenta el incremento de la recaudación por tasas de matrículas) para dejar el gasto universitario en 9.230 millones de euros, una caída del 6,8%. Hoy está en 8.939 millones de euros anuales, una caída del 9,8%. Y llegó a estar peor, con caídas de hasta el 13%.

La operación se completaba: muchos gobiernos regionales habían (y han) trasladado parte de la financiación de la universidad a las familias.

En el mismo periodo en el que las universidades han subido su coste un 30%, los salarios se incrementaron un 2,5%. Las nóminas se mantuvieron básicamente planas en ese periodo: de 1.841 euros mensuales han pasado a 1.888 euros. Todas las cifras son medias estatales y provienen de fuentes oficiales: las de la Universidad del Ministerio de Educación y las salariales de la EPA (Encuenta de Población Activa) que elabora el INE (Instituto Nacional de Estadística).

De los 9,85 de Galicia a los 124,2 de Catalunya

Galicia es la comunidad autónoma en la que más barato es ir a la universidad y donde se encuentra el crédito más barato: por 9,85 euros el crédito se puede cursar un grado de mínima experimentalidad, como Humanidades o Ciencias Sociales, de manera que una asignatura habitual de seis créditos costaría 59,1 euros y un curso estándar de 60 créditos no llega a los 600 euros. La media gallega está en 11,9 euros.

En el otro extremo, el crédito más caro de todo el territorio lo tiene que pagar quien se tenga que matricular por cuarta vez en Catalunya en una carrera de experimentalidad máxima (Biotecnología, por ejemplo). El precio del crédito en este caso serán 124,2 euros, con lo que esa asignatura sola de seis créditos costaría 745,2, más que un curso entero —en primera matrícula, eso sí— en Galicia.

Sin embargo, no es Catalunya la comunidad que más penaliza la repetición de asignatura. Ese máximo recargo corresponde a las Islas Baleares. Porcentualmente, la universidad insular es la que más sube el precio de los créditos a la hora de volver a matricularse en asignaturas suspensas: aplica una subida del 122% en la segunda, un 381% en la tercera y un 566,6% en la cuarta matrícula respecto a la primera.

Estas cifras no son del todo anómalas (ver gráfico) respecto a las demás comunidades, pero sí destacan ligeramente. Entre las regiones que menos penalizan repetir destacan Canarias, Castilla y León, Cataluña (aunque estas dos últimas están entre las más caras de España en términos absolutos), Aragón, Asturias, Galicia y Euskadi, que incrementan el precio del crédito repetido sensiblemente menos que las demás.

Algunas consecuencias

Las consecuencias de la caída de la financiación se han dejado notar en las universidades. Sin fondos y con tremendas limitaciones para contratar por la prohibición sucesiva de Zapatero primero y Rajoy después de sustituir las bajas, sus plantillas docentes se han ido precarizando.

La única posibilidad que tenían para contratar era básicamente la figura del profesor asociado, que ya suponen un cuarto de los docentes (son tantos como los titulares, el núcleo de profesores de las universidades) y que imparten habitualmente tres o seis horas semanales de clase más otras tantas de tutoría por 300 ó 600 euros al mes. Para contextualizar: una hora de docencia equivale, entre preparar las clases y corregir trabajos y exámenes, a cinco de trabajo.

Otra consecuencia muy señalada en su momento fue una supuesta pérdida de alumnado en las universidades por la imposibilidad de pagar las matrículas. Las cifras respaldarían este argumento... pero no del todo.

En 2011, el año anterior a los recortes, había 1.572.617 universitarios en España. Y la cifra venía subiendo de años anteriores. El año siguiente se invirtió la tendencia y pasó a haber 1.548.534 (un 1,5% menos). Pero el principal grupo de personas en edad de ir a la matrícula, los que tienen entre 18 y 24 años, también eran menos (un 2,8%, en este caso), por lo que la causalidad no es obvia.

También es cierto, sin embargo, que ya el año anterior a las subidas de precios la cohorte de población universitaria estaba en retroceso (había perdido un 2,3% de población), pero el número de universitarios subía (un 2,8%).

En conjunto, la universidad empezó a perder estudiantes el verano que se aplicaron las subidas de tasas y la tendencia continuó, en paralelo a un menor grupo de posibles 'clientes', hasta el curso 2015-16. Ese año, en el que algunas regiones empezaron a deshacer tímidamente las subidas de precios, el número de universitarios dejó de caer (hubo mil más) hasta hoy, cuando ha recuperado el nivel que tenía el año anterior a los recortes. Y la población de 18 a 24 años sigue en caída.

Fe de errores

El coste de estudiar en la universidad pública ha subido 12 veces más que los salarios y no 15 veces, como por error figuraba en esta información.