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La despensa farmacéutica del mundo está en China e India y es un quebradero de cabeza para las autoridades sanitarias occidentales

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Esther Samper

El récord histórico de retiradas de medicamentos en España tuvo lugar en 2018. ¿La razón? Más de un centenar de fármacos contra la hipertensión con el principio activo valsartán estaban contaminados con una sustancia potencialmente cancerígena. Estos mismos medicamentos también fueron retirados en el resto de Europa y Estados Unidos creando así una de las mayores alertas farmacéuticas globales de la historia reciente. Meses más tarde de este incidente con el valsartán, se descubrió que otros medicamentos con los principios activos irbesartán y losartán también contenían impurezas posiblemente cancerígenas.

A pesar de que estos medicamentos provenían de más de 20 laboratorios farmacéuticos diferentes, tenían en común un punto clave: los principios activos habían sido fabricados por varias farmacéuticas chinas e indias. Según informaba la Agencia Europea de Medicamentos (EMA), el valsartán vendido a lo largo del mundo podría haber estado contaminado por estas impurezas desde el año 2012. Lo que significa que multitud de pacientes podrían haber estado expuestos a ellas durante seis años. La EMA estima que “podría aparecer un nuevo caso de cáncer por cada 5.000 pacientes” que hubieran tomado altas dosis de estos medicamentos.

En la actualidad, China y la India son la despensa farmacéutica del mundo debido a sus bajos costes y elevada capacidad de producción. Alrededor del 80% de los principios activos de fármacos usados en Europa y Estados Unidos se producen en estos países. En teoría, estos productos creados en Asia tienen que seguir una serie de controles y garantías para poder importarse a Estados Unidos y Europa. Un requisito imprescindible es la evaluación y aprobación previa por la Dirección Europea de Calidad del Medicamento y la Asistencia sanitaria. También se exige un certificado realizado por la autoridad sanitaria del país de origen demostrando que la empresa cumple las normas de correcta fabricación de medicamentos de los países donde se desea importar. Además, se realizan auditorías y visitas de inspectores occidentales a las farmacéuticas asiáticas.

La realidad, sin embargo, es que, a pesar de los controles anteriores, los fármacos producidos en China e India son un recurrente quebradero de cabeza para las autoridades sanitarias de Estados Unidos y Europa. Por ejemplo, en 2017, la EMA anunció que recomendaba la suspensión de la aprobación y aplicación de más de 300 medicamentos genéricos porque sus estudios de bioequivalencia “no eran fiables y no podían aceptarse como base para una autorización de venta en la UE”. Estos estudios se habían realizado por una organización de investigación por contrato (CRO) india llamada Micro Therapeutic Research Labs, que había incurrido en prácticas tales como distorsión de los datos en los estudios y deficiencias en la documentación y en el manejo de los datos. En 2018, la EMA bloqueó la exportación del antibiótico amoxicilina a Europa por una compañía china por deficiencias críticas e importantes en su controles de calidad.

Por otro lado, en los últimos años, la Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) ha incrementado considerablemente el número de cartas de advertencia (warning letters) que ha enviado a plantas de producción de principios activos en India y China. El efecto de estas cartas es el bloqueo en la aprobación comercial de sus productos en el país estadounidense. Si en 2012 solo había mandado dos, en 2017 su número se elevó a 39 debido a vulneraciones de las Buenas Prácticas de Manufactura (GMP). Muchas de las vulneraciones son comunes entre China e India y afectan a menudo a la integridad de los datos. De hecho, la principal preocupación de las autoridades sanitarias europeas y norteamericanas sobre la producción de fármacos en ambos países asiáticos es la supuesta veracidad de la información que aportan para demostrar su seguridad y eficacia.

En este sentido, la farmacéutica Zhejiang Huahai, una de las responsables del escándalo de los fármacos contra la hipertensión con sustancias potencialmente cancerígenas, omitió deliberadamente información a las autoridades sanitarias. Según declara un inspector de la FDA, ocultaron de los informes oficiales resultados de test de calidad que mostraban sustancias sin nombre que no cumplían los estándares de Estados Unidos y en su lugar registraron que sí los cumplían. Por otro lado, la farmacéutica india responsable de la presencia de estas sustancias potencialmente cancerígenas en sus productos, Hetero Labs, destruyó documentos antes de la llegada planificada de los inspectores de la FDA en 2016 y no registraron qué información había sido destruida. En 2017, la FDA envió una carta de advertencia a esta farmacéutica porque en la fábrica no se inspeccionaban las discrepancias entre los lotes y habían cometido infracciones en el lavado y desinfección de su equipamiento.

Alrededor del 35% de los medicamentos falsos que circulan a lo largo del mundo proceden de la India. Según un informe de la OMS publicado en 2017, un 10% de los medicamentos vendidos en países de rentas bajas o medias, incluida la India, son falsos o no cumplen los estándares (por ejemplo, porque el principio activo se encuentra en menor cantidad). Aunque las exigencias, controles e inspecciones de las autoridades sanitarias occidentales intentan conseguir que los fármacos importados a Estados Unidos y Europa tengan todas las garantías de calidad, la cultura de “trasgredir las normas” en la India supone todo un desafío.

Posiblemente la escena más dantesca a la que se enfrentaron los inspectores de la FDA fueron las instalaciones de la farmacéutica Wockhardt, localizada en Bombay. Durante una inspección en 2013 se encontraron con que la fábrica básicamente consistía en una maraña de edificios ruinosos con ventanas rotas conectados mediante tuberías descascarilladas y cubiertos por un tejado oxidado. También encontraron manchas de orina en desagües abiertos, uniformes sucios y hongos creciendo en la zona de almacenamiento de la materia prima. Es solo una gota llamativa entre el océano de cientos de informes de inspectores que han detectado irregularidades en fábricas de fármacos en la India y China y decenas de pruebas de manipulación y ocultación de datos.

La globalización de los mercados ha supuesto el desplazamiento de la producción a países asiáticos donde sus bajos costes permiten la generación de mayores beneficios. La industria farmacéutica ha sido otra más en esta tendencia. Sin embargo, a una mayor rentabilidad también se le une un mayor riesgo de que no se cumplan con las mínimas garantías sanitarias que sí se exigen en países occidentales.

Aunque las autoridades sanitarias de Estados Unidos y Europa vigilen para que se cumplan las normas, las recientes alertas demuestran que pueden mitigar el problema, pero no solucionarlo. De hecho, es imposible solucionarlo cuando la propia EMA reconoce que realiza entre 20 y 40 inspecciones cada año a farmacéuticas chinas que producen principios activos y en el 10% de los casos encuentran incumplimientos. ¿El problema? Que existen centenares de farmacéuticas chinas que exportan principios activos a Europa. Desafortunadamente, lo barato puede terminar saliendo caro, especialmente cuando el precio a pagar es la salud de los pacientes.

Para saber más:

Culture of “Bending Rules” in India Challenges U.S. Drug Agency

How a Tainted Heart Drug Made in China Slipped Past the FDA

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